En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

martes, 21 de septiembre de 2010

La violeta y el guerrero


LA VIOLETA Y EL GUERRERO



Con ronca voz de trueno

habló el guerrero,

encendidos los ojos

como el fuego,

empuñando el acero:

—¿Quién eres tú,

que osada te interpones

en mi senda,

cortándome el camino

a mí,

que miles de enemigos

degollara, feroz,

en la contienda?

—Soy tan sólo, señor,

humilde violeta;

la más sencilla flor,

la más discreta;

mensajera de amor

entre poetas,

y amiga predilecta

del dulce ruiseñor.

—¡Por Dios, que tu soberbia

no tiene parangón,

vil criatura!

¿Menosprecias mi audacia

y mi valor

probado en cien batallas,

pensando que un guerrero

como yo

debiera respetar

tu ínfima talla

y conservar tu vida,

desviando el pisar

de su caballo

por cualquier otro camino

de la España?

—No conocí a mis padres,

buen señor,

y no poseo hacienda,

ni tengo mediador

o alguien que me defienda.

Apelo a tu linaje

de noble caballero

para seguir aquí,

viviendo humildemente

en el sendero.

—¡Aléjate de ahí,

o probarás

el filo de mi acero!

—No tengo a donde ir;

ésta es mi casa.

Apiádate de mí:

rodea y pasa.

—¡No lo verán los cielos!

El campo es infinito

y escaso tu equipaje,

emprende, pues, el viaje,

o pongo finiquito,

sin ambages,

a tus burdos anhelos.

—Madre Naturaleza

castigará, ejemplar,

tu injusticia sin par

y tu vileza.

Fuese la violeta

llorando su dolor

entre la yerba amiga,

en el postrer adiós

de una mendiga

sin rumbos y sin metas,

y quedó el caballero

erguido en la montura,

saboreando soberbio

en su locura

las mieles del poder,

la grata euforia

de contar en su haber

otra victoria.

Abriéronse los cielos

y la voz del Sin Nombre,

detonante,

oyóse en todo el orbe:

—¡No es gloria de guerrero,

hombre malvado,

ni obrar de caballero,

al débil despojar,

ni al ultrajado

con ahínco ultrajar!

Cubriéronse los montes y llanuras

con celajes de niebla,

desde el fondo del valle

a las alturas,

y dijo así el Señor,

entre tinieblas:

—Has arrojado

a mi humilde criatura

al pozo del dolor

y el sufrimiento,

robándole la paz

sin miramiento,

su hogar

y su sustento.

Vagarás como ella

tristísimas jornadas

sin encontrar tu casa;

sin contemplar el Sol,

la Luna o las estrellas;

ciñéndote la niebla

cual mortaja.

Encontrarás la paz

cuando la dama

más virtuosa

y discreta

ponga en riesgo su fama,

ofreciendo

a su esquivo galán

una violeta.

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