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Si yo fuera un conspiranoico

Hitler tardó más o menos un mes en ocupar completamente Polonia. Las fuerzas armadas rusas, que triplican en hombres a las ucranianas, se dedican a bailar un tango -pasito adelante, pasito atrás- sobre el territorio invadido, mientras el presidente Zelenski -que hace algunos años actuaba en los programas navideños de la televisión rusa- no cesa en su actividad de celebrar las victorias del ejército ucraniano, mientras el señor Putin no deja de deponer a sus principales mandos en la invasión. Y así llevamos nueve meses.

Ahora bien, si yo creyese en conspiraciones y fuera un conspiranoico, estaría con la mosca detrás de la oreja al chequear los momentos cruciales de esta situación que vivimos actualmente. Porque es muy curioso que el 16 de junio de 2021, los presidentes Biden y Putin se reunieran durante 4 horas en Ginebra, para tratar temas de mutuo interés, entre ellos la posibilidad de neutralizar posibles ataques cibernéticos, y que esta reunión terminase con unas declaraciones en las que ambos se mostraban afables, conciliadores y muy satisfechos.

Claro que esto no tendría demasiada importancia si no fuera porque el 11 de febrero de 2022, el presidente Biden avisa a todos sus aliados, y al mundo entero, de que cree que Putin ha decidido invadir Ucrania (?)

El 14 de febrero (San Valentín), los señores Biden y Johnson (UK), que parecen tener unas ganas del copón de que se desencadene una guerra a la mayor escala posible dentro de unos límites razonables, anticipan una "crisis prolongada" para Rusia si ataca a Ucrania. 

Y el 24 de febrero, las fuerzas armadas rusas penetran en territorio ucraniano, con los resultados que todos conocemos, más o menos: un centro comercial destruido, la central nuclear de no sé dónde en peligro, la presa de no sé qué a punto de ser volada, la flota rusa hundida por drones angloucranianos, horribles crímenes de guerra (de los rusos, por supuesto), ciudades tomadas, ciudades abandonadas, en definitiva, señores, una guerra muy rara, que no tiene comparación con la invasión de Polonia citada al principio.

Pero -y ahora viene lo bueno- después de todas estas masacres, después de esta extraña guerra, el pasado 7 de noviembre los Estados Unidos instan a Ucrania a que "abra una vía de diálogo con Rusia", y este exhorto parece fructificar en unas manifestaciones del presidente Zelenski, que dice "estar listo para la paz", mientras diversos medios de comunicación aseguran que hoy, 14 de noviembre, podrían estar celebrándose negociaciones de paz en Ankara.

En el intervalo, los fabricantes de armas se han forrado, los Estados Unidos se han convertido en el principal exportador de gas licuado, los aliados prevén una cantidad de 70 mil millones de dólares para reconstruir Ucrania, y las Eléctricas, las Petroleras, la Banca, el FMI y el lucero del alba pueden hacer lo que se les salga de los huevos, porque la culpa es de la guerra en Ucrania ... pero nosotros, como siempre, a pagar el pato y a callar democráticamente, eso sí.

Por eso digo que si yo fuera conspiranoico tendría la mosca detrás de la oreja.

Pero como soy un ciudadano ejemplar, que cree profundamente en las instituciones, en la justicia y en el estado de derecho, tengo por seguro que la guerra en Ucrania no es más que la lucha de un noble pueblo por conseguir su libertad y su plena integración en las civilizadas naciones occidentales, lejos de la barbarie rusa.

¡Je!

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