En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Al sol que más calienta




Las palomas reposan tranquilas bajo el tibio sol de un mediodía de finales de verano. Algunas picotean partículas alimenticias en la yerba; otras se picotean entre ellas. Disfrutan del calorcillo, protegidas del fresco viento por los arbustos del jardín. Todo es paz y tranquilidad. Sólo el fotógrafo irrumpe -bien que de lejos- en su placidez, procurando molestar lo menos posible.
Cuando el fotógrafo se retira lentamente, con su cámara a buen recaudo, para saborear un cigarrillo en el otro extremo del jardín, suena una palmada como un disparo. Las aves se dispersan enloquecidas en todas direcciones. 
Habrá sido algún niño travieso.
Pues no.
Es un vejete de pelo blanco y espalda encorvada, que parece disfrutar asustando al grupo de volátiles. Algunas palomas vuelven de inmediato, y el anciano repite su disparo manual con una mueca ligeramente perversa en su arrugado rostro. Nueva desbandada.
Dicen algunos que las palomas son ratas con alas, pero supongo que es porque no conocen a las ratas ni a las palomas. Acaba de pasar una señora con su nieto, y le iba diciendo:
- Mira; mira las palomitas, qué guapas están ahí tomando el sol.
Que yo sepa, ninguna abuelita ha dicho nunca a su nieto eso de "Mira que guapas están las ratitas, nene"
Con el viejo fuera de escena, las palomas vuelven a ocupar sus cómodas posiciones en la yerba. 
Por poco tiempo. Una señorita hace su aparición acompañada por un "bóxer" jovenzuelo y juguetón, que carga contra las aves con más alegría y coraje que los sioux contra Custer. Esta vez la desbandada es total y definitiva, porque el can se hace dueño absoluto del jardín.
Así son las cosas.
Cabe extraer de lo anterior una utilísima moraleja: Permanece siempre atento, porque cuando más tranquilo estés vendrá alguien a tocarte los huevos.

2 comentarios:

  1. Jajajaja, ay que me troncho contigo Joe. Me ha encantado la historia, pero la moraleja es "total" (como dicen los pijos).
    La verdad es que las palomas en el campo no molestan, pero si las estatuas de las ciudades y los aleros de los edificios pudieran hablar... jajaja.
    Me ha encantado pasarme por aquí. Un abrazo.

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  2. Bueno, todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes. ¿Y lo bien que te lo pasas echando miguitas de pan a las palomitas y peleándote con la gente que no quiere que se le echen miguitas de pan a las palomitas...? Un abracete, Elda.

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