Desconozco al autor de este chiste, pero tiene su mérito, sin duda. Yo lo he recibido de un amigo, que lo ha recibido de otro, etc. Ya sabéis cómo es la Red. He decidido colgarlo en el blog, porque tiene su miga. Así pasará a la posteridad, ¡je!, ¡je!
Dos ancianos, hablando sobre el envejecimiento. Uno le dice al otro:
- La peor parte se la llevan nuestras mujeres, y además ellas se niegan a admitir que envejecen y tratan siempre de esconder sus achaques.
- Tienes mucha razón, pero he encontrado un buen truco para hacerles ver sus discapacidades a través de un sencillo juego: Así, si quieres saber si tu mujer empieza a quedarse sorda, colócate a 10 metros de ella y hazle una pregunta. Después, cuando veas que no te responde, acércate a 5 metros. Después a 2 metros, y después a 1 metro. Y entonces no le quedará más remedio que darse cuenta que está sorda.
El anciano encuentra que la idea es muy buena y cuando vuelve a casa se coloca a 10 metros de su mujer y le pregunta con voz fuerte:
- Cariño, ¿qué hay de cena?
No recibe respuesta. Entonces se acerca a 5 metros y le pregunta de nuevo:
- Cariño, ¿qué hay de cena?
No recibe respuesta, por lo que se acerca a 2 metros y le pregunta:
- Cariño, ¿qué hay de cena?
No recibe respuesta. El tipo, totalmente asombrado, se aproxima a un metro y grita:
- Cariño, ¿qué hay de cena?
Su mujer se gira y le dice, con cara de exasperación:
¡¡¡Te lo digo por cuarta vez: sopa y croquetas...!!!
Divertida y bonia escena... Puede que nuestras queridas mujeres escondan sus achaques pero no sus dolores, de los que les encanta hablar... Cualquiera que vaya al mercado y espere en la cola puede dar fe de eso... Un abrazo.
ResponderEliminarMaximo
Pues sí. Cada vez que me encuentro en un grupo -ya he rebasado los 60, y no por hora, precisamente- donde sólo se comentan las incidencias médicas de sus miembros en los últimos meses, huyo como de la peste. Abrazotes.
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