Vitoria-Gasteiz; 20,30 horas de hoy; calle Beato Tomás de Zumárraga.
Dos quinceañeras, ataviadas de punta en blanco a la última moda veraniega (incluidos los correspondientes pantalones cortos, también llamados "shorts" en otras latitudes), avanzan risueñas por la acera consumiendo alguna golosina, cuyo envase arrojan al suelo a pocos metros de una papelera.
Un caballero se detiene junto a ellas y recrimina la acción, señalando precisamente la ubicación del mobiliario sanitario. Alcanzo a escuchar el comentario de una de las chicas:
- Pues es verdad...
El caballero, en cuestión, se reúne con un acompañante y prosigue su marcha.
Cuando las muchachas se encuentran a unos veinte metros, fuera del posible alcance de las posibles represalias, una de ellas grita:
- ¡Viejo...!
El caballero responde de igual manera lo único posible en tales ocasiones:
- ¡Tu padre!
Primera reflexión: Puede que vivamos en un mundo que es una mierda, pero lo hemos hecho nosotros (y seguimos haciéndolo) día a día.
Segunda reflexión: El principio cristiano de que "contra soberbia, humildad" se fue al carajo hace mucho tiempo, lo mismo que aquello de poner la otra mejilla. Hoy en día pones la otra mejilla y te la arrancan de cuajo, con oreja y todo. Las chicas han reconocido su error, pero su soberbia no podía consentir que el ciudadano que les ha echado en cara su falta quedara impune.
Tercera reflexión: Queridas niñas, permitidme recordaros que ser viejo es simplemente una consecuencia del paso del tiempo, mientras que ser cochinas y faltonas es una consecuencia de la mala educación recibida. Así que ir pensando en lo que os espera a vosotras cuando lleguéis a la tercera edad.
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