No soy crítico cinematográfico pero sí gran aficionado al cine, aunque he de reconocer que al cine de antes. Creo que mi primera película fue El Mayor Espectáculo del Mundo, vista a mis 6 años en el nuevo Gran Cinema VESA de mi pueblo, gracias a la amabilidad de mi tío José Mari, el hermano pequeño de mi padre, que me invitó. Han pasado 70 años desde aquello, y he visto de todo, reconociendo -porque no queda más remedio- que el Séptimo Arte no pasa precisamente por su mejor momento en los tiempos actuales.
Hoy he tenido la oportunidad de saltarme el monumental filme intitulado OPPENHEIMER.
Hay películas que se pueden ver cientos de veces, porque jamás perderán sus valores cinematográficos. Desde El Manantial de la Doncella hasta Amanece que no es Poco, pasando por Eldorado, El Hombre Tranquilo, Quo Vadis?, Lady Halcón, La Vida de Brian, Con la Muerte en los Talones, Big, Duelo en el Atlántico o Solo ante el Peligro, por citar algunas.
OPPENHEIMER, con su larguísima duración, sus continuos flashback, sus cambios de color y su monumental pesadez no entra en ese grupo.
Al menos por lo que a mí se refiere.
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