Hoy se cumplen ciento cinco años del fallecimiento del escritor francés Jules Gabriel Verne, más conocido por nosotros como Julio Verne. Me he enterado por pura casualidad, y he considerado oportuno y adecuado escribir unas líneas en su recuerdo y como homenaje a título personal.
Prescindiendo de cualquier comentario erudito sobre la clarividencia científica de Verne, la exactitud de sus predicciones o su carencia de conocimientos científicos "profundos" (que me importan un bledo), me limitaré a mencionar mi experiencia personal, que es lo que verdaderamente resulta trascendental para mí.
Debo manifestar, con toda honradez, que Julio Verne me abrió las ventanas a través de las cuales vislumbré un panorama casi infinito, que no he olvidado y que forma parte de mí desde aquella mi tierna juventud.
Cabalgué a través de la estepa rusa con Miguel Strogoff; lloré cuando un sable al rojo le dejó ciego, y me regocijé sobremanera cuando, casi milagrosamente, recobró la vista. Me sumergí con el "Nautilus", enfrentándome a peligros sin cuento a través de "20.000 leguas de viaje submarino". Las vicisitudes del señor Doniphan, Briant y los demás chicos, durante sus "Dos años de vacaciones" en una isla desierta, fueron las mías propias: exploraba con ellos; luchaba con ellos; penaba con ellos. Recuerdo, horrorizado y complacido a la vez, la muerte por combustión espontánea (como consecuencia del aguardiente que había trasegado)
del bestial jefe de la tribu,
en "Un capitán de quince años". Volé con "Robur, el conquistador", y descendí hasta el corazón de nuestro planeta con "Viaje al centro de la Tierra".
En fin, es tanto lo que debo agradecer a Verne que mejor termino aquí; de lo contrario, os podría aburrir. Pero que conste que a mis 16 años me había leído casi toda su obra; con gran placer, por cierto.
Quiero remarcar que estoy completamente seguro de que una parte de mi personalidad le pertenece. Él tuvo mucho que ver con mi actual forma de ser, de pensar y de ver las cosas. Y se lo agradezco.
Lo único que lamento es que la juventud de nuestros días pierda el tiempo con las jodidas consolas y los videojuegos, en lugar de aprovecharlo leyendo a Julio Verne.
Qhe hermoso homenaje Joe !!!.
ResponderEliminarMe ha emocionado profundamente y no creeras si te digo que "Miguel Strogoff" fué el primer libro que leí y que me regaló un amiguito enano llamado Hector ("el capitan" en nuestros juegos infantiles) cuando tenía yo 7 años, desde entonces nunca más dejé de leer y he gozado con todos los libros que has mencionados y con algunos otros que ya no recuerdo su título, pero comparto lo que dices, una parte de lo que uno es , se lo debe a esta grandiosa gente que llevaremos en el corazón por siempre.
La lectura es un ingrediente fundamental para completar la formación de los seres humanos. Malo es que la gente no lea, pero aún peor que desprecie y se mofe de los pocos que lo han hecho (y lo hacen) Un abrazote, Gus.
ResponderEliminarPues muy bien, colega. Saludos.
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