En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

jueves, 11 de febrero de 2010

¡Incomprensible!

Ésta es una de esas historias que para mí resultan incomprensibles, pero que la Justicia dilucida con velocidad meteórica (sorprendentemente) y dudosa fiabilidad (desde mi punto de vista)
Son ya varios los casos en los que un condenado por abusos sexuales (¿qué pruebas avalaban la acusación?) resulta exculpado meses, o años, después por mor de las circunstancias. Eso sí, el tiempo que ha pasado en el "talego" no se lo quita ni su padre, y, por supuesto, la acusadora se queda tan tranquila, lo que no dice mucho en favor de la "justicia".
Pero vayamos al meollo del asunto: Un señor convive con una señora en París, allá por la década de los 60 del siglo pasado (suena lejos, ¿eh?) En 1966, poco después de nacer su segunda hija, ella decide regresar a España con sus niñas y él se queda en Francia, o sea, lo que se dice una ruptura sentimental en toda regla. Transcurren casi cuatro décadas sin contacto alguno entre ellos, cuando el hombre, que ya reside en España, acude a un conocido programa de televisión para intentar localizar a sus hijas. Tiene éxito y consigue reunirse con la más pequeña, que a la sazón cuenta 38 añazos (o sea, que no es ninguna niña) La mujer (su hija) le visita en varias ocasiones, y el 6 de Junio de 2004, en Torremolinos, él la besa en la boca (?) Durante el viaje de regreso a casa, parece ser que intenta manosearla y demás. Por la noche, ya en su residencia, se mete en su cama pero ella lo rechaza. No obstante, a lo largo de los días siguientes, el padre descastado y lujurioso insiste, y logra consumar la penetración (que, como su nombre indica, es la tracción del pene), lo que provoca que el día 17 del mismo mes (¡once días después del primer ataque sexual!), la joven llame por teléfono a una amiga de Sagunto contándole la situación, y entra las dos elaboran un burdo subterfugio para conseguir que la maltratada eluda el cerco del abominable sátiro. Copio ahora textualmente:

"El tribunal no ha creído la versión del acusado, quien aseguró que su hija se lo inventó todo para vengarse de él por haberla abandonado cuando era pequeña. La sentencia añade que la falta de capacidad de Antonia para reaccionar ante la actitud de su padre se debe, según los psiquiatras, «a ciertas limitaciones que padece la víctima para responder ante tales hechos, a causa de la falta de apoyo social que ha sufrido durante toda su vida». La sentencia que condena al hombre por un delito continuado de abusos sexuales no es firme.
"

Pero, de momento, al buen señor le han caído siete añitos entre rejas, y yo me pregunto, ¿cómo puede la Justicia estar tan segura, sin sombra de duda (por lo de la presunción de inocencia, digo), de que los hechos sucedieron tal y como los narró la demandante?; ¿cómo es posible que una mujer de 38 años no pueda eludir el ataque de un tío de 65?; ¿por qué soportó la embestida de la fiera durante once días, pudiendo haberle desfondado de un bofetón en la oreja izquierda y haberse largado luego a su casita tan campante? Lógicamente, carezco de la suficiente materia de juicio, pero me da la impresión, como en otras ocasiones, de que aquí hay algo raro, y más vale que alguien lo compruebe cuanto antes en evitación de males mayores, como, por ejemplo, que el condenado tenga que ir de la cárcel a la residencia de ancianos sin pasar por la vía pública ni para tomar el aire.
¡Ah!, y la explicación de los psiquiatras, tela marinera...

No hay comentarios:

Publicar un comentario