En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

miércoles, 5 de enero de 2011

La vieja del acordeón



LA VIEJA DEL ACORDEÓN

Ayer la vi.

Acariciaba su viejo acordeón

en una esquina,

y el instrumento replicaba,

agradecido,

emitiendo una vieja canción

deslavazada.

Vendía su escaso arte,

su única posesión, seguramente,

ante la fría indiferencia

de la gente.

Vendía su arte escaso

porque vender su cuerpo

era imposible,

que del paño

agarrado a su cabeza

hasta las botas,

era aún más flaco y parco

que sus notas.

Una gorra en el suelo,

ante la vieja,

apenas albergaba tres monedas

recogidas

bajo la lluvia fría de la tarde,

que lloraba lágrimas

de soledad,

de miedo y sangre.

Ayer la vi.

Lloraba el acordeón

como la vieja,

que miraba, sin ver,

el infinito,

mientras la gente

pasaba indiferente;

lloraba un vals

sin fuego ni pasión,

pero tan triste

que aún resuenan sus notas

aquí, en mi corazón.

2 comentarios:

  1. Que fuerte poesía, que tristeza ver a la vejez pedir, como es el mundo indiferente ante algo así. Verse viejo, solo y sin nada, mejor sería morirse poeta. Mis abrazos a tu sensibilidad, gracias por compartir. Lyliam

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  2. Es agradable comprobar que sigues recorriendo estos territorios sin prisa pero sin pausa, Lyliam, je, je. En cuanto a la mujer del acordeón hay que considerar que verse viejo es una simple consecuencia del paso del tiempo, pero verse solo y sin nada es una consecuencia de nuestros "valores sociales". Besitos.

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