L I B E R T A D
¡Oh, Dios!, cuán hermosa doncella
danzaba esplendorosa en la floresta,
tan bella como Venus,
tan servicial y fuerte como Vesta,
desnuda toda ella.
¡Qué perfectos sus senos!
¡Qué sangrientos sus labios deseables!
¡Qué armonioso su cuerpo
mostrando bajo el fuego de la tarde
sus perfiles serenos!
Ardiente como el ciervo
que disputa feroz en la berrea
por conseguir una hembra,
quise verter mi amor sobre la bella
con instinto protervo,
mas como una gacela
ocultóse veloz entre la fronda
hurtada a mi deseo,
y las sombras
verdosas y profundas
cubrieron su carrera.
Lo mismo que Perseo
anhelando de Andrómeda el amor
corrí tras ella,
impulsado por un fuego y un valor
dignos de Prometeo,
y al fin hallé a mi perla
descansando yacente sobre un prado
de confortable yerba,
junto al límpido arroyo rodeado
de lindas madreselvas.
¡Maldita mi alma negra!
Protegiendo a la débil criatura,
semblante y gesto fieros,
cuatro escuderos de ciclópea factura
me cerraban la senda.
Enormes coraceros despiadados,
con la espada en la mano
aguardaban mi embate,
y fui un cobarde enano
ante aquellos guerreros.
Huía por el monte
cuando escuché la voz de la doncella,
sardónica y mordaz,
vibrante como el brillo de una estrella,
gentil mas detonante:
—¡Mi nombre es Libertad!
¡Si quieres conseguirme, pobre humano,
en toda mi belleza,
no emplees tu vigor en actos vanos
de escasa utilidad:
lucha con entereza
contra el miedo que embota tus sentidos!
¡No importa el resultado
del combate que hoy has eludido,
cegado en tu vileza!
¡Tan sólo por luchar con gallardía
seré tu premio grato,
y gozarás en mí todos los días
tus triunfos esforzados!
¡Requiero tu confianza y tu valor,
si no... no hay trato!
Un escrito que me encanta, perfecto y bien detallado.
ResponderEliminarCelebro que te haya gustado, Liiiiin. No se escribe para que guste a los demás, pero siempre es una gozada que eso ocurra, ¡je! Un abrazo.
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