AQUÍ Y ALLÁ
Aquí suplica un cuerpo ensangrentado
sumergido en lágrimas de horror:
por hombres sin conciencia fue ultrajado
y mancillado por hombres sin honor.
Allí la ciega Muerte ha desmembrado
al infeliz que paseó tranquilo
el familiar sendero, ahora minado
por viles intereses con sigilo.
Más lejos, sobre el suelo embaldosado
de una céntrica y pública avenida,
un hombre que agoniza desnucado
por odiosos disparos fratricidas.
Aquí juegan felices niños sanos
en llantos y alegrías atendidos,
mientras allí fenecen sus hermanos
sin casa, sin comida y desvalidos.
Aquí brotan jardines muy cuidados
ornados de azaleas primorosas,
de setos rectilíneos bien podados,
de jacintos, de nardos y de rosas,
mientras allí se agostan los sembrados,
son talados los bosques sin conciencia
y, en nombre del progreso desalmado,
se esquilma con odiosa displicencia.
Aquí viven en paz los animales
detrás de los barrotes ilógicos
de recintos carcelarios anormales
denominados parques zoológicos.
Allí la hermosa fauna es masacrada
por gentes del comercio y deportistas:
convertida
innúmeras especies son extintas.
Aquí se habla de amor en cualquier lado
—sobre todo, los fines de semana—
empleando ese concepto equivocado
por joder dos o más en una cama.
Allí, donde no queda ni esperanza,
el verdadero AMOR generaría
poderosos torrentes de confianza
y ríos infinitos de alegría.
Aquí la sociedad crea su mundo
con drogas de diseño e irrealidades
fantásticas de sueños infecundos,
que se convertirán en prioridades.
Allí todo es real y convincente,
luchando por la vida día a día
en sola compañía de
contra el hambre y la sed en cruel porfía.
No os fijéis, por Dios os lo suplico,
en la infame factura de mis versos:
comprended el mensaje que os explico
unido en cuerpo y alma al Universo.
Para algo conseguir hay que hacer algo.
Nada podrá cambiar aquí o allá
si seguimos corriendo como galgos
tras las liebres del vicio y la maldad.
La estirpe de Caín ha retornado
imponiendo su ley sobre el planeta
y el crimen más brutal queda enterrado
debajo de millones de pesetas.
Soy otra voz clamando en el desierto
viciado y extenuado de este mundo,
indefenso, a pecho descubierto,
sin más autoridad que un vagabundo,
pero confiado en que mi voz despierte
—como un rugir de viento huracanado—
el alma adormecida de las gentes
al porvenir de un tiempo renovado.
Un cambio positivo de actitud
en el comportamiento personal
contribuiría a generar quietud,
amor y bienestar aquí y allá.
No puede ser meliflua la poesía,
cantando al mar azul o a las estrellas,
cuando el Hombre enloquece en una orgía
de corrupción, de olvidos y quimeras.
Queda plasmado un discurso en lo anterior
que ni aplauso tendrá ni buen recibo
mas, transcrita la voz de mi interior,
de todo corazón yo lo suscribo.
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