Superviviente de Navidad, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes, heme aquí de nuevo con más coraje que nunca, dispuesto a mantener el fuego sagrado de este genial blog hasta que se apague (el fuego, no el blog)
Voy a sorprenderos con un nuevo microrrelato, que hará las delicias hasta de los que no sepáis leer.
De nada, querubines.
Ahí va:
SIN NOVEDAD
El Sol se asomó por el horizonte
y comenzó su inspección espacial sobre la Tierra, como todos los días desde
hacía 4.650 millones de años.
Observó con indiferencia los
crímenes, la contaminación, las hambrunas, la deforestación, el estallido de la
vida y la sordidez de la muerte; el heroísmo y la miseria de los seres humanos;
la vileza y la magnificencia de aquella sorprendente especie, que se creía
reina del universo pero que no podría siquiera llegar a comprenderlo hasta que
no mutara su infinita soberbia en la más profunda humildad.
La humanidad seguía malviviendo
inmersa en sus absurdas mezquindades.
Iba a ocultarse tras las
montañas, cuando el cometa Halley le saludó desde lejos:
- ¡Hey!, tío. ¿Cómo va la cosa…?
- Sin novedad, colega; como siempre
para no variar.