BENDITA AFRODITA
En justicia, no podría decirse que Ernesto fuera un pervertido o un libidinoso practicante de sofisticadas y socialmente inaceptables conductas sexuales. Era un hombre normal. Defina usted “normal”. Ya empezamos… Quiero significar que no se le conocían escándalos personales o familiares; que era eficiente y leal en su puesto de trabajo (ingeniero de mantenimiento de sistemas), y que cumplía con sus deberes de padre honesto y amante esposo. Sí, pero ha empezado por mencionar la cuestión sexual. Deduzco que ahí está el meollo de esta historia. Supongo que enseguida nos saldrá con que Ernesto se vestía con las bragas y los sostenes de su mujer, y se exhibía ante el espejo pavoneándose como una corista en día de estreno. ¡Joder!, ahora empiezo a comprender los problemas del mundo. No he profundizado media página, y usted ya está extrayendo conclusiones; sin ningún fundamento, por otra parte. Aunque debo admitir que su precipitada deducción contiene un punto de realidad. Lo sabía. Al final, el amigo Ernesto resultará un sinvergüenza de agárrate y no te menees. ¿Sería posible que me dejara continuar sin más interrupciones? ¡Perfecto! Y del derecho a la libertad de expresión, ¿qué? Estoy dispuesto a debatir sobre lo divino y lo humano, pero este relato es mío y yo sí que reclamo mi derecho a poder crearlo en paz y tranquilidad. ¿No se da cuenta de que resulta imposible escribir cuando alguien o algo se convierte -cual es su caso- en nuestra particular mosca cojonera? Cuidado con lo que dice, que ésas son palabras mayores... ¡Magnífico! Ahora se siente ofendido y se indigna, cuando debería haberle roto la cara en la octava frase. Qué bien hizo Saramago retirándose a Lanzarote; allí nadie le molesta. Oiga, pues no es mal sitio. Un poco ventoso, quizá, pero muy agradable. Si decide establecerse en la isla, cuente conmigo. Antes tendrían que concederme el Nobel, y a este paso lo veo muy improbable… ¿Prosigo? Prosiga, pero me reservo el derecho a comentar. Haga usted lo que quiera… El caso es que Eduardo estaba obsesionado con la diosa Afrodita,
Mientras se abotonaba la chaquetilla del pijama, contempló el billete del AVE Madrid-Sevilla que descansaba sobre la mesita de noche: “Tren A9628-Coche 0006-Plaza
Dos días más tarde, los titulares de los diarios mostraban la siguiente información: “ACCIDENTE CÓSMICO EN EL AVE: AYER UN METEORITO DESTROZÓ EL ASIENTO 14A DEL COCHE 006, SIN QUE SE PRODUJERAN VÍCTIMAS”
¿Llama usted relato a esta bazofia?
¡Váyase a la mierda…!
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