En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Los cigarrillos electrónicos y el principio de precaución

Esta misma mañana, sin ir más lejos, entre otras razones porque no tengo motivo ni necesidad para ir más lejos, con lo bien que estoy aquí, aquí me las den todas; esta misma mañana, pues, escuchaba, a través de una cadena radiofónica española, un interesante comentario sobre los cigarrillos electrónicos, sus posibles perjuicios para la salud y su prohibición dentro de las comunidades autónomas de Cataluña y Andalucía. De hecho, parece ser que la señora ministra de Sanidad, doña Ana Mato, está en contacto con las autoridades comunitarias para poner coto a este humeante desmadre en todo el territorio europeo y parte de Europa.
En el programa de radio antedicho, los expertos intervinientes hacían referencia, una y otra vez, al "principio de precaución", en el sentido de que, como hay sospechas de que los cigarrillos electrónicos pueden ser perjudiciales para la salud, apliquemos el mencionado principio sobre ellos, y, en consecuencia, regulémoslos debidamente o prohibámoslos.
Uno está, en principio, completamente de acuerdo con reforzar las medidas para garantizar la sanidad pública en cuanto sea posible, pero uno también -¡ay, Dios!- es un escéptico como la copa de un pino, porque uno ha sido engañado muchas veces y a uno le han intentando engañar otras tantas. 
Lo primero que uno piensa, después de observar cómo se intenta cambiar la Ley Antitabaco para favorecer la instalación de un megacasino en Madrid, es que quizá alguien esté preocupado porque el auge de los cigarrillos electrónicos perjudica el sacrosanto negocio de las multinacionales tabaqueras. Además, la aplicación del "principio de precaución" en este caso concreto no deja de ser realmente curiosa, puesto que nunca se había aplicado tal principio en las denuncias populares contra las antenas de telefonía, los tendidos de alta tensión, la emisiones de CO2 o las centrales nucleares. 
Y esos sí que son motivos claros y suficientes para extremar las precauciones, ¿eh?
Pues eso.