En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

miércoles, 20 de enero de 2010

El epitafio

EL EPITAFIO

Empapada su frente

en gotas de sudor,

al rojo Sol naciente

redoblaba el tambor.

El desconchado muro,

mil veces baleado

de ardiente plomo duro

y mil ensangrentado,

marcaba la frontera

entre la libertad

y el fin de una quimera

que un día fue verdad.

A Dios le encomendaba

un santo cura asceta,

sus manos a la espalda

atadas bien sujetas.

Enfrente, el pelotón

de recios fusileros,

para su ejecución

ejecutar certeros.

A las puertas cerradas

de un futuro agotado,

recorrió su mirada

los cielos azulados

y respiró profundo

el anteúltimo aliento

con aire de este mundo,

sofocando un lamento.

Acercóse el teniente

que mandaba la tropa

y muy condescendiente

le expuso esta pregunta:

—¿Desea el condenado,

como es su facultad,

pedir algún recado

de última voluntad?

—Aunque siempre fui un zafio

quiero solicitar

que me honre un epitafio

donde he de descansar.

—Dígame el texto exacto

que tomo anotación.

Correrá con el gasto

nuestra Administración.

—En lápida de mármol

del frontis de mi fosa,

bajo un frondoso árbol,

grabar se ha de esta glosa:

"Yacente aquí hay un hombre

que aceptó como propios

de la gran muchedumbre

el dolor y el oprobio.

No creyó en la justicia

de los libros de leyes,

ni en la ruin avaricia

de los injustos jueces

y enarboló las armas

haciéndose soldado

por despertar las almas

del sueño abandonado

donde estaban sumidas,

perdido el horizonte,

hundidas, encogidas,

sin mañana y sin norte.

Luchó como guerrero

que no teme a la muerte

pensando, muy certero,

que mejorar la suerte

es derecho sagrado

de todo ser humano

y deber olvidado

del gobernante ufano.

Las gentes le siguieron

combatiendo a su lado

y felices murieron

por mejorar su estado.

Vivió impecablemente

cumpliendo su deber

y actuando noblemente

guiado en su saber.

La traición le ha vencido

y en su retiro eterno

repite convencido,

salvado del Infierno,

que el que a hierro ha matado,

es de seguridad

y así está demostrado,

a hierro morirá;

quien busca conseguir

la plena libertad,

debe cierto asumir

con limpia integridad,

con clara exactitud,

que la Revolución

no está en la multitud

sino en el corazón:

Por eso aquél que quiera

los cambios a balazos

piense de otra manera

y no errará sus pasos.

Este hombre ajusticiado

murió como un valiente

al fusil enfrentado,

altivo y sonriente,

como había vivido:

viril y corajudo,

audaz y decidido

a no ser un felpudo.

Medita esta leyenda

durante unos instantes

y prosigue tu senda,

amigo caminante."

Anotaba el teniente

el fin en su cuaderno

y dijo sonriente,

mirando fijo al reo:

—¿Qué debemos hacer

si el escrito completo

no pudiera caber

en el mármol repleto?

Sopesó el condenado

la respuesta sincera,

que dio al uniformado

de tan simple manera:

—Forzoso es comprender

que la vida es un juego…

Puede, entonces, poner:

"Nos vemos y... ¡hasta luego!"

3 comentarios:

  1. Una maravilla de poema Joe, la sencillez de ese final contrastando con el dramatismo de la historia, le dan un carácter a la obra difícil de igualar, tanto en contundencia como en la pulcritud y elegancia narrativa.
    Mis sinceras Felicitaciones , compañero

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  2. La verdad es que me lo pasé bomba escribiéndolo, porque tenía la idea del final muy clara en mi mente. Se trataba de establecer un paralelismo entre el boato, la pompa, el despilfarro soez de nuestra existencia, y la sencillez del final, igual para todos por mucho que nos empeñemos en que no. Creo que lo conseguí. Gracias por tu visita, Gus. Un abrazo.

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  3. Eso me olvidé de destacarlo, se percibe un final establecido hacia donde se dirige con mucha certeza el poema.

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