En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La economía y los esclavos


Érase una vez un amo que tenía enormes plantaciones de algodón y muchos esclavos para trabajarlas. La producción era alta, los precios muy buenos y los esclavos baratos, y el amo vivía como un sultán de las Mil y Una Noches.
Pero un día la demanda de algodón bajó, y, en consecuencia, los ingresos disminuyeron. Había que reducir gastos. El amo pensó en vender alguna de sus doce mansiones, pero desechó inmediatamente tan alocada idea. ¿Los carruajes, quizá? No; ni hablar. ¿Las tierras; los caballos; los barcos...? ¡Que no, carajo¡ ¡Que todo eso es mío, y con lo que me ha costado ganarlo no voy ahora a tirarlo por el desagüe! ¿Sabes qué vamos a hacer...? Pues mira: echaremos a los criados de las mansiones, que cobran un sueldo del copón y se comen hasta las cortinas, y los sustituiremos por esclavos, que no cobran y trabajan el doble; y a los esclavos les reduciremos la ración de comida a la mitad, les daremos ropa una vez cada cinco años y les haremos trabajar tres veces más. ¡Ah!, por supuesto, los esclavos muertos no serán reemplazados, que están carísimos. Los que queden tendrán que hacer su trabajo. Yo creo que con estas medidas podremos salir de la crisis sin mayores problemas.
Mientras tanto, en un lejano país, al otro lado del inmenso y azul océano, un presidente de Gobierno también reducía gastos. Como había muchos parados de larga duración y pocas posibilidades de encontrar empleo, que no tenían con qué llevar un pedazo de pan a su hogar, tiempo atrás y graciosamente ordenó que se les entregara la cantidad de 426 euros al mes (por tiempo limitado, pero prorrogable), pero, vistas las circunstancias, y como el presupuesto del Estado corría un serio riesgo, reordenó que tal ayuda desapareciera de inmediato, con lo que aquellos pobres miserables, desfavorecidos por la fortuna, cayeron en la más honda desesperación, sin que sus quejas y llantos conmoviesen al gobernante, porque el interés de la patria estaba por encima de todo.
Sin embargo (y ésta es la parte buena del cuento), el Gobierno, a pesar de sus graves problemas económicos, no olvidaba a sus amigos. Por eso hizo que una ex-vicepresidenta, apellidada De la Vega, duplicara su suelo, pasando de cobrar 73.486 euros brutos anuales a 142.367, y asegurándole una pensión de jubilación de 11.803 euros mensuales, en lugar de los 645 euros que cobraba una gran parte de la chusma.
Y todos vivieron felices y comieron perdices (los de arriba, claro), y a mí no me dieron porque no quisieron (como siempre)
Colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
¿O no...?

No hay comentarios:

Publicar un comentario