Reflexión sobre la publicidad

No acabo de comprender, por más vueltas que le doy, que los publicistas basen sus campañas comecocos en las imágenes de famosos o famosas, más o menos "cachas" y más o menos vestidos. Yo no lo entiendo, pero resulta más que evidente que los resultados son altamente positivos. ¿Cómo puede una persona, un miembro de la raza humana (la más inteligente del universo conocido), un hombre, comprarse unos calzoncillos por la única razón de que el futbolista Smith los usa, cuando, además, es casi seguro que al futbolista Smith los calzoncillos en cuestión le importan un bledo, y que lo único que le resulta de interés es la "pasta" que percibe por pregonar a los cuatro vientos que tales prendas son las mejores del mundo, y que el que se las pone es un superhombre. Y esta consideración se aplica a cualquier otro producto objeto de publicidad "glamurosa". ¿Será que el Hombre no es la mayor inteligencia del cosmos? ¿Será que raya en la imbecilidad? A Dios pongo por testigo -y estoy seguro de que Le importa un bledo- de que me seguiré comprando los calzoncillos que me salgan de las narices, y de que ignoraré olímpicamente la publicidad, como he hecho hasta ahora. Amén.