Alea iacta est
Con las primeras luces de aquel
frío amanecer del 12 de enero del año 49 aC , César pudo contemplar el hermoso paisaje
que se extendía hasta donde alcanzaba su vista.
Pero sus pensamientos estaban en
otro sitio.
Allí, a menos de un estadio de
distancia, estaba el Rubicón. Cruzarlo suponía el estallido de la guerra civil;
el enfrentamiento de dos Romas, la suya contra la de Pompeyo y el corrupto Senado.
Tras él, su amada Decimotercera Legión, formada por 5.000 infantes y 300
caballeros, aguardaba impaciente.
César aún dudaba.
Un pastor, tocando su rústica
flauta, empezó a cruzar el río seguido por sus ovejas. Fue como una señal de
los dioses:
- ¡A tomar por el culo…! – gritó
el caudillo, dando a sus tropas orden de avanzar.
Cayo Asinio Polión, historiador,
amigo y fiel seguidor de César, transformó la expresión en el ya clásico y
archiconocido Alea iacta est, que
Suetonio hizo llegar hasta nuestros días.
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