En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

lunes, 8 de marzo de 2010

¡7.000 visitas...!

No sé si alguna vez os he explicado por qué y cómo monté este blog. Para empezar, no tenía ni idea de estas cosas. Es más, pasaba del tema olímpicamente. Una tarde, jugueteando con el ordenador mientras me tomaba un café, caí por casualidad en el área del blogger, y vi aquello de "¿quiere crear su blog?: dele aquí", etc. etc. Yo fui pulsando las teclas, con bastante prevención, por cierto, y hoy me encuentro con que el blog acaba de superar las 7.000 visitas. No me lo esperaba, la verdad. Os daría las gracias, pero como esto es un toma y daca (yo os doy lo que pienso, y vosotros me dais vuestra atención y vuestro tiempo), estamos en paz.
Se me ocurre que la única forma de celebrar la efemérides (la única que tengo a mano para compartir con vosotros), es con un poquito de humor. Pues ya está.

La paloma y el palomo, posados en una rama, observan los esfuerzos de una tortuguita, que trepa por el tronco de un árbol hasta la rama más alta, y desde allí se lanza al vacío, pegándose un tortazo morrocotudo. El animalito repite la operación: sube, llega a la rama y vuelve a saltar. Una y otra vez, la pequeña tortuga insiste en la maniobra sin desfallecer. Al cabo de una buena serie de golpes contra el suelo, la paloma dice al palomo:
- Querido, ¿no crees que tendríamos que decirle a la niña que es adoptada...?



La tortuga y la liebre se van de picnic. Llevan de todo: buen vino, pan blanco, tortilla, filetes empanados, pasteles... y hambre. Llegadas a un pintoresco lugar junto al río, que les parece adecuado, extienden el mantel, sacan las provisiones y se disponen a dar buena cuenta de ellas cuando la liebre exclama:
- ¡Coño!, nos hemos dejado los cubiertos en casa.
- ¡Vaya por Dios! -replica la tortuga-. Voy por ellos; no tardo, pero no te comas la merienda, ¿eh?
- No; descuida. Te espero.
- Pero, ¿me prometes que no te comerás la merienda?
- Te lo prometo -dice la liebre-. Vete tranquila.
La tortuga se pone en marcha, pero antes de desaparecer entre la maleza aún insiste:
- ¿De verdad que no te la vas a comer...?
- ¡Que no, carajo; date prisa!
La liebre se queda sola. Fuma un cigarrillo, y otro, y otro... El tiempo va pasando: media hora; una hora; dos horas; tres horas... Por fin, la liebre no puede soportar el hambre y echa mano a un filete. Está a punto de darle el primer mordisco cuando la tortuga asoma por detrás de unos arbustos, y le dice:
- ¿Ves?; ¡sabía que te la ibas a comer...!



El padre de Jaimito avisa a su retoño:
- Jaimito, hoy vendrá mi jefe a cenar con nosotros: como le hagas objeto de alguna de tus bromas pesadas, te deslomo vivo. Estás advertido.
- Sí, papá.
Llega el jefe, cenan todos en buena armonía, y finalmente, durante la sobremesa, el jefe dice:
- Jaimito, me han dicho que eres un chavalín muy gracioso; anda, hazme alguna de tus bromas.
El padre tiene los ojos fijos en él, con cara de pocos amigos, y Jaimito rechaza la invitación:
- No; no, que a mi padre no le gustan estas cosas...
- Vamos, hombre, que estamos entre amigos. Insisto. Venga; no seas así. No me harás ese feo, ¿verdad?
- Bueno, pero que conste que es porque usted lo quiere...
- Pues claro.
- Levántese.
El jefe lo hace.
- Póngase a cuatro patas.
El jefe lo hace.
- Ladre fuerte.
- ¡Guau; guau; guau...!
Jaimito le pega una patada en la boca y grita:
- ¡No te jode, que me quería morder...!



Una compañía de reclutas paracaidistas va a realizar su primer salto practicando la apertura manual del paracaídas. El sargento da las últimas instrucciones:
- Cuando lleguemos a la zona de lanzamiento, se encenderá la luz verde. Saltáis uno tras otro con un intervalo de tres segundos. Una vez en el aire, contáis hasta ocho y tiráis de la anilla: se abrirá el paracaídas y llegaréis a tierra perfectamente. ¿Comprendido?
Se enciende la luz verde, saltan y el sargento observa aterrado cómo uno de los reclutas cae a toda velocidad con el paracaídas cerrado. El tortazo es impresionante. Llegados a tierra, todos se acercan corriendo hasta el accidentado, empotrado en un agujero de medio metro de profundidad, y le oyen decir:
- ¡Cua..., cua..., cuatro...!



Un caballero, apoyado en la barra de una céntrica cafetería, saborea un whisky con hielo. De pronto, un pequeño mono que juguetea por el local salta sobre el vaso, mete los huevos dentro, y se aleja dando chillidos. El hombre, francamente sorprendido, sin salir aún de su asombro, llama al barman y le pregunta:
- ¿Sabe usted por qué el mono ha metido los huevos en el vaso de whisky?
- Estoy tan extrañado como usted. Es la primera vez que le veo hacer algo semejante. De todas formas, el mono es del pianista; ¿por qué no le pregunta a él?
El caballero se acerca al pianista, encargado de ambientar musicalmente el local, y le dice:
- Perdone, ¿sabe usted por qué el mono metió los huevos en el vaso de whisky?
El pianista le contempla dubitativo, y responde:
- Hombre, así, de repente... Ahora, si me la tararea...



Caperucita Roja se retrasa; se retrasa mucho... La abuela, los cazadores y los campesinos que han llegado de los campos vecinos están muy preocupados. No saben qué hacer. Todos piensan lo peor. A punto de empezar la batida por el bosque, se abre la puerta y respiran tranquilos.
La abuelita es la primera en hablar:
- Por fin, Caperucita; nos tenías muy preocupados.
- Nada de Caperucita, ¿eh?: ¡señora de Feroz...!



Entra el pistolero al saloon y exige:
- ¡Un whisky con pólvora...!
El barman se apresura a servir, y el pistolero se toma la copa de un trago, paga y se va.
Vuelve al día siguiente y pide:
- ¡Un whisky...!
- ¿Lo quiere el señor con pólvora?
- No, que ayer me tiré un pedo y maté al caballo.



Un hombre, bastante bebido, entra en su coche y empieza a dar gritos como loco:
- ¡Socorro, policía, guardias: me han robado...! ¡Ladrones...! ¡Me ha robado...! ¡Auxilio...!
Al poco llega un coche-patrulla, y uno de los agentes se acerca al pobre señor:
- ¿Qué le ocurre, buen hombre? ¿Qué ha pasado?
- Mire usted, señor agente; me han robado todo: el volante, el salpicadero, la palanca de cambios...
- Ande; déjese de tonterías y siéntese en el asiento delantero...



El profesor al alumno:
- ¿Qué es un ángulo recto?
- El que hierve a noventa grados.



Otro profesor a otro alumno:
- ¿Qué río pasa por Zaragoza?
- El Guadalquivir...
- Pues dígame a qué hora pasa, porque eso no me lo pierdo...



- Si mi abuelo mató a tus padres, y tu abuelo mató a mis padres, ¿qué somos nosotros...?
- ¿...?
- Huérfanos.



El león, rey de la selva, recorre tranquilamente su feudo cuando se topa con un extraño animal. Desconcertado, pregunta:
- ¿Qué animal eres tú?
- Una mula.
- ¿Qué es eso?
- Pues mi madre era una yegua, y mi padre un asno.
- ¡Ah!
Su majestad sigue caminando, y se da de bruces con otro raro animal:
- Y tú, ¿qué eres?
- Un perro-lobo.
- ¿Cómo es posible?
- Fácil: mi padre era un perro, y mi madre una loba.
Prosigue el león su andadura, y al poco se detiene frente a un tercer animal, completamente desconocido para él:
- ¿Quién eres tú?
- Soy un oso hormiguero...
El león se queda mirándole socarrón, y replica:
- ¡Anda ya, "chalao"...!

2 comentarios:

  1. Ah pues nada ¡¡FELICIDADES!! y que entren otros 7000 más a visitar este estupendo blog.

    Y si para celebrar hay que contar chistes, pues aquí te va uno:

    Estaba el león muy aburrido desplomado en su trono allá en la jungla, entonces su corte decidió hacer un concurso de chistes entre los animales del lugar, para hacer reír a su rey, eso sí, aquel que no lograra hacer esbozar la más mínima mueca en el felino, sería decapitado.

    Llegó pues el día y empezaron a pasar los animales. La primera fue la jirafa que luego de contar su chiste, esperó el veredicto del león, éste con un dejo de desdén volteó la mirada, y se llevaron a la jirafa a cortarle la cabeza. Así pasaron la hiena, el lobo, dos osos, un grupo de conejos y nada, ni una pizca de alegría en el león, todos decapitados.

    En eso pasó el mono y empezó con su repertorio, todos los animales no paraban de reír, de seguro que éste ganaba el concurso, se decían. Terminado su monólogo y con media selva tirada en la grama carcajeándose vieron como el león bostezó ladeando la cabeza. Ni modo, a cortarle la cabeza al monito.

    El último en pasar era un burro, para colmo tartamudo. Empezó pues a querer articular palabra. Todos se veían unos a otros impacientes, pues no le atinaba el pobre burro. En eso empieza el león a reírse a lo bruto, vamos que hasta las lágrimas se le salieron. Los animales asombrados lo veían, no podían creer que aquel burro tartamudo le causara gracia.

    Le pregunta un miembro de su corte:
    - ¿es que acaso a su majestad le ha gustado el chiste del burro?
    -noooo -dice el león, sosteniéndose la panza - ¡lo que pasa es que ya entendí el chiste del mono!


    Un gran abrazo José, y muchas gracias por tus entretenidas y sanas entregas.

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  2. Está bien el chiste del león. Ya colgaré yo alguno que otro. Un abrazote, Liz.

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