En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Hiriendo sensibilidades



HIRIENDO SENSIBILIDADES



Dichoso el hombre imperturbable

capaz de caminar sin Dios y sin temor

entre tinieblas.

Afortunado aquél que sobrevive contumaz

impávido e incólume

bajo el feroz embate inacabable

de su desesperante indignidad.

Gloria y loor

por los siglos de los siglos

al cantor de hechos estúpidos

ídolo del vulgo y de sí mismo.

Alabanza infinita

al hacedor constante

de burlas miserables

que el mundo toma en serio.

Reverencia perpetua

para esa ingente pléyade de ciegos,

erigidos en guías permanentes

y en testigos

de imbéciles verdades decadentes.

Veneración eterna y absoluta

reciban los maestros espontáneos

que enseñan sin esfuerzo día a día

como llegar a ser poquito a poco

un gran hijo de puta.

Bienaventuranza sin fin a todos ellos

porque, a más de otras prebendas,

conseguirán sin duda

en las postrimerías de este alocado tiempo

el lugar más alzado y preeminente

del reino de los lerdos.

martes, 29 de diciembre de 2009

Liberad a López de Uralde



LIBERTAD PARA JUAN LÓPEZ DE URALDE Y SUS COMPAÑEROS DE GREENPEACE, ¡YA!


Hoy, 30 de Diciembre, he remitido por correo electrónico la siguiente carta al embajador de Dinamarca en España:

A la atención del excelentísimo señor don Lars Thuesen, embajador de Dinamarca en España.

Excelentísimo señor:

Nunca he sido persona que se haya dedicado a la creación de conflictos consigo mismo o con los demás, pero tampoco nunca he rechazado afrontar cuantos me hayan sido planteados. La detención, por parte de las autoridades de su país, del dirigente de Greenpeace Juan López de Uralde y de sus colaboradores, es uno de esos conflictos que la vida me ha puesto enfrente. Tengo dos alternativas: me callo como un muerto porque no puedo hacer nada al respecto (ya que soy un simple miembro de la parte inferior de la comunidad), y me siento como un gusano, o hago lo que pueda para contribuir a restablecer el equilibrio de la situación, roto sin paliativos por la actuación desmesurada de los poderes fácticos de Dinamarca.
Sr. embajador: La intrusión de López de Uralde y sus compañeros en la famosa cena de la Cumbre sobre el Cambio Climático, sólo produjo daños en la dignidad de determinadas personas, dignidad que, a los ojos de gran parte de los ciudadanos de este sufrido planeta, está ya bajo mínimos. Los Gobiernos permiten, o son incapaces de controlar, el deterioro de nuestro mundo, que es el único que tenemos, y gentes como López de Uralde se han erigido en paladines de la causa más importante en nuestros días: evitar que la Tierra se convierta en el segundo Marte del sistema solar, con todas sus consecuencias. Puede que nuestros descendientes, señor embajador, en un futuro no demasiado lejano (si lo hay), eleven a estas personas a la categoría de héroes de la humanidad, y sabe Dios qué dirá entonces la Historia sobre los que hoy han propiciado y permitido su arbitraria detención. No soy un erudito, pero hace muchos años mi profesor de Filosofía me dijo que "cualquier ley injusta debe ser desobedecida"
López de Uralde y sus compañeros están detenidos y aislados injustamente, y, en consecuencia, como simple ciudadano de un planeta en peligro de muerte, me veo en la necesidad de rogar a su excelencia que solicite del Gobierno de Dinamarca la inmediata puesta en libertad de Juan López de Uralde y los demás detenidos.
Respetuosamente.

A la caza y captura del mazapán de Soto

El mazapán de Soto en Cameros es una deliciosa especialidad navideña española, compuesta fundamentalmente por almendra, azúcar y patata, cuyo consumo parece remontarse al tiempo de los árabes, y que en la actualidad se fabrica como producto oriundo de La Rioja.
Nunca hubo problemas para abastecerse de este típico y delicioso producto, y menos en Navidad, claro está, hasta que entraron en juego "las grandes superficies".
Hoy, día 29 de Diciembre, he recorrido todas las pastelerías, supermercados y ultramarinos de la ciudad, y no he conseguido encontrar mazapanes de Soto.
Vamos a ver, tampoco quedaban existencias de turrones, figuritas de mazapán o polvorones. O sea, que el ciudadano que no haya hecho acopio de ellos en las semanas previas a la Nochevieja, tendrá que conformarse con tomar de postre plátano o piña.
¿Por qué?
Sin duda, por la política comercial de los distribuidores y vendedores, siempre "preocupados por el bienestar y la satisfacción del cliente" (por los cojones...)
Hace algunos años los postres navideños eran puestos a la venta más o menos a finales de Noviembre, y el comercio de alimentación en general, y las grandes superficies en particular, liquidaban sus stocks a partir de Año Nuevo, en ofertas del estilo de "lleve 3 y pague 2". En la actualidad, encuentras turrones, mazapanes, polvorones y todas las especialidades navideñas a partir de finales de Octubre, y después del día de Navidad los tíos dan por finalizada la campaña, y no puedes comprar una barra de turrón o un mazapán ni en la farmacia de guardia. Imagino que de esa manera consiguen eliminar ciertas pérdidas económicas, y "en beneficio del cliente" te dejan en pelota, sin posibilidad de mercarte un mazapán o un turrón ni debajo de las alcantarillas.
Vitoria, la ciudad en la que resido, tiene apenas 250.000 habitantes, y está perfectamente dotada de todo tipo de servicios, entre ellos el comercio. Es incomprensible, en consecuencia, que dos días antes de Nochevieja uno no pueda adquirir un kilo de mazapanes de Soto en Cameros, o cualquier otro postre navideño, gracias a la política comercial de las grandes empresas, maldita sea su estampa.
Consejo para fabricantes de mazapán de la zona de Cameros, Rioja, y turroneros en general: pongan ustedes un centro de distribución en Vitoria -no hace falta que sea muy grande-, que seguro hacen el Agosto en Diciembre, y de paso les dan en los morros a los que controlan el mercado como les sale de los huevos, de la almendra y de la patata.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Regalo de una dama bien cubana

María del Carmen, una buena amiga, no pudo postear lo que voy a postear ahora, porque aquí sólo puedo postear yo, y el posteador que postee buen posteador será, así que posteo lo que querías postear, y acepto tu post como una de las cosas más bonitas que he posteado en los últimos tiempos. Muchas gracias.






En un sauce.

Como un perro apaleado me sentí y me brotaron alas…


1

Y anidar en un sauce llorón, frente al lago ajeno,
fue mi única opción para esconder un llanto al revés,
el que moja por dentro con lágrimas amargas…
con mi bandada de gorriones tan asombrados
en una rara circunstancia, ellos y yo,
mezclando las costumbres de las aves
y sus árboles-casas, y de la mujer herida
cuando siente que debe irse del lugar amado.
Esas costumbres que el tiempo arraiga.
Ah, cómo tuve que aprender a olvidar…
a mezclar los gustos de otros platos
…porque si no se muere una…
asimilando placeres con lágrimas,
lágrimas con añoranzas
y añoranzas con realidad.
Dulce guayaba con queso
y mermelada de arándanos,
quebrando la sensación de hambre
que no era hambre, claro, si no tristeza.



2

Y posada en un sauce llorón
junto al lago que cambia sus caras,
al ver mis lágrimas corriendo por dentro,
se echaron a volar asustados mis gorriones
sorprendidos, desinformados, condenados en mi pena,
asustados, desencontrados
sumamente apesadumbrados, mas regresaron
al instante y se posaron quedito en mis mejillas
tratando de besar mis penas amargas
para en un intento de secar mis lágrimas de adentro,
confundirlas con las aguas nítidas
del lago inmenso
tratando de aliviar mis triste decepción.



3

Y allí posada en la rama llorona
del triste sauce del callado lago y con el corazón apaleado
junto a mis grises y callados gorriones
comienzan los días con su paso justiciero
a poner orden en los desencantados pensamientos,
y ellos, mis brunos gorrioncillos, prestos,
piando dulcemente van dejando sus tibias plumitas,
briznas de suave yerba y sus migajas
para curarme la herida que una soberbia abrió…

Y me encaramé en la rama del viejo y triste sauce llorón
esperando encontrar un nuevo nido a la poesía.


“Que no dejó oscuridad en mis retinas
ni borra los dolores de mi alma,
aferrándose a mis manos con amarras tan poderosas
que me impiden vivir libre de ella”.





María del Carmen De Nacimiento Flores.
19 de Sept. 2009, Bucarest.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Hidropoema


HIDROPOEMA

(A Manolo Ferrón, con todo mi afecto – 10-5-2008)

Alegre llanto de las cansadas nubes

que en diagonal descarga sobre el suelo

primero en gotas, después en aluviones

y en furibundas cataratas luego;

inestimable regalo que los dioses

ofrecen generosos a la Tierra

sin previo aviso ni truculentas poses,

e igual empapa los valles que las sierras;

fortuna en un momento, en otro pena;

aquí gran alegría, allí dolor;

habitual en Euskadi y rara en Nubia;

transportadora de vida sin color

que de colores nuestra existencia llena:

eso, en pocas palabras, es la lluvia.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Cocaína en mi pueblo

¡Joder!, lo que faltaba p´al duro, como decíamos antes de la llegada del bendito euro: mientras celebrábamos tranquilamente la Navidad, los "narcos" hacían aterrizar más de dos toneladas de cocaína en el aeropuerto de mi pueblo. Nosotros con "Campana sobre campana" y "La blanca Navidad", y ellos con la campanada del blanco y esnifadero elemento a 3 km. de casa.
El aeropuerto de Vitoria-Foronda surgió no se sabe muy bien por qué y para qué, e intentó erigirse como la alternativa regional al de Sondika, en Bilbao, que replicó ampliando sus instalaciones con la terminal de pasajeros de Loiu, manteniendo las operaciones de carga en Sondika. A partir de ahí, Vitoria-Foronda ha visto decrecer paulatinamente su tráfico de pasajeros, manteniendo con ciertos altibajos el de carga, viendo como se alejaba la posibilidad de competir, ni de lejos, con el de Bilbao, aunque le sirva como base de apoyo cuando la climatología es adversa en la capital de Vizcaya.
Pero ahora, Foronda se ha sacado la espina: ¡a ver cuando consiguen los de Bilbao batir este récord...!
Ellos tienen el aeropuerto internacional del País Vasco, pero nosotros disponemos del mayor centro de entrada de drogas de todo el país. ¡Ahí queda eso!
En Nochevieja, antes de empezar la cena revisaré concienzudamente todos sus elementos, no vaya a ser que hayan escondido algún alijo en los langostinos o dentro de los mazapanes.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Publicidad en televisión (España)


Hay que joderse: ¡la Federación Mundial de Anunciantes es crítica con la nueva ley de Comunicación Audiovisual, que será aprobada en breve por el Parlamento español...!
Y eso que la susodicha ley permitirá que nos endiñen 29 minutos de publicidad/hora, en lugar de los 12 legalmente establecidos en la actualidad.
Entonces, cabe preguntarse de dónde el disgusto de los anunciantes mundiales.
La respuesta parece más que evidente: es la historia de la gallina de los huevos de oro. Si la publicidad en televisión la soportan quienes no pueden hacer otra cosa, como cambiarse a cadenas de pago y cositas por el estilo, o los impedidos físicos y mentales para hacer zapping, o los niñitos de pecho, o sea, todos los que carecen de poder adquisitivo como para poner en práctica los "consejos publicitarios", ¿qué sentido tiene triplicar casi el tiempo dedicado a la publicidad, si no va a reportar frutos más que a las propias cadenas de televisión, y durante muy poco tiempo? Porque, claro, en cuanto los publicistas se den cuenta de que sus mensajes no obtienen el resultado apetecido, y como eso ya lo habrán detectado previamente las empresas que contratan y pagan religiosamente sus anuncios, los ingresos de las cadenas televisivas por este concepto caerán en picado, y tendrán que realizar el viaje de regreso: menos publicidad y más cara. También pueden echarse "p´alante", y poner 50 minutos de publicidad por hora de emisión. Nos harían un gran favor, porque ya no necesitaríamos volver a comprar un televisor en nuestra pajolera vida.
Señores, ojo con la gallina de los huevos de oro, que se os va a morir de un colapso.
Los vendedores de DVDs y los libreros tienen que estar frotándose las manos. Y hacen bien, ¡qué coño...!

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Algunas de nuestras canciones


Muchos de vosotros ya sabéis que entre mi amigo Kepa Aguirre y yo nos montamos, de vez en cuando, unos temas musicales que son la repera. Algunos están publicados en YouTube y Yahoo, pero se me ha ocurrido que, como regalo de Navidad, os puedo ofrecer unos cuantos enlaces para que podáis disfrutarlos con toda comodidad. Las canciones son las siguientes:


En el blog ya estaban colgadas Habanera, El sargento primero, Corrido del Yaqui y Si soy revolucionario, pero ahora os resultará más sencillo acceder a ellas.
De nada.


martes, 22 de diciembre de 2009

Delirio

DELIRIO

Ayer no estaba aquí,

pero hoy he vuelto

con brío renovado

y espíritu despierto,

para ocupar aquel lugar

que jamás tuve

y nunca abandoné,

aquel ínfimo punto rodeado

por la invisible hermandad del Universo.

Ayer no me alejé,

pero hoy retorno

en medio de la lluvia,

como una gota más

que se descuelga

del párpado entornado de la nube,

naciendo en la tristeza redentora

de la mañana gris

para humectar la tierra con su beso.

Tras este fatigoso

viajar a ningún sitio,

sabiendo sin saber

que he visitado lugares asombrosos,

vuelvo a encender, contra mi voluntad,

la luz de la razón,

y la dejo creer que ella me guía

mas consulto, en secreto,

cualquier mínimo paso

con mi callado y certero corazón,

leal vigía atento.

Air Comet, la justicia y los usuarios

Air Comet se ha estrellado, y con ella don Gerardo Díaz Ferrán (presidente, también, de la CEOE) y unos 7.000 usuarios, además de la correspondiente cuadrilla de picadores y banderilleros (los empleados), como se diría en una crónica taurina.
Podríamos ahora entrar en profundidades sobre la gestión y servicios de las llamadas compañías de bajo coste (que quiebran como los árboles viejos y no sirven, por lo general, ni para tacos de escopeta, lo mismo que las grandes), pero no lo haremos, porque no es éste momento ni lugar. Doctores tiene (creo) la Santa Madre Iglesia...
Lo que me interesa en este asunto es, como casi siempre, la actuación de la Justicia. Hubo un tiempo en que la justicia era impartida por un consejo de ancianos, que escuchaba a las partes y decidía juiciosa y serenamente la correspondiente sentencia. Hasta que llegó un tal Hamurabi, recopiló todas las leyes habidas y por haber, y las puso por escrito en un famoso Código que ha pasado a la Historia. Desde entonces la Justicia ha ido enviciándose paulatinamente, de forma que ya no se aplica el espíritu de la ley, sino la letra que la desarrolla, con los consiguientes errores, problemas, malformaciones y cagadas.
En el caso que nos ocupa, su señoría el juez británico que ha paralizado las actividades de AIR COMET, ha jodido de mala manera a 7.000 usuarios que tenían previsto pasar sus vacaciones de Navidad con sus familias, allende los mares. Y digo yo: si se trata de hacer justicia, ¿no habría sido más adecuado obligar a la compañía de marras a cumplir todos sus compromisos -imposibilitándola para asumir nuevos, claro está-, antes de ordenar el fin de sus actividades y la inmovilización de su flota aérea?
Ahora, el ministro español de Fomento, don José Blanco, ha manifestado que "todos los usuarios de Air Comet tienen derecho a volar", y que se hará lo necesario por que así sea lo antes posible, más o menos. Pero, ¡coño!, no es que tengan derecho a volar, es que tienen que volar...
Y podrían haberlo hecho en los aviones de la propia compañía, si la Justicia hubiera aplicado el espíritu de la ley y no la letra.
Así nos va como nos va...

lunes, 21 de diciembre de 2009

La "Cumbre" de Copenhague y el Sistema

Creo que la famosa "cumbre" de Copenhague sobre el cambio climático ha quedado, como siempre, a la altura del campamento base nº. 1
Parece que lo más interesante que ha sucedido en ella, ha sido la detención de Juan López de Uralde y otros dos miembros de Greenpeace, sobre los que caerá todo el peso de la justicia danesa.
El problema, con éste y otros asuntos similares, es que la "justicia" siempre se ceba en el más tonto, mientras los listos siguen sacando partido -descomunales beneficios- con la agonía del planeta, generada por ellos mismos y sus desmedidos intereses económicos. Aquí empezaría ahora el debate sobre la tan traída y llevada independencia de la Justicia, pero no es éste lugar ni momento, toda vez que el grueso de la ciudadanía ya va teniendo una ligera idea de cómo funcionan estas cosas, idea que se reafirma al ver cómo quienes luchan por un planeta libre de contaminación son detenidos, mientras los responsables participan en cenas de gala, pagadas con dinero público.
Y no hay que hacerse ilusiones: el desarrollo sostenible comenzaría por paralizar inmediatamente cualquier acto de agresión contra la Naturaleza, y proseguiría con una marcha atrás, lo más rápida posible, para retornar al equilibrio. Eso no va a ocurrir. Tendremos que llegar al límite en desastres naturales, en desertización, en sobreexplotación de los mares, en superfluo gasto de agua, en todo, para que los autores del desaguisado -o sus descendientes- se den cuenta de que ellos también van a desaparecer.
El Sistema es un monstruo que se devora a sí mismo y se regenera aumentando de tamaño. No sé cómo funcionarán las cosas en Alfa Centauro, pero me jugaría un huevo contra un bocadillo de anchoas a que como aquí ni de coña, vamos.
Yo rogaría a las autoridades danesas, a todas las autoridades del mundo, que consideren la posibilidad de que Juan López de Uralde y sus compañeros puedan ser considerados héroes en un futuro mundo limpio, mientras ellos aparecerían como los villanos de la película. En este sentido, y como mucho, lo que deberían hacer los jueces de Copenhague es felicitar efusivamente a todos los miembros de Greenpeace, y proporcionar a López de Uralde y sus colegas detenidos una sustanciosa bolsa de viaje y un pasaje de vuelta en primera clase.
Aunque dudo de que lo hagan.
Tú protestas porque unos desalmados se están cargando tu mundo, y el "nuevo orden mundial" responde repartiendo "democracia" a mansalva. Forzoso es reconocer, en consecuencia, que muchas de las democracias que "disfrutamos" son bastante parecidas -en el fondo- a algunas dictaduras.
Vuelvo al principio: ¡qué triste es comprobar que la noticia más importante de la Cumbre del Clima en Copenhague, ha sido la detención de Juan López de Uralde...!

sábado, 19 de diciembre de 2009

El superhéroe


EL SUPERHÉROE

El día que muchos no pudieron ni quisieron prever y otros ni siquiera imaginaron, ocupados constantemente en solucionar sus pequeños y cotidianos problemas, amaneció. Todas las cadenas de televisión y emisoras de radio difundían la misma noticia, sin pausas para consejos publicitarios.

—¡Las bases lunares han sido destruidas por misteriosas astronaves procedentes del espacio exterior! ¡La Tierra está amenazada! ¡Un Consejo Mundial de Resistencia, en funciones de Gobierno planetario, dirigirá las operaciones militares contra los invasores! ¡Abandonen inmediatamente pueblos y ciudades, y busquen refugio en las montañas! ¡Repetimos: salgan de las ciudades y refúgiense en las montañas! ¡Seguiremos informando mientras nos sea posible!

Y los hombres huían como conejos perseguidos por el zorro.

Caravanas ingentes de vehículos y personas se encaminaban hacia los montes, en interminable y aterrorizada procesión. Nada tenía importancia, excepto conservar la vida el mayor tiempo posible.

Una inesperada civilización extraterrestre —los ortodoxos y severos sabios de la Tierra siempre habían contemplado con escepticismo la posibilidad de que existieran otras formas de vida inteligente, en un universo cuyo límite estaba “únicamente” a unos quince mil millones de años-luz de distancia— acababa de borrar de la faz de la Luna cualquier resto de civilización humana, y se disponía a completar la labor en el planeta madre. Los ejércitos estaban preparados para el supremo combate, pero nadie se hacía demasiadas ilusiones sobre el final del drama. Quizás la mayoría esperaba precisamente eso: ¡el final!

Entre los millares de seres humanos que marchaban hacia los dudosos refugios de las altas montañas, sin mirar atrás, impulsados y aborregados por un pánico invencible, caminaba un hombre joven, un muchacho que no sentía miedo.

José San Diego, diecinueve años, perdidos padres, familiares y amigos en aquel infernal mare magnum, buscaba a una persona: a una mujer que lo era todo para él.

Porque la amaba.

Su mirada recorría cada semblante, cada figura, cada vehículo, en un desesperado intento por encontrarla, mientras la masa humana le arrastraba fuera de la ciudad.

De pronto, un coche policial, con sus altavoces a toda potencia, dobló la esquina cercana:

—¡Los extraterrestres avanzan en todos los frentes, mientras nuestras fuerzas intentan reagruparse para coordinar el contraataque! ¡Aparentemente, son invencibles! —La voz del locutor vibraba con ese inconfundible tono histérico que proporciona el terror—: ¡Sálvese quien pueda!

José San Diego escuchó el mensaje como todos los presentes pero, en vez de desesperarse y sin dejar de ser empujado por la ola humana, maldijo en voz baja.

Y pensó que era imposible que todo estuviese perdido.

Como todos, José llevaba el auricular de su pequeño receptor de radio en la oreja, y prestó atención a lo que decía la locutora en aquellos momentos, evidentemente también aterrada:

—¡La resistencia parece imposible, y se rumorea que el Alto Mando autorizará la disolución de las unidades que no han sido destruidas, para que los soldados puedan reunirse con sus familiares en estos últimos días de nuestra Historia!

Murmullos de pánico recorrieron la muchedumbre y poco después la noticia era de dominio público.

José, que la intuía, tomo plena conciencia de la enorme estupidez humana.

¡Aquella noticia era ilógica; carente de fundamento! Resultaba matemáticamente imposible acabar con el poder militar de la Tierra en veinticuatro horas. Un desastre parcial, una batalla perdida, no significaban la victoria de los invasores. El terror de la locutora había hecho un flaco favor a la moral de sus oyentes. José la comparó mentalmente con aquella Rosa de Tokio, encargada de desmoralizar vía radio a los soldados aliados durante la Segunda Guerra Mundial.

El joven estaba seguro de que, tarde o temprano, los invasores probarían su propia medicina.

Sin embargo, no estaba en su mano cambiar el curso de los acontecimientos. Nada podía hacer para que aquellas gentes razonaran con normalidad porque, en rigor, no sabían hacerlo. Los hombres habían perdido su escasa capacidad de raciocinio, abandonándose a los pensamientos que otros les ofrecían cómodamente a través de los medios de comunicación. Prensa, Radio y Televisión eran los guías espirituales de la multitud. Si el asesino más sanguinario tenía la oportunidad de defenderse a través de una pantalla de televisión, la audiencia quedaba convencida de que el pobre era un santo varón; si, por el contrario, un hombre respetable y honrado entorpecía el camino de personas o grupos hacia la consecución de fines ilícitos, los medios de comunicación, convenientemente manejados por el dinero, acababan con él en un santiamén. So pretexto de que era necesario estar bien informado para poder emitir un juicio exacto, los medios de comunicación informaban a la Humanidad de aquello que los de siempre consideraban importante para sus planes. Y el Hombre olvidó que la más importante neurona es el corazón. Por ello, bastaba con que alguien gritase "¡Fuego!" dentro de un teatro, para que decenas de personas muriesen aplastadas por una multitud aborregada, que ni siquiera había olido el humo de unas llamas inexistentes.

El Hombre se definía a sí mismo como animal racional compuesto de alma y cuerpo, pero su racionalismo estaba perdido en la noche de los tiempos, su alma adormilada y su cuerpo —lo único que carece de importancia— sometido a un culto inmoral por mor de inconfesables intereses económicos.

Ahora los hombres se enfrentaban a una prueba que vendría a demostrar lo que es realmente valioso y auténtico.

Cuatro horas más tarde José San Diego continuaba su infructuosa búsqueda entre las gentes que descansaban, protegidas de los rayos solares bajo los verdes pinos de la sierra. Los fugitivos estaban desperdigados por las montañas en grupos familiares o amistosos, a la búsqueda del refugio más seguro.

A José aquello le traía sin cuidado. El, simplemente, buscaba.

En la llanura, prácticamente a sus pies, divisó la Base Aérea HJ-44, que no mostraba actividad alguna. El muchacho poseía información confidencial de que allí estaban estacionados permanentemente seis de los más poderosos reactores de combate jamás construidos: los "Súper YX-20". Seguramente dormirían un pacífico sueño...¡en plena guerra contra el enemigo exterior!

José caminaba por un estrecho sendero del pinar y, después de salvar con agilidad una profunda torrentera, dobló un recodo rocoso para encontrarse en una pequeña pradera desde la que se divisaba una hermosa panorámica.

Un hombre y una mujer jóvenes, con sus manos entrelazadas y sus cabezas unidas en inequívoco gesto de amor, contemplaban la infinitud del cielo azul, sentados sobre el tronco reseco de un roble abatido por el rayo. El sol había hecho nido en los rubios cabellos de ella.

José se quedó paralizado.

Más aún cuando escuchó nítidamente las palabras que surgían de los labios femeninos:

—Te amaré mientras me quede un soplo de vida, y más allá de la muerte. ¡Nada ni nadie podrá separarnos, amor mío!

El hombre respondió apasionadamente, estrechándola contra sí:

—¡Nada ni nadie! ¡Morir a tu lado será vivir eternamente!

Y José San Diego sintió, en lo más profundo de su ser, que algo estallaba en mil pedazos. Necesitaba matar, llorar, morir.

¡Allí estaba, entregada a otros brazos, la que tantas veces jurase que era suya y que su amor sería indestructible!

Odió con todas sus fuerzas, mientras una furia glacial inundaba su corazón.

Dio media vuelta, sigilosamente, y se alejó de aquel maldito lugar con el cerebro paralizado por un torrente de sangre que amenazaba con salir al exterior a través de sus ojos.

Y descendió de la montaña, dirigiéndose mecánicamente hacia la Base Aérea HJ-44.

El joven San Diego poseía envidiables conocimientos de teoría aeronáutica y, siendo un experto en ultraligeros, estaba a punto de conseguir el título de piloto deportivo. Por otro lado, alguien le proporcionó mucho tiempo atrás un excelente programa informático simulador de vuelo, muy parecido a los utilizados oficialmente, y muchas veces había dicho a sus amigos que, si le dejasen, demostraría que podía pilotar cualquier tipo de avión.

Había llegado al llano.

La base se encontraba a unos tres kilómetros.

Desde las montañas circundantes, las gentes seguían la marcha del inopinado andarín a través de binoculares y pequeños telescopios. ¿Qué pretendía?

¡Era un blanco perfecto!

¡Estaba loco!

¡Quería llegar a la base aérea!

¿Para qué?

De pronto, a lo lejos, bajo el cielo intensamente azul, brillaron cuatro puntos plateados que se acercaban a gran velocidad.

—¡"Platillos"…!; ¡"platillos"…!

La gente se aterrorizaba ante la simple audición de esa palabra, pero el joven solitario, imperturbable y decidido, seguía avanzando hacia la HJ-44.

Doscientos metros...; cien...; cuarenta...; diez...

José San Diego penetró en la base por la puerta principal, sin observar vigilancia alguna, aunque creyó percibir movimiento en la torre de control, a unos quinientos metros de distancia.

Pero eso ya no le preocupaba.

Se encaminó con decisión hacia los hangares.

Sobre su cabeza cruzaron, como veloces y silenciosas lenguas de plata, los cuatro aparatos extraterrestres, aquellos cuya existencia —según el estamento científico— no era ni demostrada ni probable.

Ante él... ¡su destino!

El fin de sus ilusiones, de su amor y, posiblemente, de su vida.

¡El "Súper YX-20"!

El mejor avión de combate de todos los tiempos: tres mil kilómetros por hora; insuperable capacidad de maniobra; infalible y sencillo control de disparo, y las armas más sofisticadas, conformaban una aeronave digna de enfrentarse con los despiadados invasores.

San Diego levantó la vista hacia el azul del cielo y vio las escuadrillas de discos que se dirigían hacia la ciudad. No dudó ni por un segundo.

Se acomodó en el asiento anatómico, cerró y aseguró la cubierta acristalada y revisó los sistemas de a bordo. Algunos indicadores escapaban a su comprensión pero, en líneas generales, no tuvo problemas para completar un satisfactorio chequeo. Inhaló varias veces a través de la mascarilla de oxígeno, comprobando que funcionaba a la perfección.

Todo en orden.

Puso en marcha los motores y abrió gases ligeramente, con manos temblorosas. El bramido de los dos potentísimos reactores apenas se percibía en el interior. Se encomendó a Dios y soltó los frenos.

El "Súper YX-20" salió del hangar lentamente, y José lo condujo hasta la cabecera de pista, situándolo contra el viento. Abrió gases al máximo y el aparato saltó hacia adelante, convirtiéndose en una flecha gigantesca sobre la pista de despegue. Observó el indicador de velocidad y echó hacia atrás la palanca de control: el reactor se elevó velozmente hacia los cielos como solitario desafío a los invasores de otros mundos.

¡La Tierra contraatacaba!

Volando a una velocidad "mach-2" seguía escuchando aquella vocecilla interior que le repetía incansable:

—No te quiere y jamás será tuya, imbécil. ¡Qué tonto fuiste al pensar que te amaba!

Encajó los dientes con fuerza y una lágrima revoltosa rodó por su mejilla hasta el asiento. Odiaba, pero no podía dejar de amar.

Pero, ¿qué hacía él allí arriba, a bordo del más poderoso avión militar de la historia? ¡Quería destruir! ¡Buscaba la venganza en el enemigo del espacio; en unos seres a los que no conocía, pero sobre los que estaba dispuesto a descargar toda su furia!

Y se encontró con ellos.

Varias escuadrillas de naves circulares sobrevolaban la ciudad, sembrando la destrucción por doquier. El humo de los incendios apenas permitía vislumbrar los escasos edificios que se mantenían en pie. José ignoraba la naturaleza de las armas que empleaban los invasores —unos rayos de luz verde que parecían sólidos— pero no tenía dudas en cuanto a su fantástica eficacia.

El "Súper YX-20" volaba por encima de las naves extrañas, a doce mil pies de altura. José empujó a fondo la palanca, y su aparato se lanzó en picado contra los enemigos estelares. Simultáneamente, diez de los aparatos atacantes variaron su rumbo y se dirigieron hacia él a toda velocidad.

¡Y los cielos contemplaron el más grandioso combate aéreo desde los tiempos de Heinrich Von Richthofen!

El centro de control de fuego había localizado a una de las naves. José oprimió el disparador y dos humeantes dardos partieron raudos hacia su objetivo. Picó a continuación, descendiendo vertiginosamente para estabilizar a unos seis mil pies de altura. Nueve enemigos le perseguían: ¡el décimo se había convertido en una masa de humo, que se diluía con el viento!

Había derribado a uno de los invasores.

¡No eran todopoderosos!

Inclinó a la derecha la palanca de control y el "Súper YX-20", dócilmente, efectuó un cerrado giro que le puso fuera del alcance de los mortíferos rayos por muy poco.

Pero los aparatos invasores seguían tras él como lebreles tras la presa.

Picó de nuevo y la tierra, verde y alegre en su desgracia, pareció salir a su encuentro. Enderezó a dos mil quinientos pies, pero los malditos seguían detrás. Entonces, a la máxima potencia de sus reactores, se elevó hasta los siete mil pies y completó un preciso tonel que lo situó detrás de las naves enemigas, sin que sus tripulantes tuviesen tiempo de reaccionar.

No les permitió hacerlo.

Abrió fuego de nuevo, y otras dos nubes testificaron que los proyectiles dirigidos habían encontrado su blanco.

¡Un completo éxito!

¡Las armas y el arrojo de los terrestres podían competir ventajosamente con los invasores!

Sin despreciarlos, por supuesto.

Dos rayos buscaron al "YX-20", pero no pudieron hallarlo porque el joven piloto eludió el impacto con una brusca maniobra descendente, que le llevó a sobrevolar la semiderruida ciudad en vuelo rasante.

Al ganar altura de nuevo, observó que las escuadrillas enemigas se habían retirado. ¿Dónde demonios estaban?

La respuesta llegó a través de la radio de su avión:

—¡Control Águila para Eco-Charlie-Cinco-Cero-Cuatro! ¡Responda, por favor!

José San Diego comprobó que la llamada era para él, y su corazón saltó de alegría.

—Eco-Charlie-Cinco-Cero-Cuatro a Control Águila: ¡adelante!

—Identifíquese, por favor, Cinco-Cero-Cuatro...

—José San Diego, pilotando un "Súper YX-20". ¿Quién es usted?

—Soy el coronel Sánchez, comandante del Ala de Caza número doce, muchacho. Nuestros aviones combaten al enemigo con éxito. Todos los pilotos del mundo conocen ya su hazaña, hijo, y su heroísmo ha sido decisivo para devolverles la confianza que habían perdido temporalmente. ¡Hemos recuperado nuestra fe en la victoria, gracias a usted! Me encargaré personalmente de que su hazaña reciba la recompensa que merece. Ahora, lo mejor será que aterrice. Usted ya ha cumplido su misión.

—De acuerdo, coronel; bajo ahora mismo. Hasta la vista,

—O.K., Cinco-Cero-Cuatro; hasta ahora. ¡Le esperamos con los brazos abiertos!

José puso rumbo a la base, pero los funestos pensamientos volvieron a su mente. ¿De qué le servirían las recompensas, si había perdido su amor? Su vida no tenía sentido.

Se sorprendió hablando en voz alta:

—He luchado por ti, Angela; sólo por ti. Sin tu cariño, estoy vacío. Prefiero la muerte, mucho más piadosa que mi soledad. Los invasores no me...

¡Santo Dios; los invasores!

¡Se había olvidado de ellos por completo!

Pero allí estaban...

El radar los tenía perfectamente localizados: ¡justo detrás de su avión!

Su primero y único error fue el último.

Por una mujer había luchado y por la misma razón iba a morir.

No pudo maniobrar: el mortífero rayo verdoso destrozó la parte posterior del "Súper YX-20". La estructura quedó volatilizada desde la cola hasta el centro del fuselaje, y José San Diego, el teórico, desconocía un dato fundamental en el manejo de aquel modernísimo aparato: ¡cómo hacer funcionar el asiento eyector!

Aprisionado en la carlinga, el suelo ascendía hacia él a una velocidad de relámpago, y aún pudo ver gentes horrorizadas que contemplaban su caída.

Y lloró.

Con toda su alma; con todo su corazón.

Pero su llanto le dio fuerzas para exclamar:

—¡Señor, perdona mis pecados y acógeme en tu seno...!

El aparato se desintegró contra el suelo, casi en el mismo momento en que los invasores huían hacia la seguridad profunda del universo, que jamás debieron abandonar.

José San Diego había pagado muy caro el triunfo de la Humanidad, pero su condición de superhéroe quedaría grabada en los anales de la Historia. Siempre sería recordado junto a Juana de Arco, Cristóbal Colón, Magallanes, el general Custer y Bugs Bunny.

Y los enemigos espaciales comprobaron que el Hombre, pese a sus infinitos defectos, es capaz de luchar valerosamente por un ideal o por simple despecho; ¡y de vencer!

Al cruzar el espacio, en busca de otros mundos sobre los que extender su poder, los Yatz juraron no volver jamás a la Tierra.

José San Diego entreabrió los ojos con dificultad.

Estaba tumbado en el suelo de su habitación, junto a la cama, y la cabeza le dolía terriblemente.

—Pero, hijo, ¿qué te ha ocurrido?

Sus padres le contemplaban sobresaltados, y la voz preocupada de su madre le devolvió a la realidad.

—¡Joder, qué pesadilla he tenido! —exclamó, acariciándose la cabeza y comprobando la existencia de un chichón de grueso calibre.

—Como si lo viera —dijo su padre, ceñudo—: Ayer volviste a regañar con tu novia, te emborrachaste y has pasado una noche de mil demonios.

El buen hombre había dado en el clavo.

Una docena de cervezas y cuatro copas de ginebra le habían dejado fuera de juego. ¡Y todo por una ridícula discusión con Angela que, además —ahora lo veía con meridiana claridad—, tenía toda la razón!

—Hemos oído un estruendo terrible, hijo mío. ¿Qué es lo que ha sucedido? —preguntó su madre, algo más tranquila.

Se levantó del suelo, mascullando algunas palabras ininteligibles como disculpa para calmar a sus progenitores.

Era muy sencillo.

En el paroxismo de la pesadilla, se había caído de la cama y se había golpeado contra la pata de su mesa-escritorio. Nada más.

—¡Si no bebieras tanto…! —censuró su padre.

—¡Hala!, vístete y baja a desayunar, que ya es hora —dijo su madre, mientras marido y mujer salían de la habitación. Desde la puerta añadió, con una sonrisa picaruela—: Y telefonea a Angela para hacer las paces, que ya sabes cuánto te quiere...

Abrió las cortinas de par en par, y el sol entró a raudales, invadiendo su habitación igual que la alegría invadía su alma.

¡Dios, qué bella era la vida!

El hombre de espíritu libre


EL HOMBRE DE ESPÍRITU LIBRE

La piedra y el lodo…

La piedra y el lodo,

y el río, y la nube, y el zorro,

y el hombre de espíritu libre

abierto hacia el Todo.

El amor y el odio…

El amor y el odio,

y un cielo con siete palomas

que vuelan llorando

cubiertas de oprobio.

Futuro y pasado…

Futuro y pasado

reunidos bajo agua de mayo

en un pozo negro,

seco y olvidado.

La noche y el día…

La noche y el día

que besan senderos

hoy llenos de luto

y ayer de alegría.

El agua y el fuego…

El agua y el fuego

lamiendo las manos

de los condenados

al macabro juego.

Y el hombre de espíritu libre…

El hombre de espíritu libre

en la encrucijada

de cien mil caminos,

contemplando atento

todos los eventos,

prosigue su marcha impasible

con faz de cordero

y valor de tigre,

solo, independiente,

como el agua fresca

nace de la fuente

y escapa al momento,

que a nada ni nadie

jamás

prestó juramento.