Era un desinformado; y también un desgraciado miserable, todo hay que decirlo.
Poco le importaba que el presidente de España, don Mariano Rajoy, alegara que la subida de impuestos “es dolorosa pero no había otra opción”; o que el fotógrafo californiano Kien Lam hubiese grabado un vídeo en el que se recogía su viaje de 343 días por 17 países, usando 19 aviones, 58 autobuses y 17 barcos; o que Shakira fuera la reina indiscutible de la gala de entrega del Balón de Oro. Le traía sin cuidado que las primarias revelasen la crisis del movimiento conservador en Estados Unidos, que El Asad anunciara un referéndum constitucional para marzo, o que México estuviera construyendo el puente atirantado más alto del mundo. Ni siquiera sabía quiénes eran Merkel, Sarkozy, Obama o David Cameron.
Egoístamente, sólo era capaz de pensar en cómo la muerte, con forma de hambruna despiadada, iba devorándole segundo a segundo.
Poco le importaba que el presidente de España, don Mariano Rajoy, alegara que la subida de impuestos “es dolorosa pero no había otra opción”; o que el fotógrafo californiano Kien Lam hubiese grabado un vídeo en el que se recogía su viaje de 343 días por 17 países, usando 19 aviones, 58 autobuses y 17 barcos; o que Shakira fuera la reina indiscutible de la gala de entrega del Balón de Oro. Le traía sin cuidado que las primarias revelasen la crisis del movimiento conservador en Estados Unidos, que El Asad anunciara un referéndum constitucional para marzo, o que México estuviera construyendo el puente atirantado más alto del mundo. Ni siquiera sabía quiénes eran Merkel, Sarkozy, Obama o David Cameron.
Egoístamente, sólo era capaz de pensar en cómo la muerte, con forma de hambruna despiadada, iba devorándole segundo a segundo.
(Servidor)
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