El cohete verbenero
vuela raudo hacia el cielo
alejándose del suelo
montado en ígneo reguero,
y allí, en su espacio cimero,
muestra toda su grandeza
en explosión de belleza
que se extingue en un instante,
y vuelve a la tierra, errante,
entre nubes de tristeza.
Así nuestra vida es,
pues subimos a lo alto
y tres momentos después
-apenas un breve salto-
yacemos bajo un ciprés.
Increíble alegoría y un final antológico. Felicitaciones y un abrazote.
ResponderEliminar¡Eh!, Gus, y lo he hecho yo solo; sin copiar... ¿A que está bien? Mañana creo que voy a colgar uno que empieza "Con cien cañones por banda..." Veremos lo que me sale, ¡je!, ¡je! Abrazotes.
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