Por "esas cosas raras de la vida", como dice la canción, "Jarto" ha cambiado su vida libre y despreocupada en el campo, por la apacible y disciplinada (más o menos) existencia en un apartamento de ciudad. Pero ha salvado el pellejo y tiene la manduca asegurada. En los tiempos que corren, no se puede pedir más.
Si bien es cierto que durante las primeras noches sus propietarios, buenos amigos míos, apenas pudieron pegar ojo con las carreras y maullidos del nuevo inquilino, hoy en día ya se ha convertido en un pacífico miembro de la familia. Aquí le vemos jugando con el agua, uno de sus pasatiempos favoritos. "Jarto", amigo, nunca podrás llegar a imaginar la suerte que has tenido...
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