miércoles, 14 de octubre de 2009
DECÁLOGO DE LOS ABORÍGENES AUSTRALIANOS (Todo lo que SÍ debe hacer cualquier persona a lo largo de su vida)
1.- EXPRESA TU CREATIVIDAD INDIVIDUAL, aunque pienses que no posees ningún talento creativo. No sólo a través del arte, sino en todas las circunstancias de la vida, como consolando al que sufre, poniendo orden en el caos, contando un cuento a un niño, pintando o decorando tu casa, reparando cualquier objeto...
2.- SÉ CONSCIENTE DE TU RESPONSABILIDAD, porque estás como invitado en este planeta, y se espera de ti que lo dejes como lo encontraste o, en todo caso, en mejores condiciones. Esto incluye una relación impecable con todas las formas de vida que no pueden hablar ni valerse por sí mismas. Deberás asumir las consecuencias de tu falta de consideración hacia ti mismo o hacia los demás, incluyendo tu propio cuerpo y tus actos sexuales, porque eres responsable de lo que compartes con el resto del mundo, de salvaguardar el bienestar de todos y de proteger la vida.
3.- ANTES DE NACER, TE COMPROMETISTE A AYUDAR A LOS DEMÁS. Todo lo que hacemos debe ir precedido de este pensamiento: “¿Qué es lo mejor para todas las formas de vida en todas partes?” Servir a los demás significa ayudar, compartir conocimientos y aportar energía positiva a sus vidas. Todas las personas tienen derecho a su dignidad y respeto desde que nacen. Servir es ser consciente de que formamos parte de un equipo, el de la conciencia humana, y de que el destino del planeta depende directamente de las acciones de este equipo.
4.- PERSIGUE LA MADUREZ EMOCIONAL. Las relaciones a lo largo de nuestra vida son círculos: empiezan, siguen su curso y, llegadas a un punto, se detienen. Si maduramos emocionalmente, no tendremos dificultad en cerrar cada círculo sin dejar puntas deshilachadas, es decir, sin sentimientos negativos. No es malo experimentar todo tipo de emociones, desde la ira, la depresión o la culpa, hasta la alegría, la paz o el amor, pero nuestra meta es crecer espiritualmente, aprender a disciplinar y seleccionar las emociones. “Sólo somos felices en la medida en que nos permitimos serlo.” Únicamente a través de las emociones físicas puede el alma establecer contacto con la conciencia cerebral. Si padecemos un dolor cualquiera en nuestro cuerpo, deberíamos preguntarnos a qué se debe ese dolor, qué representa, qué podemos hacer para cambiar la situación. Hemos de tomar medidas físicas para restaurar nuestro cuerpo, pero sin descuidar el proceso mental que dio origen a las deficiencias y las lecciones espirituales que dicho proceso encierra. También debemos aprender a honrar nuestras emociones, en especial la alegría y la pena. Si ignoramos cualquiera de ellas, pueden convertirse en el origen de trastornos físicos. Una de las emociones más importantes es la risa, y el humor es un mecanismo supresor de problemas, aunque las cosas que consideramos graciosas deben ser objeto de un cuidadoso análisis. Debemos evitar ser destructivos en cualquier sentido. No cierres los ojos por la noche sin haber experimentado la risa o la alegría en algún momento del día que concluye. Cada uno de nosotros lleva un payaso dentro, y en algunos momentos de la vida debemos dejar que aflore libremente. Sin embargo, la clave de todo está en la sinceridad: no podemos aspirar a descubrir quiénes somos, por qué estamos aquí, o aprender a valorar nuestra trayectoria a menos que digamos la verdad en todo momento.
5.- DEBES ENTRETENER. Una parte de nuestra misión consiste en distraer y canalizar nuestra atención y la de aquellos que nos rodean. El acto de entretener responde a un impulso voluntario y debe tener por objetivo alegrar al triste, consolar al abatido, confortar al moribundo y dar salida a nuestra creatividad. Entretenerse uno mismo puede ayudarnos a alcanzar la autodisciplina y a madurar emocionalmente. El desafío reside en entretener sólo de forma positiva y en no quedarse anclado en el papel de espectador. Entretener ha de ser siempre un acto de absoluta responsabilidad.
6.- APRENDE A ADMINISTRAR TU ENERGÍA. El hombre no puede crear ni destruir energía, sino sólo usarla, moldearla y distribuirla. Cada palabra, acto y pensamiento en el que nos concentramos contiene energía. Todo lo que conforma nuestro mundo, material o impalpable, es energía, y todas las cosas están en continuo proceso de crecimiento o erosión, según su nivel de energía. Cada palabra que pronunciamos se funde con la atmósfera, y nunca podemos recuperar, corregir o retirar lo dicho: una vez pronunciadas, las palabras pasan a formar parte del halo que envuelve el planeta. En este halo se han ido condensando, a lo largo del tiempo, los gritos de las víctimas, los actos violentos y los pensamientos negativos, hasta tal punto que se ha convertido en una aureola de conciencia victimista. Hoy, las personas encuentran más fácil acomodarse a lo negativo que combatirlo y superarlo. Hemos creado este halo victimista nosotros, y nosotros podemos eliminarlo tomando conciencia de nuestra responsabilidad como administradores de nuestra propia energía y predicando con el ejemplo. Aquello en lo que centremos nuestra energía, crecerá. Adoptando el papel de víctimas, culpando a los demás y autocompadeciéndonos sólo conseguiremos aumentar las vibraciones negativas que envuelven el planeta. Perdonar, olvidar, ser optimistas y buscar el lado positivo de las cosas serán las soluciones al problema.
7.- RECRÉATE EN LA MÚSICA. La música influye en la humanidad, y la energía que libera puede servir para sanar el cuerpo y el planeta. El hecho de escuchar una melodía apacible, acompasada con la pulsación humana, puede ejercer un influjo muy positivo en el sistema nervioso y el estado mental del individuo. Todos llevamos la música dentro y percibimos su influencia. La música es el lenguaje del alma: es la voz de nuestro planeta en diálogo con el universo.
8.- LUCHA POR ALCANZAR LA SABIDURÍA. La sabiduría es algo muy distinto del conocimiento. El conocimiento nos llega a través de escuelas, libros, medios de comunicación y experiencias directas. Una persona puede tener una inteligencia excepcionalmente brillante y carecer de sabiduría, porque la sabiduría viene dada por la forma en que utilizamos los conocimientos. Se basa en una decisión voluntaria y selectiva de actuar de cierta manera o de no emprender acción alguna, tomando en consideración el bienestar de todas las partes implicadas. Es cierto que leer y escribir resultan conocimientos muy útiles, pero no constituyen condiciones indispensables para el éxito de nuestro viaje espiritual como seres humanos. Debes tratar de actuar con sabiduría, teniendo en cuenta que todas las almas están viviendo la misma experiencia humana y que todos somos visitantes y huéspedes de la Madre Tierra. Honrar el propósito de todas las cosas y actuar en aras del bien supremo y de la vida en todas partes, son pruebas de sabiduría.
9.- APRENDE A AUTODISCIPLINARTE. Cada uno de nosotros tiene la obligación de procurar que sus acciones sean compatibles con la vida pacífica, productiva y feliz del planeta. La autodisciplina impedirá que caigamos en exceso de indulgencia, en las adicciones a cualquier sustancia, en la negligencia, en la avaricia, en la crueldad o en la destrucción. La autodisciplina mantendrá a raya nuestras emociones y nos ayudará para alcanzar la sabiduría. Además, puede contribuir a conservar sano nuestro cuerpo, y el estado de salud del ser humano es un indicador exacto del estado de salud de la Tierra. Deberás distinguir siempre entre lo que dice tu corazón y lo que dice tu mente. La voz del cerebro, de la mente, es un producto de la sociedad, mientras que la voz del corazón es un mensaje de la Eternidad.
10.- OBSERVA SIN JUZGAR. Observar sin tratar de establecer juicios es lo algunos llaman “amor incondicional”. Todos los seres humanos somos seres espirituales y hemos sido creados en el mismo instante. Nadie es más viejo, inteligente o privilegiado que otra persona. Cada uno de nosotros ha sido agraciado con el don del libre albedrío. Hemos sido creados espiritualmente perfectos, y seguimos siéndolo, pero el libre albedrío nos permite creer lo contrario y actuar en consecuencia. Nos permitimos vernos y ver a los demás como seres menos que perfectos, y vivimos por debajo de nuestra capacidad potencial. En la Eternidad y en todo lo que emana de ella no existen los errores. No puedes equivocarte porque, en definitiva, eres libre de explorar tu propio don en la dirección que consideres más adecuada en cada momento. Pero sí puede ocurrir que, al observar algo que ocurre a tu alrededor, llegues a intuir, sin juzgarlo como acertado o erróneo, que su olor, sabor o tacto no son compatibles con el camino que has elegido. Entonces bendices aquello con lo que no comulgas y sigues adelante. Sólo así podrás llegar a amar a todos tus semejantes. No tienen por qué gustarte sus actos ni la forma en que eligen comportarse, pero te abstienes de juzgar a la persona. Sencillamente, llegas a la conclusión de que no forma parte de tu camino y no canalizas ninguna energía en esa dirección: ni palabras, ni acciones ni pensamientos. Si juzgas debes aprender también a perdonar a los demás, las circunstancias, a ti mismo. Si te limitas a observar, sin emitir juicios, no hay nada que perdonar. La observación está estrechamente relacionada con el hecho de entender y asimilar una verdad universal: todo lo que existe forma parte del perfecto Orden Divino. Lo que ocurre es que nosotros, como seres humanos, hemos elegido vivir por debajo de nuestro intrínseco grado de perfección. Esforzándonos cada día, poniendo en marcha todo nuestro potencial, convertiremos el mundo en un lugar mucho mejor, y llegará el día en que seremos testigos del cierre de un hermoso círculo dorado.
Cántico ritual de la tribu de los Auténticos (aborígenes australianos)
Sagrada Unidad de lo Eterno,
tú que nos cantas en silencio,
tú que nos enseñas a través de nuestros semejantes,
guía mis pasos con firmeza y sabiduría.
Que pueda ver las lecciones en mi camino.
Que sepa honrar el propósito de todas las cosas.
Ayúdame a tocar con respeto.
Háblame siempre desde la parte recóndita de mis ojos.
Ayúdame a observar, no a juzgar.
Que no cause daño alguno,
y pueda dejar tras mi visita
un legado de música y belleza.
Cuando regrese a la Eternidad,
que el círculo pueda cerrarse
y que se abra la espiral.
(Extractado del libro “Mensaje desde la Eternidad”, de Marlo Morgan)
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Si cada habitante de Australia siguió al pié de la letra lo que dice este decálogo, no es de extrañar que hayan crecido como lo han hecho, pese a haber sido hace muchos años una colonia para presidiarios.
ResponderEliminarMe quedaré con el decálogo, que aunque algo tarde, tal vez aporte algo a mis días, pero por sobre todo a los días de los que me reoden, que no son muchos por cierto. De tanto leer a Herman Hesse en mi juventud, termine convertido en un semi lobo-estepario, un Harry Haler con ciertas abstenciones y enviciado de algunos pecados capitalistas que el imperio con sus tentáculos nos enquista de pequeño.
Un abrazo, Joe
Ánimo, que nunca es tarde para mirar con tranquilidad, con ánimo sereno, y ser lobo estepario sólo cuando quieras serlo. En cuanto a lo de los australianos, el problema es que han crecido los que llegaron de fuera, pero los aborígenes (que son los auténticos) están bien jodidos. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por el decálogo. Oss.
ResponderEliminarGracias a ti, amig@. En su día me pareció interesante. Saludos.
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