ENIGMA ARQUEOLÓGICO
El sol caía a plomo sobre el Sáhara,
transformando la arena en granulada lava y el sudor en agua caliente, por lo
que la sombra de la tienda-laboratorio resultó un paraíso para el profesor
Smith. Dejó el salacot sobre una silla plegable, se limpió la frente con un
pañuelo terroso, encendió un cigarrillo y preguntó al profesor McGregor, el
otro habitante del entelado cubículo, que escribía con rapidez en un viejo
cuaderno de trabajo:
— ¿Qué tal, John? ¿Has conseguido
traducir esa maldita tablilla...?
El aludido, sin responder pero
visiblemente pálido, alargó el entreabierto cuadernillo a su compañero de
expedición, que leyó: ‹‹Yo, Cornelio
Tácito, historiador de Roma, juro por todos los dioses haber recibido esta
información de labios de mi colega, el también historiador judío Flavio Josefo,
y como cierta la garantizo y como tal he de defenderla hasta que el sepulcro
engulla mis humildes restos. Así me habló Josefo: "Vi ponerse en pie al
prefecto Poncio Pilatos, envuelto en una señorial túnica de color púrpura, y
contemplé cómo se enfrentaba al pueblo congregado en la inmensa plaza. Todos
sabíamos que iba a darles a elegir entre Barrabás y Jesús de Nazaret, por eso
nos quedamos petrificados cuando de su boca surgió esta pregunta, que pasados
muchos años aún no hemos conseguido explicar:
- ¿A quién queréis que ponga en
libertad, a Bart Simpson o a Bob Esponja...?"››
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