Un pastor vivía en el campo, solo con su perro. Un mal día se muere el perro. Muy apenado, el hombre baja al pueblo y se dirige a la iglesia para hablar con el párroco.
- Padre, disculpe, se me ha muerto el perro y yo quería decir una misa por la pobre criatura, que era mi mejor amigo...
- No, lo siento mucho, pero no celebramos misas por animales; pero vete al pueblo de al lado, que hay un cura hereje de una de esas extrañas confesiones nuevas, y seguro que él está de acuerdo en hacerte el servicio...
- Pues muchísimas gracias, padre. Por cierto, ¿usted tiene idea de cuál sería la propina adecuada? Yo había pensado en 1.500 euros…
- Pero, hijo mío, ¿por qué no empezaste diciendo que el perro era católico…?
(Este chiste me ha sido remitido por mi buena amiga Adelita Palomino, a quien agradezco su amabilidad)
Me ha causado gracia y espanto, porque es la pura realidad, tanto la discriminación por los nobles animalitos, que si es tal como "ellos" dicen son tambien la creación de Dios, como de su histórico afán mercantilista, que poco tiene que ver con la doctrina cristiana.
ResponderEliminarUn abrazo compañero.
Y lo peor es que ya quedan muy pocas cosas en el mundo que tengan que ver con la doctrina cristiana. Un abrazote, Gus.
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