En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

domingo, 10 de abril de 2016

El caso del lector desaparecido, o los fantasmas sí existen.




Voy por las últimas páginas del libro "Estoy bien", una de las últimas obras del periodista y escritor Juan José Benítez. Es una recopilación de sucesos extraños, protagonizados por personas muertas que se presentan aleatoriamente ante sus familiares o amigos, causando la correspondiente sorpresa entre los desprevenidos testigos. Como todos sabemos que los fantasmas no existen, cada caso es un motivo para el pitorreo de los escépticos y un calvario de dudas e incomprensión para quienes han tenido que soportar las etéreas manifestaciones.
Personalmente, creo que los fantasmas son como las meigas: existir no existen, pero haberlos haylos.
Sin ir más lejos, hoy me han contado una experiencia entre jocosa y acojonante, vivida no hace mucho aquí, en mi pueblo, por dos personas -un hombre y una mujer- que todavía alucinan con el suceso.
Tenían que recoger una sillas en una casa deshabitada de la calle Diputación, necesarias como mobiliario en algún evento cultural de la ciudad. Provistos de la correspondiente llave se dirigieron al piso y entraron sin problemas, aunque en una de las habitaciones se encontraron con un caballero que, vestido de traje y tumbado en la cama, leía tranquilamente un libro. Le saludaron con un "hola" y el señor respondió de la misma forma. A continuación le dijeron que venían a recoger unas sillas, a lo que el lector no hizo comentario alguno. Recogidas las sillas, en el rellano a punto de cerrar la puerta, se encontraron con una señora que llegaba en ese momento y que debía ser la responsable del inmueble en cuestión, lo que originó el siguiente diálogo (aproximado):
- Ya le hemos dicho al señor que está ahí que nos llevamos las sillas.
- ¿Qué señor? En este piso no vive nadie.
- Uno que está leyendo en la cama.
- No es posible. Vamos a ver...
Por supuesto que fueron a ver, pero no encontraron ni rastro del trajeado caballero.
Al escuchar la descripción de esta persona, que la pareja lógicamente realizó con pelos y señales, la señora hizo una afirmación que todavía hoy están rumiando:
- ¡Ese hombre era el dueño de la casa, pero murió hace muchos años...!

Esto no es broma, señores. 
Supongo que, como siempre, habrá sido el planeta Venus, je, je, je.


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