L E T A N I A S
Del que canta el crimen fratricida
y desprecia el amor a sus hermanos
disfrutando de fama inmerecida...
¡libéranos, Señor!
Del tristorro llorón impenitente,
solazado mostrando sus desgracias
en busca del aplauso de la gente...
¡libéranos, Señor!
De los que navegando por lo oscuro
incapaces parecen de encender
un humilde candil o un buen carburo...
¡libéranos, Señor!
Del loco que, por cierto, está muy sano
y del cuerdo que simula orate ser
por golpearnos impune con su mano...
¡libéranos, Señor!
De los hombres que gozan del lamento
y pretenden anular nuestra razón
abusando de falsos juramentos...
¡libéranos, Señor!
De los que dicen vivir en las cloacas
disfrutando la inmunda podredumbre,
amantes de escorpiones y de ratas...
¡libéranos, Señor!
Del cantor de entrepiernas y de senos;
de penes prominentes y pezones;
de escaladas por el monte de Venus...
¡libéranos, Señor!
Del cegato con gafas de madera
que perdió la audición, pero no emplea
audífono adecuado a su sordera...
¡libéranos, Señor!
De los que justifican el alcohol
en la infame presión de la injusticia
y juegan con sus cartas de farol...
¡libéranos, Señor!
De aquél que se aprovecha del momento
—so pretexto de ser un elegido—
y defeca en las tumbas de los muertos...
¡libéranos, Señor!
Del que ensalza a la pobre prostituta,
buscando sabe Dios qué recompensa,
y jura que su madre es una puta...
¡libéranos, Señor!
Del que tiene una vulva por cerebro,
un pene como consejero y guía
y un odio visceral hacia los negros...
¡libéranos, Señor!
De piltrafas que dicen ser poetas
y de poetas que fingen ser piltrafas
para lograr mayor gloria y más pesetas...
¡libéranos, Señor!
Del profeta y maestro iluminado
y del dócil esclavo de
incapaces de ver el otro lado...
¡libéranos, Señor!
De aquéllos que utilizan por bandera
sus propios excrementos condensados
en versos deprimentes y quimeras...
¡libéranos, Señor!
De tipos como yo, tan embobados,
que a la hora de elegir entre besar
o abofetear, aún no lo tienen claro...
¡libéranos, Señor!
¡Libéranos, Señor, de la tristeza;
de la duda; del odio, de los vicios;
de nuestra oposición al sacrificio;
de la falta de amor; de la vileza!
¡Libéranos rompiendo las cadenas
que nosotros, soberbios, nos forjamos
en acciones malditas cada día
con premeditación y alevosía,
y que ahora nos mantienen atrapados
en el pozo insondable de las penas!
Creo que un amén sería suficiente desde el punto de vista litúrgico y digo "asi sea" con todo el deseo del corazón.
ResponderEliminarDesde el punto de vista poético, te has tocado todas las notas del pentagrama, como me han dicho por ahí. Es un excelente compendio de todas aquellas cosas de las que quiseramos librarnos, tan bienb expresadas, como ya nos tienes acostumbrados.
Un fuerte abrazo, Joe
Muy amable, como siempre, Gus; extremadamente amable, amigo mío. Muchas gracias. Otro para ti.
ResponderEliminarJoe, hasta aquí he llegado para adentrarme por tu mundo poético y dejarte mi constancia. Este poema, ya te lo dije, me gusta sobremanera, sólo puedo añadir amen!!...
ResponderEliminarMi abrazo y mi admiración.
Un abrazo.
María.
Joe, no sé qué pasa!...te dejo un comentario y, vuelve a pedírmelo. allá voy otra vez: Un poema magnífico al que sólo añado amen!...
ResponderEliminarmi amistad y mi admiración.
Un abrazo!!
María.
Joe!!!!
ResponderEliminarQué no me deja ponerte un comentario!!!
Voy por el tercero: Que me encanta tu poesía, que mi admiración por tu poesía va pareja a mi amistad, que me ha encantdo entrar aquí, a tu espacio y, no será la última.
Abrazos!!
María.
Querida María, como puedes ver sí puedes publicar tus comentarios (pero no aparecen hasta que el autor del blog da su OK). Agradezco tu presencia y tu amistad. Un abrazo.
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