Lo que son las cosas, oye. Resulta que el papa Francisco, fallecido a los 88 años y a las 2,35 horas de la mañana (hora argentina), era un forofo del club Atlético San Lorenzo de Almagro, y su número de carné era, precisamente, 88235. Manda huevos.
Pero, claro, si es que la vida está llena de coincidencias.
¿Por qué esta afirmación?
Veamos.
Hace muy poco tiempo me entretuve leyendo una breve biografía de uno de los más grandes escritores que en el mundo han sido: Miguel de Cervantes.
Conforme avanzada en la lectura, fui observando una serie de coincidencias entre la vida de Cervantes y la mía que me llenaron de asombro, llevándome a pensar si no seríamos almas gemelas, separadas en el tiempo pero unidas por los avatares de la existencia.
A las pruebas me remito:
Cervantes nace en Alcalá de Henares; yo trabajé durante 10 años para una empresa de Alcalá de Henares.
Tuvo un bisabuelo trapero, y yo un tío chatarrero.
Don Miguel no llegó a ser universitario; yo pisé por primera vez una universidad cuando contaba más de 40 años, y no para inscribirme, precisamente.
Fue soldado en la compañía del capitán Diego de Urbina, del Tercio de Miguel de Moncada. Yo lo fui en el Grupo de Caballería VI, de guarnición en Vitoria, licenciándome con el grado de cabo de complemento (ahí es nada)
Embarcó en la galera "Marquesa", mientras que yo lo hice (varias veces) en los ferrys de la Transmediterránea para ir a Mallorca de vacaciones.
Estuvo 5 años preso en Argel. Yo estuve en el paro, lo que, a los efectos, fue peor que una estancia en la cárcel porque yo me tenía que pagar los gastos.
Cervantes tenía el brazo izquierdo impedido a consecuencia de un disparo que recibió en la batalla de Lepanto; mis brazos están bien, pero tuve un conocido al que le faltaba el brazo izquierdo, que le fue arrancado por una máquina con la que trabajaba.
Entre sus "Novelas Ejemplares" destacan "El coloquio de los perros", "El licenciado Vidriera" y "La española inglesa". Pues yo tuve un perro con el que dialogaba todos los días, participé en una operación para salvar un horno de Vidrieras de Llodio y recibí lecciones de una dama inglesa que se casó con un amigo mío español de pura cepa. Ya ves tú.
Falleció de diabetes, y mi madre tenía una diabetes del copón y mi cuñado otra.
Usaba anteojos (gafas de pinza), mientras que yo uso gafas con patillas, pero a los efectos es lo mismo porque sin ellas no veríamos tres en un burro.
Se afanó por ser poeta, como yo, y llegó a ser un gran escritor (yo, en cambio, no, pero estoy en ello, je, je.)
En consecuencia, si Cervantes y yo no somos almas gemelas que venga Dios y lo vea, caramba.
Y es que las coincidencias, se mire como se mire, en cuanto empiezan a coincidir suelen ser la releche.
Y es que las coincidencias, se mire como se mire, en cuanto empiezan a coincidir suelen ser la releche.
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