En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Patatas con chorizo

Esta tarde he escuchado una entrevista a dos blogueros en Radio Nacional de España. Me gustaría transcribir sus nombres -por el simple hecho cordial de mencionarlos aquí- pero, lamentablemente, no los he anotado porque en ese momento no estaba pensando en escribir este articulillo. Eran un señor y una señora. La señora escribe sobre moda y el señor sobre cocina. No he prestado mucha atención, ya que no soy experto en cocina y la moda me la trae al pairo, pero mientras tomaba un café he caído en la cuenta de que no estaría mal compartir mis conocimientos culinarios con vosotros, pues, sin ser experto, no me defiendo nada mal delante de un fogón y frente a cazuelas o sartenes. 
Podéis preguntar a mi esposa (que es como la del teniente Colombo: siempre mencionada, pero jamás visible, je, je)
Bueno, pues un plato que me sale muy bien es el archiconocido de patatas con chorizo.
Mi mujer y mi suegra son buenas cocineras y celebran con entusiasmo mis creaciones, por lo que debo suponer que no lo hago mal del todo. Así que a continuación os detallo cómo preparar este delicioso (para mi gusto) y sencillo plato; mejor dicho: cómo lo preparo YO.
Las cantidades que vamos a manejar están pensadas para 2 personas. Supongo que no tendréis problema para hacer los cálculos necesarios si sois más a la mesa.
Pelamos dos patatas hermosas, las lavamos y las troceamos por arranque, es decir que no dejamos que sea el cuchillo el que termine la faena, sino que antes de finalizar el corte tiramos para arrancar el trozo correspondiente, que queda así un poco deforme.
En una olla a presión echáis cuatro o cinco cucharadas soperas de aceite de oliva; lo suficiente para cubrir (o casi cubrir) el fondo de la olla. Podéis ir calentando el aceite mientras procedemos a cortar en trozos pequeños media cebolla, medio pimiento verde y un ajo hermoso por la mitad. Echamos la cebolla, el pimiento verde y el ajo sobre el aceite caliente, y vamos sofriendo ayudados por una cuchara de madera, hasta que los ajos empiecen a dorarse ligeramente (sin dejar que se quemen, ¿eh?) En ese momento añadimos las patatas troceadas, y les damos unas vueltas con la cuchara de madera para que se mezclen con las verduras. Esta operación no nos llevará más de medio minuto. Espolvoreamos las patatas con pimentón (dulce o picante) al gusto, echamos la sal y un pimiento rojo seco (al que le hemos quitado las pepitas), añadimos un trozo de chorizo por persona (yo suelo cortar trozos de unos 50 mm.) y agua suficiente (taza y media; sin llegar a cubrir por completo las patatas), cerramos la olla y la llevamos a ebullición. Alcanzado este punto (que empieza a hervir, vamos) mantenemos el hervor a fuego bajo-medio durante 15 minutos... ¡y ya está!
Si no os salen a la primera, o no me habéis entendido o no me he explicado bien. En cualquier caso no se admiten reclamaciones. Por si acaso -y como en cualquier receta que se precie- aquí van las CANTIDADES PARA DOS PERSONAS:
2 patatas grandes
5 cucharadas de aceite de oliva (aprox.)
1/2 cebolla
1/2 pimiento verde
1 ajo
1 pimiento rojo seco
2 trozos de chorizo (cantidad, al gusto de cada cual)
agua (taza y media aprox.)
pimentón
sal
¡Buen provecho!

lunes, 21 de noviembre de 2011

Indignante acusación contra un perro lazarillo

El pasado 30 de abril, en San Sebastián (España), un sufrido perro guía protagonizó un incalificable suceso del que no fue en absoluto responsable, pero que, sin embargo, manipulado arbitrariamente por la prensa amarillista y buscacristos que tenemos, se convirtió en un baldón que ennegrecerá para siempre el hasta ahora inmaculado honor del pobre can.
Porque los perros, amigos y señores, no tienen presunción de inocencia.
Todos somos inocentes mientras no se demuestre lo contrario... menos los perros, esos nobles cuadrúpedos a los que denominamos falazmente "el mejor amigo del hombre".
La noticia venía encabezada por este contundente titular: "El perro lazarillo era un "porreta"
En síntesis, cuando el invidente propietario del animal fue a bajar del autobús en su parada habitual, percibió que el can no se movía. El chófer avisó a la Policía, a los inspectores de la compañía y al obispo de Calahorra, sin más consecuencias que algún intercambio de palabras ligeramente salido de tono. Una pasajera -sin duda mas avezada en tales lides- tuvo la buena idea de llamar a un veterinario, que se personó en el lugar de los hechos media hora más tarde. Examinó detenidamente al animalito, y poco tardó en dictaminar que el bicho se encontraba fuera de juego a causa del consumo de productos alucinógenos; o sea, que estaba más colocado que el rey en un tablero de ajedrez.
Ahora bien, ¿no es más cierto que, en cualquier caso, el perro lazarillo sería un "presunto porreta"? Por estas tierras, hace pocos días un individuo se lió a cuchilladas con el paisanaje; mató a una persona e hirió a media docena, y los medios de comunicación hablaban del "presunto homicida". Si un tío te pega una cuchillada y es "presunto", más presunto tiene que ser considerado el pobre perro lazarillo, que, además, seguro que no acudió al camello de turno para adquirir la farlopa personalmente, entre otras razones porque el trapichero habría salido corriendo como alma que lleva el diablo, o, como mínimo, no se la habría vendido.
En conclusión, reivindicó la inocencia de este noble animal y su derecho al honor, y exijo un cambio de titular, que debería decir: "El perro lazarillo presuntamente era un "porreta".

jueves, 10 de noviembre de 2011

El poder adquisitivo

Este mediodía he escuchado una información en Radio Nacional de España, que me ha hecho soltar la carcajada en cuanto se me han quitado las ganas de llorar.
La noticia iba de la pérdida de poder adquisitivo de los directivos empresariales.
Lógicamente no puedo transcribirla con pelos y señales, puesto que no soy taquígrafo y además me ha llevado cinco minutos reponerme de la sorpresa, pero más o menos se nos ha dicho a los oyentes de este hermoso país (y a los del extranjero, por el canal  internacional) que los grandes directivos han perdido un 3,5% de su poder adquisitivo durante el pasado año, mientras que el resto de los trabajadores lo ha mantenido. Parece ser que los "currelas" nacionales perciben una media de 22.000 euros anuales (habría que ver cómo se ha obtenido esa media, porque la mayor parte de los que conozco no llegan a los 1.200 euros al mes), mientras que los directivos cobran 75.000 euros al año. 
Las lágrimas fluyen imparables de mis ojos, y mi corazón se contrae de dolor por el sufrimiento de estas personas, de estos heroicos directivos que han sufrido en su propia car... tera, de forma inmerecida, el castigo de nuestros muchos y propios pecados.
Pero sigo prefiriendo un poder adquisitivo de 75.000 euros menos el 3,5%, que el que proporciona un salario mileurista o una ayuda de "reinserción social" de 400 euros al mes.
¡Sin dudarlo; vamos...!

martes, 8 de noviembre de 2011

Anonymous: Operación 20-N (Sólo para españoles, ¿eh?)

Acabo de recibir este sorprendente vídeo que me ha dejado sin habla. ¿Quién osa atentar contra los pilares de nuestra sacrosanta democracia española, cimentados con el empeño fervoroso del PSOE, el PP, CiU y el PNV? 
Lo publico a continuación como llamamiento para que esos hijos pródigos, esas ovejas descarriadas, vuelvan al redil... o para ver si conseguimos dejar de actuar como borregos de una jodida vez.
Saludos.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Prohibiciones curiosas

El universo de las prohibiciones siempre me ha parecido insondable y, en consecuencia, imposible de controlar, por lo que la primera pregunta que me hago cuando veo el correspondiente cartelito impidiéndonos hacer algo (que por otro lado, tampoco haríamos probablemente) es quién demonios habrá puesto eso ahí y por qué.
Usted circula en su automóvil y de pronto empieza a ver letreros de "Obras", '80", "50", "30", "8,5", "1,2", etc. En buena lógica reduce su velocidad de acuerdo con las instrucciones que le están dando los numeritos de la cuneta, cuando, de pronto, aparece una señal de "Fin de prohibición" y aquí no ha pasado nada. Ni obras, ni operarios, ni cojones... ¿Quién puso los letreros? ¿Por qué? ¿Por qué no los quitó en su momento, si realmente hubo obras y ya finalizaron? ¡Ah!, misterios del Universo.
Habrán observado también en algunas ocasiones, la presencia del archiconocido "Se prohíbe pisar el césped". Naturalmente, no suele haber ningún agente de la Autoridad que respalde tal prohibición, por lo que los peatones circulan por el césped, por las copas de los árboles y por donde les sale de los huevos. En mi barrio hay un parque de forma triangular. Los tres lados del triángulo son paseos para que circulen los viandantes, y se complementan con un sendero central a través del "green" (¡qué palabrota!) para los que tienen prisa: ¡pues los jardines están cruzados a diestro y siniestro por sendas trazadas por los pasos del tiempo y de los que van en línea recta caiga quien caiga! Sugiero que las sendas peatonales sean abiertas en parques y jardines un año después de su inauguración: serán los ciudadanos quienes marquen los caminos más adecuados, sin duda; sólo hay que dejarles hacer, como a los elefantes.
Otra prohibición que siempre me desconcierta es aquélla que solemos encontrar en embalses, pantanos, ríos y costas: "SE PROHÍBE EL BAÑO". Normalmente, el letrero está ubicado en zonas agrestes, semisalvajes y de evidente riesgo físico, pero si uno quiere tirarse al agua puede hacerlo sin ningún problema; lo más que le puede suceder es que se ahogue. Y si se ahoga, ¿le van a poner una multa? Porque si sale vivo es que no existía tal riesgo, al menos para él. Lo lógico sería un cartel que dijera: "ZONA DE BAÑOS PELIGROSA. SÓLO PARA NADADORES AVEZADOS". Y que cada uno haga lo que quiera, ¿no?
Ayer estacioné mi coche en un aparcamiento de la la ciudad (eso que ahora se llama "parking"), y a mi izquierda vi una puerta metálica en la que se leía: "PROHIBIDO EL PASO". Me fui, hice un par de gestiones, algunas compras y a la media hora volví. Movido por la curiosidad, me acerqué a la puerta, agarré el picaporte y tiré con fuerza. La puerta estaba cerrada a cal y canto, y no se abría ni con una granada anticarro. Entonces, ¿para qué coño ponen que se prohíbe el paso? Si es que no se puede pasar...
¡Qué cosas...!

jueves, 3 de noviembre de 2011

La deuda griega desde mi punto de vista

Sé perfectamente que la Economía es un entramado complejo y fuera de la comprensión de los ciudadanos normales -de los ciudadanitos-, pero, como siempre digo a los que me quieren escuchar (aunque no me hagan ni puto caso), el hecho de que uno no sea experto en la materia no quiere decir que no pueda opinar, como parece que se pretende en los tiempos actuales, en los que si no tienes diez másters y catorce doctorados pintas menos que la Tomasa en los títeres, y te hacen menos caso que al parte meteorológico de Gambia.
Dicho esto, me reafirmo en que soy un hombre que tiene la mala costumbre de pensar. Y pensando, pensando, he llegado a la conclusión de que la mejor manera de explicarme el problema de Grecia (al menos, para comprenderlo un poco) es rebajarlo a mi nivel, para poder examinarlo de cerca y con cierta familiaridad.
Puede que esté equivocado (no me extrañaría), pero yo veo el asunto de esta manera:
Imagino que Grecia es la familia Fernández. 
Los Fernández, en un momento dado, teniendo en cuenta el dinero que tienen y sus salarios, deciden comprarse una casa más grande, con piscina climatizada y garaje para el "Mercedes". En rigor, para alcanzar ese nivel de vida, deberían esperar diez años, pero prefieren pedir un crédito al mafioso de turno, que accede complacido en vista del substancioso beneficio que la operación le va a reportar.
Los Fernández se instalan y comienzan a pagar su deuda en los plazos previstos.
Durante los dos primeros años.
Porque, pasado ese tiempo, los progenitores se quedan sin trabajo y sin un euro, y el mafioso se queda con un colletón de aúpa.
El mafioso, por su parte, amenaza con romper las piernas de todos los miembros de la familia, pero no contaba con que los Fernández se hicieran fuertes en su mansión, debidamente pertrechados y dispuestos a todo (porque, total, si me van a joder de todas formas, que se jodan también ellos). Como de lo perdido saca lo que puedas, el mafioso les propone que paguen al menos el 50%. Los Fernández aceptan en principio, pero luego recapacitan y responden que verdes las han segado. 
El mafioso se queda sin cobrar.
¿Sí?
No.
El mafioso decide que algún día saldrán de la casa y que ya les pillará, pero, mientras tanto, envía a sus sicarios para que informen al resto de los clientes de que deberán pagar un 5% más de intereses sobre sus créditos, con lo cual el mafioso recupera su dinero (y probablemente más), y la deuda de los Fernández la pagan entre todos los demás.
Yo lo veo más o menos así.
Puede que esté equivocado, por supuesto.