En este blog se permite fumar, aunque recomiendo no hacerlo en agradecimiento a una excelente homeópata a la que debo mucho. Se prohibirá terminantemente el día en que desaparezcan las armas atómicas, las centrales nucleares y sus residuos, la contaminación, la desertización y la pederastia. ¡Ah!, se me olvidaba, también se pueden dejar comentarios.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Brevísimo ensayo sobre fobias y similares


BREVÍSIMO ENSAYO SOBRE FOBIAS Y SIMILARES

No voy a molestarme en buscar la definición de fobia en cualquiera de los manoseados diccionarios que yacen sobre mi mesa. ¡Hasta ahí podíamos llegar...! Si alguien desconoce, a estas alturas, el significado de tal vocablo, que lo busque él mismo. Y conste que no se trata de un acto de soberbia, sino de pura y simple comodidad: soy un escritor vago, como Skármeta (él lo reconoce implícitamente en el prólogo de “El cartero de Neruda”) pero sin llegarle a la altura del tobillo, literariamente hablando.
Dicho esto, quiero señalar que antaño prácticamente no existían las fobias, como tampoco, por ejemplo, existían las etnias. Antaño un ser humano podía ser de raza negra, amarilla, blanca, cobriza u olivácea... En la actualidad, y refiriéndonos únicamente a los habitantes del continente africano y gracias, sin duda, a la abnegada labor de los medios de comunicación, distinguimos dos etnias bien diferenciadas: la subsahariana y la otra, que supongo será la suprasahariana o más clara. Es decir, que lo de etnia es un eufemismo modernista, como tantos y tantos otros, que pretende curar con delicadas palabras las heridas abiertas por el odio, la injusticia y el olvido.
Antaño casi no existían las fobias.
— No puedo salir contigo, porque mi padre me lo ha prohibido — decía ella, y tú te pillabas el correspondiente rebote, maldecías a su viejo y a la madre que lo parió, y te prometías no volver a verla ni en pintura. Pero sin fobias...
— Esta tarde se me va a quedar usted en la clase de castigados hasta las ocho y media — ordenaba el prefecto, y tú te cagabas en sus muertos durante tres semanas, pero sin fobias...
— Apúntate la tercera imaginaria —sonreía, socarrón, el sargento, mientras tú echabas los bofes después de recorrer a paso ligero tres veces el amplio perímetro del patio de armas, con el mosquetón en alto. Te acordabas de toda su parentela, enumerabas mentalmente las cosas que se podía meter por la parte posterior, y a otra cosa mariposa. Pero sin fobias...
— La empresa atraviesa una difícil situación financiera, por lo que resulta imposible aumentarle el sueldo —te comunicaba pesaroso tu jefe, y tú fingías comprenderle, salías procurando no cerrar la puerta de golpe, y te alejabas de su despacho —sin fobia alguna— meditando sobre las habilidades de su madre ejerciendo el oficio más viejo del mundo, que, por cierto, no sé por qué se denomina de esa manera, puesto que los oficios más viejos del mundo tienen que ser, necesariamente y por este orden, el de Dios y el de cazador-recolector capaz de aportar la manduca para sí mismo y para el resto de la prole. Con un perfecto universo a su alrededor y el estómago lleno, el ser humano pudo despertar a la concupiscencia; antes, desde luego, no creo.
En pocas palabras: antiguamente se daban la mala leche, el rencor, la rabieta, la purria, el asco, las patadas en la tripa y los miedicas. Ahora se dan las fobias con extraordinaria profusión y en incontables variantes, a cual más suculenta: agorafobia, claustrofobia, hidrofobia, fotofobia, aerofobia, xenofobia, homofobia, hispanofobia, euskadifobia, cochenuevoajenofobia, tabacofobia, pechopequeñofobia, vecinofobia, ricofobia, pobrefobia, culogordofobia, perrofobia, politicofobia, naturofobia, etc., así como, por supuesto, las correspondientes y contrapuestas filias. Es un fenómeno que va en aumento y que escapa a nuestra capacidad de control. Es una consecuencia directa de esta extraña manera de convivir a la que, eufemísticamente, hemos denominado sociedad.
¿Pueden ser superadas y eliminadas las fobias?
Si doctores tiene la Santa Madre Iglesia, abundantes y notables psicosociólogos surgen, en inagotable y esperanzador caudal intelectual, de esos manantiales del saber que son nuestras modernas universidades. Ellos, sin duda, darán tarde o temprano cumplida respuesta a tan crucial pregunta. Por mi parte, mientras contemplo estupefacto la ola de gilipollez e imbecilidad que nos invade, sólo puedo contestar y contestarme: ¡y yo qué sé…!

2 comentarios:

  1. Buenas tardes,Iván Threze.Antes que nada,te quiero felicitar por este interesante espacio que nos brindas para la lectura y para el disfrute de tu humor socarrón,al que he llegado "rincón del mexiñol" mediante.
    En relación al asunto que tratas en este escrito,asunto de notable interés para mi(puesto que me parece una tendencia colectiva creciente y muy certeramente caracterizadora del cambio experimentado por la colectividad en los últimos tiempos),creo que la sobreabundancia del uso del término "fobia"(como de tantos otros)tiene que ver con una actitud que oscila entre el papanatismo y el mimetismo acrítico por un lado,y con el oportunismo,por el otro.El oportunismo de quienes quieren ver blindada una iniciativa,una linea política,una doctrina,las directrices de un determinado departamento....mediante la estigmatización inmediata de(al margen de quienes protagonizan situaciones justificadamente merecedoras del estigma atribuido) quien cuestione algún dogma o ponga algún reparo a alguna tesis sostenida por quienes tiene la capacidad de atribuir de manera ampliamente influyente dicho estigma.
    Apelar continuamente a la fobia implica un acto de hostilidad que iguala actitudes y comportamientos de muy distinta naturaleza,incluyéndolos todos en una misma categoría con capacidad de estigmatizar al supuesto fóbico como un sujeto despreciable.Y además lo libera a uno de la tarea de pensar y de distinguir.Y de abordar debates que puedan sacar a la palestra las limitaciones,las contradicciones y las trampas del discurso que defiende.Y de ganar por aplastamiento del contrario.
    Lo peor de todo es,que muchas veces la causa presuntamente defendida por los inquisidores se ve gravemente lesionada por estos oportunistas beneficiarios,ya que facilita la demagogia victimista de los cínicos que si son verdaderamente hostiles a la defensa de la causa reivindicada.
    Y,como de demagogias oportunistas y victimistas sacan tajada tantos,pues ahí tenemos este "no parar".Unos hacen demagogia del orden social,otros (los mismos)hacen un uso demagógico del sentimiento nostalgico,otros se apropian demagógicamente de la esencia de lo popular(equiparándolo a lo que les interesa),otros te tratan de colar excelencia intelectual donde solo hay pedantería y clasismo interesado,otros hacen demagogia de la libertad(así,sin mayores matices),otros hacen demagogia con la modernidad,la ecología y la sostenibilidad...Y,en este plan.
    Un saludo,Iván.
    kala

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  2. Un verdadero placer recibirte por esta mi humilde casa virtual, Kala, y leer tu interesante comentario, con el que estoy plenamente de acuerdo. Yo siempre digo que el Hombre (como especie) es el ser definidor por antonomasia: pone etiquetas a todo, y en varios idiomas a veces, pero no termina de comprender el significado de sí mismo y de su propia existencia, a la vez temporal (aquí y ahora) y eterna (en otros ámbitos) Perdemos el tiempo definiendo, cuando podríamos utilizarlo para comprender, asimilar, aprender y evolucionar. Pero todo llegará. Un afectuoso saludo y hasta la vista. Joe

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