Cuando era pequeño y estaba malito, mi mamá me preparaba una deliciosa sopa de pollo que yo engullía placenteramente, aunque las amígdalas casi no me permitieran tragar. Recuerdo que cocía unos pedacitos de ave, acompañándolos con cebolla, ajo, zanahoria y puerro, y luego añadía un chorrito de aceite de oliva y unas estrellitas de pasta para darle consistencia. Quitaba las verduras -que no me gustaban, como a cualquier niño-, y la sopa estaba presta para ser consumida. Me encantaba.
De mayor me aficioné a la montaña y a la acampada, y por ello en muchas ocasiones consumimos sobres de sopa de pollo de diferentes marcas (Knorr, Gallina Blanca, Maggi), pero ya no era lo mismo...
Después de ver La Guerra de las Galaxias, El Imperio Contraataca y El Retorno del Jedi, StarWars-El Despertar de la Fuerza es igual que comer sopa de sobre. Sin más.
Por cierto, descanse en paz Han Solo.
Que la Fuerza os acompañe.
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