Siempre me gustaron las cigüeñas, hasta cuando estaba en edad y momento de que me trajeran un bebé al menor descuido. Gracias a Dios se portaron bien, y sólo me trajeron los justos y necesarios, je, je. Ahora las veo pasar sobre los tejados de mi ciudad, y me quedo prendado de su elegancia, de ese dominio del cielo que parecen ejecutar sin el menor esfuerzo, plenas de agilidad, vigor y señorío.
Hace un par de días fumaba un puro en el balcón de casa, cuando observé cómo una de estas preciosas aves realizaba su acicalamiento personal en la punta de una antena de telefonía móvil. No pude resistir la tentación de realizar una toma de vídeo, que quedó tal cual os muestro a continuación. Que la disfrutéis como hice yo. Feliz Año Nuevo a todos.