Foto: Amboseli National Park |
Nairobi
Clavó
sus insondables ojos negros en los míos, y se lanzó feliz e inesperada a la
profundidad de mis sorprendidos brazos; me besó apasionadamente con aquellos
preciosos labios gordezuelos color sangre, y me sentí como un moderno Elías
elevado a los cielos del amor en un carro ardiente e imprevisto. Su boca
se abrió luego en un susurro: — No he
podido olvidar aquella noche en Nairobi, Johnny; ¿y tú …? —
Perdone, pero yo no he estado nunca en Nairobi. Desde
entonces me llamo idiota catorce veces al día. |
(De mi libro "Relatos algo insensatos" - Amazon)
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