Velada musical de la alta sociedad. Una joven canta, acompañada al piano por una señora de cierta edad. La encopetada concurrencia escucha reverentemente. Dos caballeros, embutidos en sus smokings, fuman con parsimonia al fondo del gran salón. De pronto, uno de ellos dice:
- ¡Virgen santa, qué mal canta esa chica...!
- Es mi hija.
- Bueno, no es que cante mal, sino que la señora que le acompaña al piano es terrible.
- Es mi esposa.
- ¡Ejem! Ahora que presto más atención, me doy cuenta de mi error. Le ruego me disculpe. Lo que sucede es que la partitura es una mierda.
- Yo soy el compositor.
- ¡Virgen santa, qué mal canta esa chica...!
- Es mi hija.
- Bueno, no es que cante mal, sino que la señora que le acompaña al piano es terrible.
- Es mi esposa.
- ¡Ejem! Ahora que presto más atención, me doy cuenta de mi error. Le ruego me disculpe. Lo que sucede es que la partitura es una mierda.
- Yo soy el compositor.
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