En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Publicidad en televisión (España)


Hay que joderse: ¡la Federación Mundial de Anunciantes es crítica con la nueva ley de Comunicación Audiovisual, que será aprobada en breve por el Parlamento español...!
Y eso que la susodicha ley permitirá que nos endiñen 29 minutos de publicidad/hora, en lugar de los 12 legalmente establecidos en la actualidad.
Entonces, cabe preguntarse de dónde el disgusto de los anunciantes mundiales.
La respuesta parece más que evidente: es la historia de la gallina de los huevos de oro. Si la publicidad en televisión la soportan quienes no pueden hacer otra cosa, como cambiarse a cadenas de pago y cositas por el estilo, o los impedidos físicos y mentales para hacer zapping, o los niñitos de pecho, o sea, todos los que carecen de poder adquisitivo como para poner en práctica los "consejos publicitarios", ¿qué sentido tiene triplicar casi el tiempo dedicado a la publicidad, si no va a reportar frutos más que a las propias cadenas de televisión, y durante muy poco tiempo? Porque, claro, en cuanto los publicistas se den cuenta de que sus mensajes no obtienen el resultado apetecido, y como eso ya lo habrán detectado previamente las empresas que contratan y pagan religiosamente sus anuncios, los ingresos de las cadenas televisivas por este concepto caerán en picado, y tendrán que realizar el viaje de regreso: menos publicidad y más cara. También pueden echarse "p´alante", y poner 50 minutos de publicidad por hora de emisión. Nos harían un gran favor, porque ya no necesitaríamos volver a comprar un televisor en nuestra pajolera vida.
Señores, ojo con la gallina de los huevos de oro, que se os va a morir de un colapso.
Los vendedores de DVDs y los libreros tienen que estar frotándose las manos. Y hacen bien, ¡qué coño...!

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