En aquellos tiempos (ya sabéis a cuáles me refiero) se encontraba un labrador trabajando afanosamente su terruño, cuando escuchó el estridente sonido de sirenas, procedente de una gran caravana de automóviles que se aproximaba velozmente por la carretera.
El hombre dejó el azadón, se acercó al borde de la ruta y empezó a gritar a voz en cuello:
- ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!
Un motorista de la Guardia Civil se detuvo junto a él y le dijo:
- Oiga, buen hombre, que esto no es Franco; que es la Vuelta.
Al paisano se le alegró la cara y vociferó a pleno pulmón:
- ¡Viva la república!
(Nota: Es que mañana sale la Vuelta de mi pueblo y, mientras leía en el diario los cristos de tráfico que se van a montar, me he acordado de este chiste, viejo, sí, pero que las nuevas generaciones seguro no conocen, je, je.)
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