LA TORMENTA ES MI GUÍA
Me amenazó
con sus zigzagueantes
dedos de fuego.
Rugió sus advertencias
en truenos redondeados
y broncos;
en explosiones iracundas
envueltas con celofán opaco
de blandas nubes negras.
Me susurró al oído
amorosas consejas,
traídas y llevadas por el viento
entre dulces gemidos
y alaridos.
Lloró por mis desmanes
fría lluvia,
en torrente indomable
desatada
contra el sucio cristal
de mi ventana
y el muro empecinado
de mi alma.
Y después se marchó
desesperada.
Más sé que volverá,
pues no hice caso
de sus rectos consejos,
y, en vez de conducirme como sabio,
sigo haciendo el payaso
y el pendejo.
(Servidor de ustedes)
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