Esta mañana de sábado, mientras desayunaba, he escuchado un comentario casi luctuoso en Radio Nacional de España. Se lamentaba la dolorida locutora del "abandono del golf por parte de Tiger Woods", como consecuencia de la presión de los medios de comunicación (?) También compadecía a todos los aficionados al golf (?) porque, en los próximos tiempos, no podrán disfrutar de la magia de este jugador sin precedentes.
Pero, vamos a ver, ¿qué les importa a los verdaderos aficionados, a los deportistas que practican golf, que Woods juegue o no juegue? Vivimos en la época de los ídolos de barro, creados por la publicidad, el marketing y los intereses de grandes empresas. Woods ha ganado más de 1.000 millones de dólares a lo largo de su fulgurante carrera, de los cuales apenas 16 corresponden a premios recibidos. El resto procede de sus campañas publicitarias.
A mi me importa un carajo que le paguen -y que cobre- por anunciar patatas fritas, calzoncillos, relojes de oro y diamantes o lencería sadomaso, porque nunca compraré nada a lo loco basándome en cuál es la "figura" de turno que "promociona" el producto en cuestión. Lo mismo me importa que deje el golf o que vuelva. Si los "deportistas" de butaca y TV sienten su retirada, lo siento, pero allá ellos. Tiger es joven y hermoso, está forrado en dinero, se encuentra en plena forma y tiene "el mundo a sus pies": como la mayoría de los mortales en tales circunstancias, ha sido infiel a su esposa "en varias ocasiones", y ahora ha decidido dedicar todo su tiempo para recuperar el amor de su familia. ¿La culpa es de la "presión mediática"? ¡Coño!, la culpa será suya por comportarse indebidamente y, sobre todo, porque tal comportamiento haya llegado a hacerse público.
Ya lo deja claro aquel refrán español: "Si no existieran las alcahuetas, no habría putas..."
Pero, vamos a ver, ¿qué les importa a los verdaderos aficionados, a los deportistas que practican golf, que Woods juegue o no juegue? Vivimos en la época de los ídolos de barro, creados por la publicidad, el marketing y los intereses de grandes empresas. Woods ha ganado más de 1.000 millones de dólares a lo largo de su fulgurante carrera, de los cuales apenas 16 corresponden a premios recibidos. El resto procede de sus campañas publicitarias.
A mi me importa un carajo que le paguen -y que cobre- por anunciar patatas fritas, calzoncillos, relojes de oro y diamantes o lencería sadomaso, porque nunca compraré nada a lo loco basándome en cuál es la "figura" de turno que "promociona" el producto en cuestión. Lo mismo me importa que deje el golf o que vuelva. Si los "deportistas" de butaca y TV sienten su retirada, lo siento, pero allá ellos. Tiger es joven y hermoso, está forrado en dinero, se encuentra en plena forma y tiene "el mundo a sus pies": como la mayoría de los mortales en tales circunstancias, ha sido infiel a su esposa "en varias ocasiones", y ahora ha decidido dedicar todo su tiempo para recuperar el amor de su familia. ¿La culpa es de la "presión mediática"? ¡Coño!, la culpa será suya por comportarse indebidamente y, sobre todo, porque tal comportamiento haya llegado a hacerse público.
Ya lo deja claro aquel refrán español: "Si no existieran las alcahuetas, no habría putas..."
No puedo agregar casi nada, pués lo has dicho todo, cuando me enteré de semejante estupidez, pensé lo mismo que escribiste, por otra parte tengo una especie de rechazo por viseral por "este tipo de triunfadores", que no es culpa de ellos, pero es que yo siento que tantos otros "verdaderos triunfadores", lease gente que salva una vida, que descubre algo para beneficio de la humanidad, etc,etc, no tienen ni dos lienas de prensa y difusión, que vaya al carajo Tiger Woods y sus historias, a mi que coño me importa de sus torpes infidelidades.
ResponderEliminarEn fin, no me quiero dar rosca con el asunto, que me parece patetico.
Un fuerte abrazo, compañero
Como muy bien dices, no hay casi nada que añadir. ¡Oh!, estupidez humana... Un abrazo.
ResponderEliminar