En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

martes, 20 de diciembre de 2016

jueves, 10 de noviembre de 2016

Joe´s Autumn




JOE’S AUTUMN

Ocre en las ramas.
Ocre en las nubes lejanas
del poniente.
Ocre revoloteando
en las frías aceras
de la urbe.
La verde yerba,
durmiendo agazapada
bajo el manto
silencioso y espeso
de la hojarasca ocre.
Ocre en el Sol y la Luna,
en las estrellas
y en aquellos profundos
y amorosos
ojos que tú tienes.
Blanco en mis sienes.


lunes, 31 de octubre de 2016

El bosque misterioso


Siempre es un enorme placer recorrer el bosque, en cualquier época del año. Lejos del tráfago ciudadano, de la contaminación y del hormigón, el espíritu se remonta sobre los árboles silenciosos haciéndose uno con ellos; con el misterio de la Naturaleza, del que forma parte y al que pertenece desde siempre. 
Y si el Sol nos hace guiños entre la fronda y la niebla, hasta podemos hacer unas fotos preciosas.
Como las que os muestro a continuación.
































lunes, 17 de octubre de 2016

Frases hechas



FRASES HECHAS



Desde el “Alea jacta est” de Julio César, hasta el “Sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas” (“Sangre, sudor y lágrimas”, según otros) de Winston Churchill, hay multitud de frases hechas que se vienen utilizando con más o menos oportunidad y frecuencia a lo largo de los tiempos y hasta el momento presente. Están tan manidas, en su mayoría, que son consideradas por el vulgo como infalibles asertos, indiscutibles e indiscutidos. Hay una, muy buena, que sólo voy a mencionar de paso y un poquito más, cual es aquélla de que “Cualquier opinión debe ser respetada”. Tales de Mileto, en el siglo VI a.C., defendía que la Tierra era plana, y Anaximandro, su discípulo, que tenía forma de cilindro. Es evidente que las opiniones de estos dos antiguos personajes no podían ni debían ser respetadas.
Hoy en día, en buena lógica, siguen empleándose las frases hechas sin ton ni son como broche de oro o alegato irrefutable de cualquier discusión o debate. Sin ir más lejos, un oyente de RNE, simpatizante del movimiento independentista catalán, aseguraba hoy que “La democracia es el respeto a los votos”. Dicha así, la afirmación parece universal e indiscutible, pero si te metes en profundidades meditativas y asépticas la cosa cambia, porque –por ejemplo- yo puedo reunirme con mi cuadrilla en el bar del barrio y decidir por 8 votos a favor y 2 abstenciones que nos vamos sin pagar, acto que tendría muy poco de democrático y mucho de filibusterismo. Deduzco, en consecuencia, que la democracia es mucho más que el mero respeto a determinados votos.
Se maneja también profusamente en los tiempos que corren eso de que “Exigimos el derecho a decidir”, que en principio, y a mi modo de ver, lo único que tiene de malo es lo de “exigimos”. Se ha perdido el sentido de la cortesía. Ya nadie pide las cosas por favor, o rogando o con simple amabilidad. Todo el mundo exige. Todo el mundo tiene derechos, pero nadie tiene obligaciones. Sea.
Aparte de eso, lo del derecho a decidir tiene dos contrapartidas: tus conciudadanos también tienen derecho a decidir, y nadie puede ejecutar la decisión tomada si va en contra de los intereses de los demás. En otras palabras, el derecho a decidir choca con el derecho de los demás a decidir que tú tengas o no derecho a decidir, pero ninguno de los bandos está legal o democráticamente habilitado para ejecutar tal decisión.
Por eso preferimos como forma de gobierno la democracia y no las frases hechas, aunque ambas sean generalmente inútiles.

domingo, 16 de octubre de 2016

Expediente 01/4294943




Antes de ayer me llegó una multa por exceso de velocidad. Por lo visto, circulé a 92 km/h. por una zona limitada a 80 km/h. Son 100 eurillos reducidos a 50 por pronto pago. 
Sin entrar en discusiones sobre quién, cómo y cuándo establece los límites de velocidad, o con qué criterios lo hace, cuelgo a continuación un relato que escribí hace unos 20 años por el mismo motivo, es decir cuando recibí la multa anterior por circular a 86 km/h. en una zona limitada a 60 km/h. Disfrutadlo, que merece la pena. Creo.


EXPEDIENTE 01/4294943

Dos asertos han cautivado mi atención durante años; dos asertos que, de tanto usarlos, se han convertido en verdaderos axiomas: "La Justicia es ciega" y "Dura lex, sed lex".
¿Tendré alma de rebelde anarquista a ultranza?
Sinceramente, pienso que no.
Desde que abandonamos las tribus para vivir en grandes comunidades nos hemos ido transformando, poco a poco, en gigantescos rebaños de borregos que —por miedo a las alimañas— eligen democráticamente —los que pueden— a sus propios pastores y perros guardianes, con el inconveniente de que pastores y perros pueden degenerar en feroces depredadores que arrasen el rebaño impunemente y desde dentro.
El rebaño es controlado a base de leyes, normas, códigos, mandatos, ordenanzas, etc., etc., etc.
Bien está, pero, ¿qué debe prevalecer, la letra o el espíritu de la Ley?
La Justicia no es ciega, por mucho que se empeñen en ello quienes tienen interés en que así lo creamos, pues facilita notablemente su labor. Si alguna característica debe tener la Justicia para ser aceptada como tal ha de ser, sin duda, una vista de lince, que le permita discernir con meridiana claridad, entre las atenuantes y agravantes de los hechos, la exacta responsabilidad del enjuiciado.
De esa forma, la Ley dejará de ser tan dura.
Porque la Ley es siempre dura cuando se aplica con injusticia, o sea, cuando la Justicia es ciega.
Hemos creado una maquinaria social kafkiana, capaz de autoalimentarse y de crecer por sí misma —y capaz, también, de justificar su existencia con argumentadas razones— cuyos dientes, tarde o temprano, nos alcanzarán.
Y la máquina puede escucharnos, dialogar y comprender nuestros planteamientos y quejas, pero el acceso a sus centros de control está tan lejos de nuestro alcance como la Estrella Polar. La máquina nos oye y nos comprende, pero no puede dejar de funcionar por nuestra causa. El bien común está por encima de los intereses particulares, pero sucede que el bien común... ¡es la SUMA de todos los intereses particulares!
Incluyendo el de usted y el mío.
Hace algún tiempo recibí, como una cuchillada por la espalda, la notificación de denuncia identificada como "Nº. de expediente 01/4294943". La rueda de la Justicia se había puesto en marcha contra mí.
La infracción era GRAVE, el tipo de denuncia OBLIGATORIO y el precepto infringido el "Real Decreto 13/92 en relación R.D.L. 339/90".
Como hecho denunciado figuraba el siguiente:
"Circular a 086 km/h. teniendo limitada la velocidad a 060 km/h. tratándose de limitación especificada fijada por señal.
Velocidad medida por cinemómetro Multanova —¡atención al nombrecito del tal aparatejo cinemómetro!— 6F.O.C. METR. 15-11-84
Antena de Radar nº. 119
Agente denunciante: 02232
Causa de no notificación: Agentes realizando otra denuncia.
Puede usted consultar la fotografía en este Servicio."
El importe de la multa era de veinticinco mil pesetas, y en la letra pequeña del documento informativo se me comunicaba que tenía derecho a presentar un Escrito de Alegaciones.
Finalmente, a pie de página, una NOTA MUY IMPORTANTE especificaba que en caso de infracciones graves o muy graves podría perder el carnet de conducir durante tres meses.
Fue como si el Universo se me hubiera venido encima de golpe.
¡Hacerme esto a mí, al mejor conductor de Euskadi Sur...!
Clamé al Cielo y tampoco me oyó, así que me armé de pluma y papel, de valor y de argumentos y, después de repetir por dos veces el recorrido en el que había sido sancionado, redacté un comedido pero suficientemente expresivo Escrito de Alegaciones, que remití por correo certificado a la atención de la señora Instructora del susodicho expediente.
Aducía, en mi descargo, mis trescientos cincuenta mil kilómetros recorridos por carreteras de España, Portugal, Francia y Bélgica, sin ningún accidente en mi haber; la antigüedad de mi Permiso de Conducir, de casi treinta años, sin haber sido sancionado jamás en carretera; mi pericia como conductor, capaz de circular a 120 km/h. entre Barcelona y Logroño, con niebla cerrada; la inexistencia de limitación de velocidad a 60 km/h. en el tramo citado por el agente denunciante, que realmente estaba limitada a 80 km/h y, finalmente, que los policías no me hubieran comunicado la infracción "in situ", como es preceptivo. Mi escrito terminaba con la tajante aseveración de que no creo en la Justicia humana que, además, en este caso, era una auténtica injusticia.
Me las prometía muy felices, con mi alarde expositivo y sincero, y durante una semana casi llegué a confiar —no sé por qué— en que mi carta cayera en manos de una persona en vez de en la memoria de un ordenador.
Entonces recibí la respuesta.
¡Horror y desolación!
¡Mi gozo en un pozo!
El Agente 02232 explicaba a la señora Instructora —según pude leer aterrorizado en la fotocopia que se me adjuntaba— cómo el punto kilométrico donde se había producido mi infracción no era el que yo pensaba —de acuerdo con mi cuentakilómetros—, sino un lugar situado cinco kilómetros antes. Añadía el Agente 02232, textualmente, para finalizar su informe: "...aunque la pericia de este conductor es increíble, las normas de circulación son iguales para todos los conductores."
¡La guerra es la guerra para todos!
No hay distinción de razas, sexos o religiones; ni buenos, ni malos; ni guardias, ni ladrones. El que la hace, la paga.
"Dura lex, sed lex"
Soy tan imbécil que, a pesar de todo, mentalmente enajenado y enarbolando la bandera de mi buena fe como un nuevo Ricardo Corazón de León en desigual combate contra la injusticia fanatizante, me dirigí presuroso hacia la correspondiente Oficina no sin antes detenerme  —eso sí— en un telecajero, para hacer provisión de fondos por si acaso.
Tranquilo, con el ánimo sereno, revestido con esa casi áurea majestad que proporciona el saberse en posesión de la verdad, me enfrenté a la funcionaria de turno que, por cierto, resultó una persona simpática y agradable. Después de un breve intercambio de saludos, solicité entrevistarme con la señora Instructora de mi expediente. Creí que se me negaría la audiencia, pero no fue así. En pocos minutos, la señora Instructora estaba frente a mí, al otro lado del mostrador.
Toda mi ferocidad, todo mi rencor, todo mi afán de justicia, toda mi sed de venganza cayeron por los suelos.
Me había preparado mentalmente para enfrentarme a una matrona sin sentimientos; para desmenuzar sus argumentos leguleyos sin compasión y satirizar su hombruno proceder y su sometimiento a un sistema corrupto, ineficaz e injusto. Me había entrenado para luchar contra un enemigo feroz e implacable... y me encontré delante de una chiquilla morena y menudita que, con una sonrisa en los labios, me preguntaba qué deseaba. ¡Cielo santo, si podía ser mi propia hija...!
Casi con un susurro le expliqué mi personal punto de vista sobre su expediente sancionador. Le hice ver cómo, en ningún momento, mi acción hizo peligrar vidas o haciendas. Le remarqué la inutilidad del radar, que sólo puede usarse en tramos de carretera rectos y de perfecta visibilidad donde, en consecuencia, menor riesgo existe para el tráfico. Me ratifiqué como un conductor modelo, digno de ser admirado y emulado, consciente de su responsabilidad en cualquier momento. Le expliqué la inutilidad de la mayoría de las señales de tráfico, cuyo único resultado es despistar al conductor en muchas ocasiones.
Ella me escuchó atenta y solícita, sonriendo de una manera encantadora y comprensiva —¡tan menudita y tan morena!—. Cuando terminé mi discurso, me dijo:
—Comprendo muy bien todo lo que me dice, pero las quejas de ese tipo debe presentarlas en el Servicio de Carreteras de la Diputación. Nosotros nos limitamos a hacer cumplir las normas.
Le dije que sí y añadí, en el colmo de la inspiración:
—Tengo la impresión de haberme confesado a través de esta ventanilla. ¿Podría darme su bendición?
Se alejó riendo, mientras ordenaba a una de sus subordinadas:
—Agurtxane, cóbrale a este señor esa multa de veinticinco mil pesetas.
Todavía tuve tiempo para preguntarle:
—Oiga, ¿me van a quitar el carnet de conducir?
—No; eso lo hacemos cuando las multas son superiores a treinta y cinco mil pesetas.
Ahora tengo veinticinco mil pesetas menos y un recibo con el número 8460, clave de caja U491, que corresponde al expediente 01/4294943.
El Sistema ha vencido de nuevo.
¡Maldito sea Henry Ford y los que inventaron las señales de tráfico!
Los dientes del engranaje se han cerrado sobre mis mórbidas e inocentes carnes.
Quise salirme del rebaño y quizás lo conseguí, pero todavía estoy demasiado cerca, al alcance de los pastores y de los perros, que aplican contundentemente cayados y dientes sin preocuparse de hacer distinciones entre churras o merinas, porque a ellos les importa un rábano la raza del borrego, siempre que siga siendo borrego y no intente escapar. Todos somos iguales ante la Ley.
Me parece que, una vez más, me han tomado el pelo.
"Dura lex, sed lex"

martes, 4 de octubre de 2016

Me gusta Santoña


En septiembre me di un garbeo por Santoña. Me puse morado de rabas, degusté las excelentes anchoas, vi a don Miguel Ángel Revilla, recorrí detenidamente el mercado del sábado, y hasta presencié una corrida de toros en la que a los matadores triunfantes les regalaban un hermoso bonito del norte en vez de (por ejemplo) una pitillera. También hice alguna que otra fotografía, como os muestro a continuación. Por cierto, me gusta Santoña; la mar...



La bahía de Santoña
Monumento a Juan de la Cosa


A mal tiempo, buena pesca...


¡Cómo llovió un día!

Playa de Berría

Puesta de sol sobre las marismas

Pesqueros


Vista del puerto deportivo





martes, 27 de septiembre de 2016

El hombre de nieve




EL HOMBRE DE NIEVE


El hombre de nieve
ni busca ni sabe
lo que le conviene,
y no se previene
contra lo que viene
el hombre de nieve.
No abrirá la boca
el hombre de nieve
si le sobreviene
lo que siempre viene
cuando uno conviene
ser hombre de nieve.
No escucha palabras
el hombre de nieve,
ni miradas tiene,
y el año que viene
ya estará olvidado
el hombre de nieve.
El hombre de nieve
rebosa de frío
y frío no tiene,
porque se mantiene
como aliento frío
de la fría nieve.
¿Quieres ser, amigo,
un hombre de nieve?

domingo, 14 de agosto de 2016

El confort al alcance de todos los vitorianos



El ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, en su afán por proporcionar bienestar a todos sus ciudadanos, va a instalar un nuevo tipo de mobiliario urbano mucho más cómodo y funcional que todo lo anteriormente visto y usado. Este precioso sillón de la foto, ubicado ya en las cercanías de la plaza de Juana Jugan, sustituirá a los antiguos e incómodos bancos de madera como el que aparece tras él. ¡El progreso es imparable!

viernes, 12 de agosto de 2016

Desnudo




D E S N U D O


Desnudo vine al mundo;
desnudo en cuerpo y alma;
desnudo, como el implacable invierno
dejó al roble y al haya.
Y tuve que vestirme
según vuestras costumbres,
con hábitos modosos sobre el cuerpo
y sucia podredumbre
para cubrir el alma,
en plena integración
con el falaz entorno carcomido
que es "civilización".
Viajando cuesta abajo,
después de muchos años
de estúpida existencia día a día,
hoy encuentro redaños
para soltarme el pelo
—el poco que me queda—
y pensar lo que quiero y por mi cuenta
rompiendo mis barreras.
Hoy vuelvo a estar desnudo
como recién nacido,
ansiando revestir aquel ropaje
que tenga merecido.
Debajo del vellón
balé como cordero,
como y cuando me habíais ordenado
desde mi nacedero,
pero tomé conciencia
de que soy hombre libre;
de que puedo vestir y comportarme
como león o tigre.
Elijo estar desnudo.
Así, cuando me vaya,
me envolverá el Universo en esplendor
como al roble y al haya.

miércoles, 20 de julio de 2016

De película




DE PELÍCULA

—Fue tan sólo un beso…
—Fue algo más que un beso…
En un telefilme
los protagonistas
se decían eso.
Por más que discurro
el significado
del diálogo abierto
de los dos amantes,
su fondo no acierto.
Pues, vamos a ver,
si fue sólo un beso,
¿puedo colegir
que después de dado
ambos dos queridos
perdieran el seso?
Cabe en lo posible
—que un beso es un beso—,
pero al menos uno
salvó su razón
pues que defendió
que fue sólo eso.
Ahora bien, el otro
amador sincero
dejaba entender,
con mirada fija
de gato de yeso,
que fue más que un beso.
¿Qué cosa fue, pues?
¿Un viaje a la tierra
de nunca jamás…?
¿Una glosa loca
a la libertad…?
¿La tela de araña
tejida en silencio
con hilos de miedo
y sed de maldad…?
—Fue algo más que un beso…
¿Un trozo de queso
untado en el pan…?
¿La noche, la vida,
el amor, la duda,
el negro recuerdo
de un día fatal…?
¿La profanación
profunda y total
del himen honrado
antes virginal…?
En fin, yo no puedo
sacar conclusión
de lo que he escuchado
en esta ocasión,
después de poner
toda mi atención
en un burdo filme
de televisión.
—Fue tan sólo un beso…
—Fue algo más que un beso…
Fue una tomadura
de pelo alevosa
mayor que un expreso.

miércoles, 22 de junio de 2016

En el hayedo





EN EL HAYEDO


No hay mundo
en el hayedo,
ni demonio, ni carne,
cuando el rojizo sol
de media tarde
perfora la enramada
para grabar sus guiños
en la alfombra
de yerba y tierra parda.
El mundo se perdió
en la lejanía,
como el tiempo;
ahora sólo hay presente
sin mañana ni ayer,
tejido por los troncos y las ramas
en un cálido manto
que envuelve silencioso
con perfumado encanto.
Aquí no hay más demonios
que los demonios propios,
capaces de enrollar
con sus cadenas
de vicio y de dolor
al alma más serena
si el alma no está alerta;
si el alma adormecida
al conjuro del bosque no despierta.
La carne que atormenta
y quema como fuego,
y arrastra en torbellino
de lóbregas pasiones,
se convierte en amor
envuelto en el celaje
de la profunda fronda,
donde el jilguero canta
y trina el ruiseñor.
Pululan los insectos
en el éter pausado,
semejando pavesas
bajo el sol irisado,
y los pájaros saltan
de una rama a otra rama
e investigan, curiosos,
al paseante amigo
que aquí busca reposo.
Si quieres encontrar
la paz que habías perdido;
si este mundo vacío
carece de sentido
y sigues caminando
con rumbo indefinido,
mi experiencia te cedo:
encuéntrate a ti mismo
en el hayedo.

sábado, 4 de junio de 2016

Háblame, Orenda




HÁBLAME, ORENDA

Háblame, Orenda,
desde las profundas,
ignotas e insospechadas
cavernas de mi yo;
desde la danza verde
que la yerba ejecuta en la pradera,
enlazando a la brisa por el talle;
desde el fulgor
del Sol resplandeciente;
desde el pálido beso de la Luna.
¡Háblame, Orenda!
Háblame sin palabras
por encima de las barreras
del tedio y del terror.
Yo escucho.
Háblame en la voz cantarina
de las fuentes;
en el invisible aleteo de las aves
que se buscan con amor
por la enramada;
en el grito de guerra
del azor;
en la escritura volátil y perpetua
que trazan cada día
las nubes en el cielo;
en el copo de nieve
y en el hielo;
en el silencio preñado de misterios
que guarda en sus entrañas
la impenetrable niebla;
en la huella del jabalí furtivo,
y en la danza festiva
del joven juguetón pequeño zorro
casi recién nacido.
¡Háblame, espíritu inmortal!
¡Háblame, Orenda!
El mundo golpea en mis oídos
como el  bravío mar contra un falucho,
buscando aniquilar mi pensamiento
pero, a pesar de todo,
yo te escucho.