En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Por qué nunca seré un buen escritor

Hace unos instantes he escuchado, en Radio Nacional de España, un comentario sobre un escritor y cantautor norteamericano (de cuyo nombre no puedo acordarme), que va a publicar en España su primera novela, escrita a los 21 años, durante su particular "descenso a los infiernos". El descenso, en cuestión, parece ser que consistió en lo de siempre: drogas, alcohol y sexo hasta las cartolas. No sé, de momento, si este señor escribe bien o mal, pero, por lo visto, sus méritos son evidentes.
Y no es un caso aislado.
Vivimos en un mundo de preludios; de introducciones; de "titulitis". Antes de que podamos juzgar una escultura, una pintura, una novela, un ensayo o un poema, tenemos que saltarnos todos los méritos previos del autor, que constituyen la garantía de calidad del trabajo. Si, a pesar de todo, la obra no nos gusta, los imbéciles somos nosotros, que no entendemos un carajo.
Llevo ya muchos años peinando canas (y gracias, porque otros, a mi edad, ya no peinan nada), y escribiendo novela, relato y poesía. Probablemente no soy un genio de la Literatura, pero sí mejor que otros, y punto. Ahora bien, lo que tengo claro es que nunca seré considerado un buen escritor.
¿Por qué?
En primer lugar, porque un escritor tiene que tener de su lado a la diosa Fortuna, y esa señora está indispuesta conmigo (no sé por qué) desde tiempos inmemoriales. A mis 18 primaveras escribí mi primera novela del Oeste; la envié a la editorial correspondiente, y me la devolvieron porque tenía "poco sexo y violencia". Escribí una segunda, que resultó tener "demasiado sexo y violencia". A la tercera va la vencida, y así fue: cuando las perspectivas de publicación parecían hacerse realidad (y con ellas mi sueño de ganarme la vida con un género menor, para poder escribir cosas más serias, como han hecho muchos otros), la editorial se fue a la quiebra.
Muchos años después, y tras el largo periplo de mis obras por editoriales de todo el país, una pequeña empresa catalana se interesó por mis relatos fantásticos; llegamos a un acuerdo, firmamos el contrato, y, a falta de diseñar la portada del libro, la editorial quebró.
Queda claro que la fortuna no me acompaña.
Pero hay también otros factores en mi fracaso como escritor de pro; factores que, a la vista de críticas y comentarios literarios, son insalvables. Enumero unos cuantos:
- Nunca fui miembro de Partido Comunista.
- No estuve en el exilio.
- Mi madre no era puta ni alcohólica, ni me abandonó a los 6 meses en un basurero.
- Mi padre no abusó sexualmente de mí cuando era niño.
- Jamás me hundí en los infiernos de la droga o el alcohol. Si que tuve una cierta afición al sexo, pero no más ni menos que el resto de los mortales.
- No soy gay.
- En la puta vida se me ocurriría plagiar.
- Me importan un carajo las marcas, las modas, las tendencias y los objetos de diseño.
- Soy muy mal hablado.
- Tengo mi propio criterio sobre las cosas importantes de la vida, y la publicidad me resbala.
- No llegué a tiempo para combatir en la Guerra Civil (ni falta que hace)
Las lágrimas afloran a mis ojos, mientras una garra invisible oprime mi corazón y me hunde en el negro abismo de la melancolía, porque había empezado a escribir en plan de coña, pero acabo de darme cuenta de que ... ¡nunca seré un buen escritor!
¡Sniff...!

2 comentarios:

  1. Para mi si lo eres, ahora de ahí a que el "establishment" te lo reconozca es otra cosa, despues de todo con ese "curriculum" que tienes espantas a cualquier editor, ¡je! ¡je! somos dos triunfadores solo que lo sabemopes tu y yo unicamente. Algo es algo, amigazo.
    Un abrazote.

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  2. Oye, pues igual tienes razón: somos dos escritores cojonudos, pero el vulgo no se ha enterado aún. Ellos se lo pierden. Un abrazote, Gus.

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