No tengo la menor duda de que, pese a todas la explicaciones y justificaciones que puedan ofrecerme las autoridades competentes en materia de circulación, los límites de velocidad en España (y supongo que también en el resto de los países) han sido mantenidos -que no establecidos- para aumentar los ingresos de las arcas del Estado.
Me explico.
Supongo -y no voy a molestarme en hacer una investigación profunda sobre el tema porque, entre otras razones, no tengo ganas- que las limitaciones de velocidad se implantan a partir de la crisis del petróleo de 1973, con idea de reducir en lo posible el consumo de carburantes. No creo necesario explicar lo obvio: cualquier coche consume más si le damos "zapatilla".
Bien, como es lógico comienzan las infracciones y, en consecuencia, las sanciones a los usuarios que no respetan los límites establecidos.
La crisis petrolífera termina, pero las autoridades ya se han dado cuenta de la enorme aportación que el capítulo de multas por exceso de velocidad puede suponer al erario público, que es de todos, pero sobre todo de ellos. En consecuencia -y prescindiendo de carreteras comarcales, caminos, senderos, vaguadas y zarandajas por estilo- la limitación de velocidad queda establecida en 120 km/h. en autopista y 50 km/h. en vías urbanas (ciudades, vamos) Se aducen razones de seguridad, pero no se tiene en cuenta la enorme evolución de los vehículos en este sentido, ni la propia configuración de las carreteras, notablemente mejores a las de treinta años atrás. Si en 1970 podíamos viajar a 135 km/h. por una carretera nacional de doble sentido, con un inseguro Renault R-8, ¿por qué no podemos hacerlo hoy en día a 150 km/h. por una autopista, con un moderno, seguro y confortable "Mégane", por ejemplo? Dentro de las ciudades y sus zonas de influencia sucede algo parecido. Estoy de acuerdo en que hay calles en las que 50 km/h. es una velocidad más que razonable, pero existen avenidas de triple carril, zonas periféricas e industriales y amplísimas calles rectas de dirección única en las que, con buen juicio, podrían establecerse velocidades superiores, en algunas de ellas de hasta 8o km/h. Sé de qué hablo, porque frecuento una de estás vías "rápidas" para ir a mi trabajo, y mi prudencia hace que me "autolimite" a 70 km/h., mientras el resto de los conductores me adelanta por ambos lados. La autoridad establece periódicamente un radar móvil, montado sobre un camuflado Ford Focus, y en cuanto rebasas los 60 km/h. te casca unas multas de la leche, aunque en la zona no hay viviendas, ni colegios, ni peatones, y las aceras son tan grandes como un muelle portuario.
Resumiendo: creo que ha llegado el momento de revisar al alza los límites de velocidad, fijándolos en función de la propia seguridad de los vehículos, del trazado de las carreteras, y del riesgo potencial para los peatones, olvidando los afanes recaudatorios.
Sé que mi propuesta se perderá en el viento -si no encuentra la más adversa de las críticas-, pero fijaos en la proliferación de radares y cacharros similares, y daos cuenta de que, por sus propias características, un radar sólo puede ser montado para controlar una zona recta de carretera con amplia visibilidad, lo que, de por sí, lo convierte en un trasto inútil para prevenir riesgos en el tráfico.
Y hay otra cuestión en la que, quizá, algún día profundice: las famosas "campañas de control de velocidad". La Policía Autónoma Vasca ha realizado una durante los últimos quince días, y se ha hinchado a poner multas, lo que no me parece bueno ni malo. Lo que me jode es que hagan "campañas", porque se supone que la Policía debe velar por el cumplimiento de las leyes en todo momento y lugar, ¿no? Es como si hicieran una campaña para detener ladrones...
Pues eso.
¡Juas!, pues si te digo que en México el límite en autopista es de 110, el de carretera nacional es de 80, el de ciudad es de 50 pero por todos lados hay carteles de 40, y que cerca de los colegios nos ponen las zonas escolares con límite de 30... !Ah¡ y en los aparcamientos hay anuncios de 10, y si, son kilómetros por hora, no millas...
ResponderEliminarDefinitivamente aquí está hecho todo para que el policía te pare, Eso si, las arcas del estado no se llenan con el dinero de las multas, ese dinero va a parar directamente al bolsillo del policía, de ahí a su capitan, este al secretario de tráfico y de ahí al jefazo, así que queda "bien" repartido.
Bueno, lo bien repartido bien sabe. Es una forma de redistribuir la riqueza. Aquí me temo que se queda sólo para los jefazos, ¡je!, ¡je!
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