En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

viernes, 7 de enero de 2011

Dios nos coja confesados


Ahora que el Gobierno español había dado un paso de gigante para garantizar nuestras vidas hasta el infinito, promulgando la famosa Ley Antitabaco, vienen los alemanes y cierran 4.700 granjas porcinas y avícolas porque los animales están contaminados con dioxinas.
Ahí es nada, Bolinaga...
Parece ser que los bichitos eran alimentados con piensos compuestos elaborados a base de grasas industriales no aptas para consumo, y que tal elaboración ha sido realizada durante "largo tiempo". Ese "largo tiempo", tan indefinido en su expresión, implica, sin duda, que muchos ciudadanos nos hemos jamado ya una cierta cantidad de la chicha de estos animalitos, y que las consecuencias se producirán a medio y largo plazo, pero no hay que preocuparse porque las dioxinas en bajas concentraciones no son peligrosas, etc., etc., etc. Las dioxinas eran el componente fundamental del famoso Agente Naranja, que los Estados Unidos utilizaban para bombardear Vietnam con fines nada pacíficos.
El problema -por llamarlo de alguna forma- ha sido descubierto en un país avanzado y desarrollado cual es Alemania. Mi conocimiento es incapaz de calibrar el número de inspecciones, controles y análisis que -al menos, en teoría- estarán previstos por la normativa alemana antes de que esos alimentos salgan a la venta. Algo parecido a lo que harían los británicos con sus reses, hasta que apareció el Mal de las Vacas Locas; seguro. Por cierto, ¿qué ha pasado con el Mal de las Vacas Locas? En fin... ¿Imaginan ustedes lo que puede estar sucediendo en países, digamos, de segunda fila? ¿Imaginan ustedes lo que estamos tragando día a día, entre piensos compuestos, conservantes, colorantes, edulcorantes, anabolizantes, y antes, y antes, y antes...?
Hace muchos años, era yo bastante propenso a pillarme, en mitad del invierno, un catarro bronquial de mil pares de narices. La primera vez, el médico me recetó unos supositorios de un producto que voy a denominar -aunque no era esa su marca- Curatilo C. En los años siguientes, cada vez que sentía los primeros síntomas, iba a la farmacia y pedía Curatilo C, y en pocos días me quedaba como nuevo. Hasta que, en una de ésas, me dice el farmacéutico:
- No puedo darle Curatilo C.
- ¿Por qué?
- Es que ya no se fabrica.
- ¿Por qué?
Acerca su cara a la mía, con expresión de secreto de Estado, y me dice casi susurrando:
- Tenía un componente cancerígeno.
- ¡Hombre; cojonudo...! Y ahora, ¿qué venden?
- Ahora tenemos Curatilo X...
- ¡Coño!, pues deme usted Curatilo X; total, de perdidos, al río.
Yo estaba pensando en dejar de fumar, más que nada para dar gusto a la señora ministra de Sanidad, pero visto lo visto rechazo la idea.
Estamos en manos del Señor.
¡Virgen santa...!
Dios nos coja confesados.

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