La señora estaba convencida de que su marido tenía un lío con el bombón de criada que tenían en casa, así que decidió tenderle una trampa.
Para ejecutar su plan, dio permiso de fin de semana a la criada, sin avisar a su marido. Esa noche, cuando marido y mujer se iban a sus camas, el marido soltó su vieja historia:
Para ejecutar su plan, dio permiso de fin de semana a la criada, sin avisar a su marido. Esa noche, cuando marido y mujer se iban a sus camas, el marido soltó su vieja historia:
— Disculpa, querida; mi estómago … — y desapareció hacia el cuarto de baño.
La mujer, rápidamente, se deslizó por la terraza, subió las escaleras y se metió en la cama de la criada. Justo acababa de apagar la luz, cuando oyó que alguien entraba sigilosamente.
Sin perder tiempo y en silencio, el tío se desnudó, se acostó con ella y se puso a la faena.
Tras el orgasmo de él, aún jadeante, la mujer le espetó:
La mujer, rápidamente, se deslizó por la terraza, subió las escaleras y se metió en la cama de la criada. Justo acababa de apagar la luz, cuando oyó que alguien entraba sigilosamente.
Sin perder tiempo y en silencio, el tío se desnudó, se acostó con ella y se puso a la faena.
Tras el orgasmo de él, aún jadeante, la mujer le espetó:
— No te esperabas encontrarme en esta cama, ¿eh? — Y encendió la luz.
— No, señora — le contestó el jardinero.
— No, señora — le contestó el jardinero.
Agradezco a mi amiga Adelita Palomino el envío de este chiste.
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