En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

martes, 31 de marzo de 2015

Contraste de pareceres (Relato)





CONTRASTE DE PARECERES

—“Érase una vez un hombre llamado Albinus, que vivía en Berlín, Alemania. Era rico, respetable, feliz. Un día abandonó a su mujer por una amante joven; amó; no fue amado; y su vida acabó en un desastre” —El profesor don Florencio Satrústegui Quintanilla, doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, más conocido por el alumnado como Portafolios y Chivoloco, seco de cuerpo y de carácter, largo y apergaminado, hizo una breve pausa, carraspeó, se ajustó sus gafas de montura dorada y, sin soltar el libro que había estado leyendo, se encaró con su joven y abundante auditorio—: Este párrafo sólo puede originar en nosotros dos sentimientos: la más excelsa devoción y una reverencial envidia. ¡Qué expresividad…! ¡Qué capacidad de síntesis…! Podemos afirmar, sin temor a error, que Nabokov ha completado el relato en apenas tres líneas.
              El profesor Satrústegui prosiguió su encendida disertación sobra la obra y valores de su escritor preferido mientras, en la última fila del hemiciclo, el alumno Martínez comentaba con un compañero:
               —Pues a mí el Nabokov me parece un camueso y un pederasta. Al tío le iban las niñitas más que a un tonto una piruleta. Yo creo que Lolita es su autobiografía. Donde estén Hemingway, Vargas Llosa y el mismo Skármeta…
             —Martínez, haga usted el favor de bajar aquí y tenga la bondad de compartir con todos nosotros sus, sin duda, interesantes puntos de vista…    ¿Baja usted, o habré de subir yo a buscarle?, ¡caramba!  —Don Florencio le había sorprendido in fraganti. Era inútil hacerse el tonto o el remolón. Bajó, sin prisa pero sin pausa y se detuvo junto al profesor, que conminó—: Ahora repita usted palabra por palabra su comentario, si quiere mantener alguna esperanza de aprobar esta asignatura. —No había alternativa, así que el bueno de Martínez obedeció dócilmente, provocando la carcajada de un centenar de gargantas juveniles. El profesor Satrústegui, rojo de ira, fue incapaz de contener su furia vengadora—: Pero…, pero…,  ¡es usted un ignorante iconoclasta, un blasfemo y un gamberro de la peor especie! —gritó como un poseso, desencadenando otra carcajada que superó a la anterior en trescientos decibelios.
             —Y usted, un gilipollas —replicó Martínez, hondamente herido en su amor propio.
          Sin saber cómo, se encontraron rodando por el suelo dándose de puñetazos e intentando estrangularse mutuamente. A duras penas consiguieron separarles los de Seguridad cinco minutos más tarde, para conducirles de inmediato a presencia del Rector. La entrevista fue larga, pero su contenido nunca trascendió. Eso sí, al día siguiente el profesor Satrústegui comenzó su clase de la siguiente manera:
             —Hoy hablaremos de la vida y obra de sor Juana Inés de la Cruz…
(Servidor de ustedes)

sábado, 21 de marzo de 2015

Inhumano (Micro)




INHUMANO

Su rostro era la bondad personificada. En cada gesto derrochaba cariño, deferencia, amabilidad y mesura. Sus palabras eran tiernas caricias al oído, y de sus labios jamás surgía una expresión procaz o malsonante. Nadie podía imputarle un acto indecoroso, injusto o jurídicamente punible.
Conforme a los parámetros sociales habituales, resultaba… inhumano.
¡Por eso me costaba tanto confiar en él…!
(Servidor de ustedes)

Cuidado con las profecías




CUIDADO CON LAS PROFECÍAS

Los tarimaras vivían cerca del nacimiento del Gran Río. No eran muchos; apenas diez docenas de individuos morenos, bajitos y delgados, incluidos los niños que, por supuesto, también eran bajitos y delgados. No poseían nada porque la selva les daba todo: refugio, calor, medicinas y alimentos. Hasta los arcos y flechas que utilizaban para cazar y pescar eran de uso común.
Todo era de todos.
También la profecía, escrita con extraños signos sobre una corteza de árbol, que el hechicero les leía con voz sobrecogedora las noches de plenilunio: “Llegarán desde el poniente un día cualquiera, cuando no les esperéis, navegando las aguas del Gran Río en sus grandes canoas, y ése será el principio de vuestro fin…”
Nadie sabía quién había sido el profeta, ni falta que hacía. No hay peor ciego que el que no quiere ver y a río revuelto ganancia de pescadores… y de hechiceros. De hecho, la profecía había sido escrita por un tal Manuel Pires do Nascimento, un brasileño al que la tribu había recogido medio ahogado siete u ocho décadas antes, y que volvió a la civilización luego de recuperarse física y mentalmente, no sin antes haber dejado preñadas a varias jóvenes tarimaras. Cualquier persona capaz de traducir el portugués sólo habría leído en la reseca corteza: “Estas tías están buenísimas; ya me he tirado a seis. Esta noche me espera la hija del jefe.”
Pues bien, como queda dicho con anterioridad, el bueno de Manuel había desaparecido de la memoria tribal –he ahí uno de los inconvenientes de no utilizar historiadores o archiveros-, pero el significado de su ilegible mensaje se mantenía vigente gracias al esfuerzo del abuelo del hechicero, del padre del hechicero y del hechicero actual y superviviente, porque resultaba enormemente útil a la hora de ejercer la indiscutible autoridad sobre cada miembro de la tribu. Era evidente que cualquiera que llegara por el río tendría que venir de poniente, porque el nacimiento estaba no muy lejos de allí, a levante; lógicamente, cuando no les esperasen, porque, ¿cómo iban a esperar a alguien cuya llegada a fecha fija desconocían?; en grandes canoas, claro, porque para navegar el Gran Río se necesitaban embarcaciones fuertes y seguras, lo que ellos sabían de sobra pues navegaban todos los días.
Pero nadie cuestionaba el significado de la profecía.
Por eso, cuando aquella soleada mañana el hechicero lanzó al aire su mortífero alarido de alarma, hombres, mujeres y niños se abandonaron a la corriente con un cuchillo clavado en el corazón.
La profecía se había cumplido.
El profesor Martins, su equipo de colaboradores y la tripulación del “Reina de la Mañana”, todos ellos participantes en una expedición biológica internacional a las fuentes del Gran Río, contemplaron sorprendidos y aterrados el macabro desfile que las aguas les ofrecían. Ignoraban la existencia de aquella tribu; es más, habían dado por supuesto que cualquier presencia humana terminaba muchas millas antes.
El profesor Martins siguió con la vista los cadáveres que el río arrastraba inexorablemente hacia el olvido, mientras murmuraba:
- Caramba; caramba…
(Servidor de ustedes)

jueves, 19 de marzo de 2015

Censurables censuras



El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) ha cancelado la exposición "La bestia y el soberano", en la que se exhibía esta obra de los artistas Ines Doujak y John Barker, intitulada "Haute couture 04 Transport". Parece ser que el conjunto de marras representa a don Juan Carlos I vomitando unas plantitas, mientras es sodomizado por una mujer indígena (ignoro de qué país), que a su vez es penetrada por un perrazo de aúpa. Como siempre, los motivos de la cancelación no están claros, la Casa Real no ha tenido nada que ver en el asunto, y -como decía mi padre- entre todos la mataron y ella sola se murió.
Que conste que el asunto me importa un bledo. Es más, la obra en sí misma me parece de muy dudoso gusto artístico, hablando como simple usuario que tiene que pagar entrada en cada museo de cada ciudad del mundo, si quiere ver de cerca las decepcionantes obras de arte que algunos modernos creadores ponen a nuestro alcance visual. Lo que en realidad me conturba, me sonroja y me indigna, es que diarios acrisoladamente democráticos -en principio-, como EL CORREO y EL PAÍS, ofrezcan la información con todo lujo de detalles, pero sin permitir que los lectores puedan realizar comentarios. No es la primera vez, por supuesto; es más, de hecho se trata de una actitud tercamente repetitiva: cuando el protagonista de la noticia es alguien de la Casa Real -sobre todo don Juan Carlos- se suprime el habitual apartado de comentarios. 
En mi opinión es una censura muy censurable, sobre todo en un país en el que existen libertad de expresión y de Prensa.
- ¿Eh? ¿Está usted tonto, o qué...?

miércoles, 18 de marzo de 2015

Cómo escribir una novela




CÓMO ESCRIBIR UNA NOVELA

“Sentado en el largo banco de madera, único mobiliario de la angosta y solitaria sala, esperaba que se abriera la puerta de roble tras la cual el abad controlaba con mano de hierro vidas y haciendas.”
Todo escritor sabe que lo más difícil de cualquier obra es enfrentarse a la página en blanco, así que he decidido ofrecerte el primer párrafo para que no tengas problemas. Ahora sólo has de rellenar otras 700 páginas y listo.
¡Ah!, y si encima puedes firmar Ken Follet, ni te cuento…
De nada.

jueves, 12 de marzo de 2015

Publicidad engañosa



Creo que la publicidad es el arte de engañarnos en provecho de terceros, y no habrá quien me saque de ahí ni de broma. Por eso no me gusta. Dicho esto, es obvio que la publicidad siempre será más o menos engañosa, aunque el engaño puede tener dos direcciones diferentes: una hacia el usuario (nosotros) y otra hacia el publicista (que puede resultar autoengañado en sus teóricos resultados)
Ejemplo de este último caso lo tenemos en el presente cartel, que el Ayuntamiento de Vitoria ha distribuido profusamente por toda la ciudad, siguiendo la moda actual de las campañas en pro de la transparencia (a buenas horas, mangas verdes) El propósito del publicista, visto sin duda con los mejores ojos por su clientela, consiste en convencernos de que el "nuevo portal de transparencia municipal" nos va a permitir ojear hasta debajo de las alfombras de la casa consistorial, y para ello coloca la lupa -símbolo de inmaculada nitidez- ante el edificio municipal, sin darse cuenta de que lo verdaderamente transparente es la lente en sí, ya que el edificio sigue tan herméticamente macizo, sellado e impenetrable como siempre.
En consecuencia, el cartel nos proporciona una verdadera alegoría de la actual realidad política: todas las actividades de nuestras instituciones son transparentes, pero ustedes no van a ver ni torta.
Con lo que puede conseguir exactamente el efecto contrario al pretendido.
Pues eso.