HIRIENDO SENSIBILIDADES
Dichoso el hombre imperturbable
capaz de caminar sin Dios y sin temor
entre tinieblas.
Afortunado aquél que sobrevive contumaz
impávido e incólume
bajo el feroz embate inacabable
de su desesperante indignidad.
Gloria y loor
por los siglos de los siglos
al cantor de hechos estúpidos
ídolo del vulgo y de sí mismo.
Alabanza infinita
al hacedor constante
de burlas miserables
que el mundo toma en serio.
Reverencia perpetua
para esa ingente pléyade de ciegos,
erigidos en guías permanentes
y en testigos
de imbéciles verdades decadentes.
Veneración eterna y absoluta
reciban los maestros espontáneos
que enseñan sin esfuerzo día a día
como llegar a ser poquito a poco
un gran hijo de puta.
Bienaventuranza sin fin a todos ellos
porque, a más de otras prebendas,
conseguirán sin duda
en las postrimerías de este alocado tiempo
el lugar más alzado y preeminente
del reino de los lerdos.
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