En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

lunes, 21 de enero de 2013

Secretos de Estado

Don Juan Carlos e Iñigo Urkullu - 21-1-2013 (Foto EFE/Ángel Díaz)
Los secretos de Estado son esas historias de las que tratan los políticos y gobernantes en sus entrevistas personales,  en la intimidad de sus democráticos escaños, bajo las húmedas sábanas de sus dormitorios, o en los rincones preferidos de sus restaurantes de cuatro tenedores, pero, eso sí, sin que el pueblo se entere de la misa la media.
Me disponía a iniciar el ataque a un modesto pero suculento plato de cardo con piñones, a eso de las 13,37 hora española, cuando Radio Nacional de España ha tenido a bien informarnos de que su majestad el Rey, don Juan Carlos I, ha recibido esta mañana, en el Palacio de la Zarzuela, al eusko jaurlaritzako lehendakari, o presidente del Gobierno vasco, don Iñigo Urkullu. Cabe deducir que se han saludado cordialmente, etcétera, etcétera, y luego el señor Urkullu se ha interesado por la salud del Rey, que se apoyaba en sus últimamente habituales muletas. Suponemos que don Juan Carlos le ha hecho saber que está como un toro, y estamos seguros de que, a su vez, el Rey ha preguntado al lehendakari por la situación después de las lluvias torrenciales que han inundado media Euskadi. El señor Urkullu le habrá informado de que todo está bajo control, y de que, al menos de momento, no vamos a necesitar patitos de goma para desplazarnos por las carreteras vascas, y ambos han pasado al interior del palacio para mantener la verdadera entrevista, no sin que previamente don Iñigo Urkullu haya manifestado que "no hará declaraciones". El Rey no ha dicho nada.
Estamos en la de siempre.
Nos informan de las gilipolleces; de esos detalles chorras que -pensarán ellos- contribuyen a engrandecer su imagen, pero no nos informan de los temas que realmente tienen importancia, y para lo que fueron elegidos por el pueblo soberano.
¿Soberano?
¡Amos anda, so baranda...!

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