INHUMANO
Su rostro era la bondad personificada. En cada gesto
derrochaba cariño, deferencia, amabilidad y mesura. Sus palabras eran tiernas
caricias al oído, y de sus labios jamás surgía una expresión procaz o
malsonante. Nadie podía imputarle un acto indecoroso, injusto o jurídicamente
punible.
Conforme a los parámetros sociales habituales, resultaba…
inhumano.
¡Por eso me costaba tanto confiar en él…!
(Servidor de ustedes)
Ay, a donde hemos llegado, que ya ni de las buenas acciones nos fiamos. Es tan raro encontrar a alguien con tan excelentes actitudes, que resulta muy sospechoso, jajaja.
ResponderEliminarMuy agudo en tus relatos Joe.
Un abrazo.
Creo que aún no he encontrado a nadie así, je, je. Un abrazote, Elda.
EliminarEso me pasaría a mí también. Desgraciadamente no conozco a nadie que no tenga algún defecto. Difícilmente podría aplicarlo a la realidad.
ResponderEliminarPues sí, desgraciadamente. Sólo tenemos una opción para caminar por la vida: estar siempre muy atentos.
ResponderEliminar