En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

lunes, 4 de diciembre de 2017

La hayas de Legaire (videopoema)



Espero que os guste. Está basado en hechos reales, je, je. 

jueves, 10 de agosto de 2017

El maestro




E L   M A E S T R O


Hoy me encontré con uno
que dicen que es poeta
y maestro de vates.
Me pareció oportuno
mostrarle mi carpeta,
esperando anhelante
la conseja brillante
que venera y respeta
cualquier sutil alumno.
Miróme con descaro
enarcando las cejas,
y calóse las gafas
detrás de las orejas,
ojeando los folios
con aire displicente.
—Aquí dice serpiente.
—Lo requiere el poema.
—Yo siempre escribo sierpe.
—Disculpe “usté” el fonema.
—No te veo futuro
en la Literatura
Demasiado versado…
Demasiada factura…
Estoy obnubilado.
¡Qué “desengañadura”!
En mi primer contacto
con un poeta, capto
que no estoy a la altura
ni en verso ni en cultura.
¿Qué puedo hacer, Dios mío,
si mi libre albedrío
me guía hacia el desastre,
me lleva a la tortura?
—Dígame usted, maestro,
cómo hacer poesía
profunda y verdadera.
No quiero ser hortera
ni chulo en demasía,
ni parecer siniestro.
¡Le juro por mis muertos
que seguiré su ejemplo!
Chupó la pipa serio,
mesándose la barba
con gesto de don Dios.
Iba a decirle adiós
besándole la calva
cuando oí su criterio:
—Rimar ya no es preciso,
ni respetar las normas.
Hay que estar en vanguardia,
y no en la retaguardia
usando viejas formas
del tiempo de Narciso.
—Los versos de Zorrilla,
de Rubén o Machado,
¿no tienen validez?
Parece estupidez
dejármelos de lado
de forma tan sencilla.
Respondió con orgullo,
hinchando el flaco pecho
debajo de su “kaiku”:
—¡Yo sólo escribo haikus!
Tres líneas con provecho
provocan el murmullo
de la feliz audiencia,
que premia mi trabajo
con gloria y con dinero,
porque soy el primero
componiendo a destajo
sin orden ni clemencia.
—Pues dígame un modelo,
maestro de poetas,
que escucho venerando.
¡Estoy ya disfrutando
de las muchas pesetas
que colmarán mi anhelo!
Alzó la vista al cielo
entornando sus ojos,
y habló tan roncamente
que, temblando mis dientes,
postréme allí de hinojos,
llorando sin consuelo:
En la verde luz del crepúsculo
recuerdo tus alados suspiros
y cae la hoja.
Carraspeó, y otra:
Negro tormento del verano impío;
placer infame del sexo sudoroso
en el azul del mar.
—¿Ya está?
Miróme con fijeza
no exenta de extrañeza,
diciendo con certeza:
—Eso es la poesía
moderna, ciudadano.
¡A ver si lo comprendes!
Porque si no lo entiendes,
pide trabajo ufano
en otra cofradía.
De Bécquer me acordaba;
de Góngora, de Lope
y del gran Juan Ramón,
y dije a este mamón
partiéndome al galope
algo que así sonaba:
—Si tú eres un poeta
yo soy los Reyes Magos,
Tarzán y Cenicienta.
Pon atención atenta:
mejor inspiración
que tú,
y glosa más discreta,
tiene mi primo Antón
en la bragueta,
conque... ¡hasta nunca,
maestro de poetas!

(Servidor de ustedes)

viernes, 16 de junio de 2017

Cantos de soledad







CANTOS DE SOLEDAD


I



¿A quién he de culpar

si tengo el corazón paralizado;

si, en vez de roja sangre,

por mis podridas venas

apenas se desliza,

como mortal serpiente inanimada,

un torrente de arena?

¿Quién podrá consolar

—de qué manera—

este vivir que es muerte

estrafalaria, inútil;

que es apagón de llama;

que es quimera?

Sólo puedo sentir

que no puedo sentir

lo que sentía,

y este torpe marchar

tan sin sentido

es ceguera que se troca

en agonía.


II



Hago como que hago

para matar el tedio

y llenar, con un soplo de vida,

esta cruel soledad

que es un lamento.

Dichoso el perseguido;

feliz el denostado;

gentil el criminal

que borra su pasado

con trazos de honradez

en cualquier lado.

Mas desgraciado el hombre

que antes fuera certero,

seguro de sí mismo,

cuando se encuentra solo

al borde del abismo.

Hago como que hago

para matar el tedio,

mientras cada segundo

va arrancando, a bocados,

mi vida sin remedio.


III



Maldito día gris

que en lluvia rompes

aquel bruñido azul

del limpio cielo.

Maldito día gris

que lloras sangre

brotada de mi carne

y de mis huesos.

Tu empañada mirada

es mi mirada;

tus errantes celajes

son mi alma;

tu tétrico vacío

me acongoja

y transforma en terror

mi tensa calma.

Si hasta la luz del Sol

me fue negada

y ya escuchar no puedo

el canto de las aves,

que buscaron cobijo

en la enramada,

habré de hallar mi fuerza

en mis pesares.

Negras puertas cerradas

a mi paso,

no escucharéis mi voz

ni mi lamento:

el roce de mis pies

entre la niebla

llave de oro ha de ser

en su momento.

Maldito día gris

que en frías dudas

conviertes mis certezas

más tozudas.

(Servidor de ustedes)

jueves, 30 de marzo de 2017

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He dicho.

sábado, 18 de febrero de 2017

Del reino mineral (Poema)




DEL REINO MINERAL


La pose sonriente,
hierática y forzada
de una estatua de mármol;
mirada penetrante
de azabache
fundida en pedernal
con soberbios destellos
de diamante;
mejillas de alabastro
inmaculadas,
puras,
e impasibles
y duras,
en las que
ni cariño ni bondad
dejaron rastro;
cruel boca de rubí;
dientes de nácar;
firmes y airados senos
de obsidiana;
cabellos de oro puro;
muslos prietos y duros
como acero;
pies de blanco marfil
y andar seguro,
que ponen en los míos
mil pasos vacilantes
e inseguros;
mente de sílice;
alma de cuarzo;
cerrado y oxidado corazón
de magnetita;
sentimientos de plomo;
impenetrable amor
forjado en malaquita...
Creo que eres,
más que mujer fatal
y ansiada amante,
un vil representante
de los seres
del mundo mineral.
(Servidor de ustedes)

lunes, 23 de enero de 2017

Contabilidad analítica (poema)





CONTABILIDAD ANALÍTICA


Mil una, mil dos, mil tres,
cuento las estrellas
cuando no me ves,
mil una, mil dos, mil tres,
y las olas locas
con brillo de pez.
Mil una, mil dos, mil tres,
recorro las leguas
detrás de mis pies,
mil una, mil dos, mil tres,
buscando en tus brazos
otro amanecer.
Mil una, mil dos, mil tres,
tu desdén me hiere
una y otra vez,
mil una, mil dos, mil tres,
y a pesar de todo,
pérfida mujer,
mil una, mil dos, mil tres,
me voy de tu lado
pensando en volver.
(Servidor de ustedes)