En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

lunes, 25 de mayo de 2020

Plandemic - Dra. Judy Mikovits


Este vídeo tiene defensores y detractores. Es posible que diga cosas inexactas; es posible que la doctora esté equivocada, o acertada. Habrá que verlo. Lo que no es posible ni admisible en pleno siglo XXI es que las redes censuren informaciones -más o menos interesantes- so pretexto de que se difunden "noticias falsas", sobre todo si se hace obedeciendo instrucciones de grupos de presión ajenos al interés común, y cuya única razón de existir es ganar dinero para poder ganar dinero que les permita ganar más dinero. Censurar no es de recibo; replicar con razones convincentes, sí.




lunes, 4 de mayo de 2020

El Bigotes



Durante los últimos años de mi vida laboral conocí a Juan Luis y al Bigotes. Juan Luis era el jefe de una pequeña empresa de transportes, y el Bigotes (por mejor nombre Fernando) uno de sus conductores, pero también un amigo y casi como un hermano. Ambos se llevaban estupendamente, aunque de vez en cuando se tirasen los trastos a la cabeza porque el Bigotes era un bocatrueno del copón, más "echao p'alante" que el morro de su camión, y un vividor como la copa de un pino. 
Yo me entendía muy bien con ellos, la verdad. Hasta desmontaron y volvieron a montar mi "Patrol" -que tenía un problema de humos- por un precio módico. Si bien es cierto que tardaron más de un mes en completar la reparación, y que el coche siguió echando humo hasta el final de su vida útil, no lo es menos que nos tomamos unas cervezas e hicimos muchas risas al respecto. 
Como ya he dicho, el Bigotes y Juan Luis eran como hermanos, pero también eran jefe y subordinado.  Cierto día, Juan Luis recibió una petición de transporte urgente para una carga que debía ser entregada en una empresa de Sevilla, a primera hora del siguiente lunes. Pronto y bien mandado encargó la misión al Bigotes, que salió con su camión el viernes de mañana para recoger la carga e ir acercándose a la capital hispalense. Transcurrió el fin de semana y, bien entrada la mañana de lunes, Juan Luis recibió una llamada telefónica del cliente final, informándole de que la mercancía no había sido entregada aún. Pensando lo peor, marcó el número del móvil del Bigotes, y creo que la conversación que ambos mantuvieron fue muy parecida a ésta:
- Fernando, ¿dónde estás? ¿Qué ha ocurrido?
- ¿Qué pasa, nene...? Tranqui, que voy para allí. En una hora llego ...
- Pero, ¿cómo que llegas en una hora ...? 
- ¡Coño!, que me he quedado dormido en el hotel. Salgo ya mismo.
Efectivamente, se había quedado dormido en el hotel, que era uno de ésos de carretera con luces rojas, horario indefinido y señoras profesionales, en el que se había corrido una fenomenal juerga de dos días invitando a todo dios, como demostró puntualmente el cargo de la tarjeta de crédito que llegó unas semanas después, y que por muy poco no mandó la empresa a la quiebra.
Juan Luis y el Bigotes siguieron siendo amigos, casi como hermanos, pero el Bigotes tuvo que acostumbrarse a viajar sin la tarjeta de empresa.
Lo cierto es que eran unos tipos bien majos.
Les echo de menos.


domingo, 3 de mayo de 2020

No hay quien se aclare



Amigos, aquí no hay quien se aclare.
Leo en un diario de difusión nacional: "Nuevo descenso de las muertes en Madrid: 40 en las últimas 24 horas." Pero en el mismo diario, un poquito más abajo, aparece la siguiente noticia: "Madrid registra un repunte de los fallecidos diarios: 70 muertes en 24 horas."
He preferido no entrar en detalles. Estoy aburrido de noticias y contranoticias; de todo ese cúmulo de material periodístico -por llamarlo de alguna forma- que sólo sirve para rellenar páginas, meter más publicidad y acabar de volvernos locos del todo.
Si no podemos siquiera entender la situación a través de los medios, como para seguir al detalle el famoso plan de desconfinamiento ...

sábado, 2 de mayo de 2020

La información, el coronavirus y la Batalla de Maratón



En el año 490 a.C. tuvo lugar la famosa Batalla de Maratón, que enfrentó a persas y atenienses y que ha pasado a la Historia por múltiples razones -que no vamos a enumerar aquí porque no las tengo muy claras-, una de las cuales fue la famosa carrera que realizó un tal Filípides (Tersipo, según otros informadores), que se llegó hasta Atenas corriendo sin parar para informar a los arcontes. "¡Hemos vencido!", dijo el hombre, y cayó muerto acto seguido. Aparte cualquier otra consideración, este soldado fue uno de los primeros corresponsales de guerra de que tenemos conocimiento. Cumplió su misión perfectamente: informó con rapidez, brevedad, concisión y exactitud, y desapareció antes de que los políticos pudieran interrogarle para tergiversar luego sus palabras.
La información, en la actualidad, no tiene nada que ver con los hechos antes descritos. Si siempre se dijo que no había que matar al mensajero, ahora (lo repetiré mil veces) el mensajero manipula la noticia a su gusto para satisfacer a los suyos, y el observador imparcial necesita horas de sesudo análisis para extraer la información del saco de la publicidad ideológica. Y muchas veces dan ganas de matar al mensajero, por supuesto.
El 1 de mayo, el Gobierno español ha anunciado que los contagiados por coronavirus  en Madrid han sido 52, pero la Comunidad de Madrid informa de que han sido 658. El Gobierno central está en manos de una coalición de izquierdas, y el Gobierno madrileño está en poder de una coalición de derechas. Aquí se trata de que al enemigo ni agua. Hay que hacerse con la mayoría en las siguientes elecciones como sea. 
Pero, claro, en medio estamos los incautos ciudadanos, mirando hacia un lado y otro como los espectadores enmascarados (por las mascarillas) de un partido de tenis, virtual en sus manifestaciones pero real en sus consecuencias. La única manera que tenemos de intuir la verdad (no de llegar a conocerla a fondo), es actuar como en las manifestaciones: "La organización habla de un millón de manifestantes; las autoridades calculan cien mil personas" O sea, ya sabemos que hubo entre cien mil y un millón. Y que hubo manifa, claro. Pues con los contagiados madrileños pasa lo mismo.
Menos mal que Filípides entregó la cuchara al Soberano nada más dar la noticia. ¡Si le llegan a dar tiempo, sabe Dios las burradas que habría dicho ...!